Capitulo ..1(?
Ethan detestaba acompañar a su novia de compras. Era siempre lo mismo: horas interminables de espera mientras Erica probaba prenda tras prenda, y él, como buen novio, se quedaba para dar su aprobación, aunque casi nunca tenía peso real en sus decisiones. No es que no la quisiera, la amaba con locura, pero el simple acto de ir de tienda en tienda era agotador y aburrido, simplemente no era lo suyo, el siempre fue mas de algo simple, camisa negra, pantalón negro, simple pero funcional.
Aquel día, como era costumbre, Erica le pidió casi con súplicas que la acompañara. Ethan aceptó a regañadientes. El día transcurría como siempre, de tienda en tienda, revisando pilas de ropa para que ella escogiera unas pocas prendas. Sin embargo las cosas estaban por cambiar. Mientras caminaban por un pasillo, Erica notó una boutique que no había visto antes.
—Mira, amor, Erica’s Boutique. ¡Es como si estuviera hecha para mí! —exclamó emocionada.
Sin pensarlo mucho, Erica entró. Era una tienda peculiar, decorada con un estilo elegante y moderno, atendida por jóvenes de alrededor de 20 años, todas increíblemente hermosas y vestidas con impecable atención al detalle. Saludaron con sonrisas brillantes, transmitiendo amabilidad y energía, pero lo mas curioso del asunto era su nombre, el gafete de cada una de las chicas ponía "hola me llamo Erica". Ethan, por otro lado, se sintió fuera de lugar, como siempre en este tipo de lugares: un ente masculino atrapado en un universo diseñado exclusivamente para mujeres, se sentía incomodo, y no era para menos, pese a que no era la primera vez que estaba en un lugar así, le costaba acostumbrase, entre las pilas de ropa podía distinguir a otros chicos, quizás novios de las chicas, chicas que buscaban entre los distintos tipos de prendas algo que sea de su agrado, mientras los chicos todos ellos en la misma situación que el, solo bastaba mirarles un poco para ver su cara de disgusto.
Pero había algo más que lo incomodaba. Lo que realmente captó su atención fueron los maniquíes. No eran como los típicos de otros lugares: figuras sin rostro y cuerpos básicos de plástico blanco o rosa, no eran las mismas figuras calvas de siempre con ojos de canica o figuras que vagamente imitaban la figura femenina... No. Estos eran... diferentes a los cuerpos básicos a los que estaba familiarizado en contra de su voluntad, tenían muchos detalles, podía ver las raíces de los cabellos, largos y sedosos, cada maniquíes tenía su propio estilo de peinado y color diferente, así mismo, cada uno llevaba maquillaje, casi como si este estuviera realmente aplicado, no parecía pintura, parecía el polvo genuino, podía verse el rubor, los pequeños grumos del labial en las arrugas de los labios, ese fue otro detalle que lo hizo temblar un poco, sus imperfecciones, tenían pestañas, marcas de gestos, uno podía pensar que habían contratado a chicas para que estuvieran paradas todo el día, su mirada era profunda, fuerte y por alguna razón se sentía llena de vida, el hubiera deseado que solo fuera eso, Tenían un nivel de detalle que rozaba lo humano. Cada uno tenía una expresión particular, como si pudieran cobrar vida en cualquier momento.
Sus cuerpos también eran inusuales. Eran exagerados, demasiado perfectos, podríamos decir envidiables, sus cuerpos de plástico tenían figuras que cualquier mujer aspiraría a tener o quizás ideales de cuerpos femeninos que cualquier hombre quisiera como amante, de cualquier forma, no podía negar lo atractivos que resultaban sus cuerpos y por lo que parecía, pese a lo que uno pensaría en una tienda para mujeres, estas figuras casi pornográficas, estaban atrayendo a mucha clientela.
Su favorita fue la rubia del centro, un maniquíes alto con cabellera larga y dorada, sus largas piernas parecían excepcionalmente esculpidas, podía ver los músculos tensados de las pantorrillas, como la piel descalza se arrugaba en los talones para soportar el peso, piernas largas que subían en un par de carnosos jamones por muslos, anchas caderas que abrazaban perfectamente un vestido azul que se ceñía a unas curvas casi irreales dándole un aspecto de barbie porno, pero lo que más le robaba la mirada eran esos dos colosales pechos, sin duda eran más grandes que la cabeza del propio maniquí, la tela se estiraba alrededor de los orbes tanto que la tela del vestido parecía estar a punto de ceder, y los detalles eran tan finos que incluso se marcaban pequeñas venas en sus pechos y podía ver los pezones sobresaliendo sensualmente de la ropa como dos botones duros y firmes que esperaban ansiosamente por ser apretados por algún afortunado.
Ethan no pudo evitar fijarse en los otros maniquíes. Había un maniquíes de chica bajita, quizás unos 20 cm menos que el, con un corte de honguito y castaño que caía ligeramente desordenado, y piernas y caderas anchas, mucho mas que la rubia, que resaltaban con la inocencia de las prendas que llevaba puesta.
También estaba una figura de piel oscura, su atuendo no dejaba nada a la imaginación, su largo cabello oscuro caía sobre su piel radiante de un hermoso ébano y sus gruesos labios oscuros daban la impresión de querer besarte.
Luego, un maniquí con rasgos asiáticos, delicada y esbelta en una sección que promocionaba ropa fiesta, cuya ropa se veía estirada por los generosos pechos de la figura, parecía lo contrario a la cabeza de honguito, si ella era las piernas y nalgas esta definitivamente seria los pechos.
Y finalmente, una latina de cabello lacio y ojos felinos, con curvas pronunciadas que parecían desafiar las leyes de la naturaleza, atlética pero femenina , llevaba una tanga de licra y un sostén deportivo, tenia un buen equilibrio entre nalgas y pechos.
El detalle en cada figura era asombroso. Podías ver los poros de la piel, las arrugas en los dedos y hasta las uñas perfectamente esmaltadas. Ethan se acercó al maniquí rubio, incapaz de resistirse. Giró la cabeza para asegurarse de que nadie lo miraba, y tímidamente extendió una mano para tocarlo. Cuando su palma se posó sobre el pecho, sintió algo inesperado: no era plástico rígido, era suave, casi como piel real.
Un estremecimiento lo recorrió, y estaba por comprobar nuevamente la textura cuando una voz cortante lo interrumpió.
—¡No tocar a los maniquíes, por favor!
Ethan se giró sobresaltado. Una de las empleadas, cuyo gafete decía "Erica", lo observaba con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.
—Lo siento... no quise... —murmuró torpemente, alejándose del maniquí mientras ella lo miraba con una sonrisa un poco fingida.
Justo en ese momento, Erica apareció con un montón de ropa en las manos.
—¡Listo, amorcito! ¡Ven, ya quiero probármela! —dijo, arrastrándolo hacia los vestidores.
Suspirando resignado, Ethan cargó la pila de ropa y la siguió. Pasaron las siguientes dos horas en un ciclo interminable de cambios de ropa, comentarios de Erica que desechaban sus opiniones y un cansancio que solo se acumulaba. Finalmente, cuando parecía que terminarían, se acercaron al mostrador para pagar.
La cajera, otra joven que también llevaba el gafete con el nombre de "Erica", les atendió con amabilidad.
—¿Encontró todo lo que buscaba? —preguntó con una sonrisa.
—¡Sí, muy amable! —respondió la novia de Ethan con entusiasmo.
—¿Ya consultó nuestro amplio surtido del segundo piso?
Los ojos de Erica se iluminaron al escuchar esas palabras.
—¡No! ¿En serio tienen más arriba?
—Claro, tenemos piezas exclusivas. Estoy segura de que le encantarán.
Erica miró a Ethan con emoción.
—Amor, ¿por qué no te quedas aquí con las bolsas? Solo miraré rápido y bajo enseguida.
Ethan no protestó. Solo asintió y dejó que ella desapareciera, guiada por la empleada hacia las escaleras ocultas al fondo del pasillo.
Por fin, un momento de tranquilidad. Ethan se sentó en una de las sillas cercanas, sacó su celular y se sumergió en una partida de Warzone. Sin embargo, una sensación incómoda lo sacó de su concentración. Alzó la vista y notó una puerta entreabierta que decía "Solo personal autorizado".
Dentro, pudo distinguir la figura de un maniquí que parecía estar observándolo. La mirada fija de la figura era perturbadora, allí estaba esa mirada tan viva otra vez. A pesar de intentar ignorarlo, el impulso de investigar fue más fuerte. Caminó hacia la puerta, decidido a cerrarla para evitar más distracciones, pero cuando estuvo frente a ella, algo lo detuvo.
Un pensamiento irracional lo invadió: “Solo un toque más. Nadie se dará cuenta.”
Ethan tragó saliva, empujó la puerta y entró al almacén.
"Solo confirmas que todo el cuerpo es suave y te sales", se repitió Ethan una y otra vez mientras avanzaba por el almacén. Su corazón latía con fuerza, el sonido llenándole los oídos como un tambor en un espacio cerrado. Cada paso lo acercaba más al maniquí que lo había cautivado. Era una figura voluptuosa, de proporciones desafiantes, incluso mas "perfecta" que la barbie, con cabello rubio y rizado que caía en suaves ondas hasta sus hombros. La figura estaba prácticamente desnuda, solo con ropa interior que ocultara el detalle obsesivo que la hacía parecer viva.
Ethan se detuvo frente al maniquí, tragando saliva. Extendió una mano temblorosa, y su piel rozó el torso de la figura. El material era suave, cálido incluso, como si tuviera vida propia. Pasó sus dedos por las manos, las piernas largas y de gordos muslos, cada centímetro que se atrevía a explorar, fascinado por lo increíblemente real que se sentía. Pero había algo más: un aroma tenue y dulce, como un perfume caro, que parecía emanar de la figura, Ethan se acerco levemente para oler, el aroma era, como un aroma de mujer, era casi como el mismo aroma natural que solo las chicas tienen.
El tiempo pareció detenerse mientras Ethan seguía con su inspección. Justo cuando estaba por apartarse, satisfecho de haber calmado su curiosidad se pregunto.. "también tendrán esos detalles allí abajo?", pero sin prestar atención su codo golpeó accidentalmente al maniquí. En un instante, perdió el equilibrio y cayó al suelo con un golpe sordo. Ethan observó horrorizado cómo la cabeza del maniquí se separaba del cuerpo, rodando unos centímetros con un sonido hueco.
Un escalofrío recorrió su espalda, su mente luchando por procesar lo que había ocurrido. Se apresuró a levantar la figura, intentando desesperadamente colocarla de nuevo en su lugar, pero su torpe intento fue interrumpido por una voz femenina, baja y firme, que lo heló por completo.
—Qué bonito, qué bonito... —murmuró la voz.
Ethan giró bruscamente, su corazón golpeando con fuerza contra su pecho. Frente a él estaba la encargada que había visto antes, la mujer con el gafete que decía "Erica". Lo observaba con los brazos cruzados, sus ojos destilando una mezcla de ironía y desdén.
—Yo... yo no quise... —balbuceó Ethan, tratando de encontrar las palabras.
La mujer no le prestó atención. Con pasos lentos y calculados, se acercó al maniquí caído y se inclinó para inspeccionar los daños.
—¿Tienes dinero para pagarla? —preguntó sin siquiera mirarlo.
Ethan tragó saliva, su voz saliendo en un murmullo.
—Fue un accidente... no quise...
—Claro, un accidente —respondió ella con un tono cargado de sarcasmo. Luego se enderezó, mirando directamente a Ethan—. Bueno, supongo que tenemos una vacante ahora. Tendrás que trabajar para pagar la figura. Y créeme, no son nada baratas.
—Señorita, de verdad, lo siento... Si me permite, puedo traer el dinero mañana. Yo... de verdad no quise...
La sonrisa de Erica se ensanchó, pero no llegó a sus ojos.
—Oh no, querido. Me vas a pagar desde hoy.
Avanzó un paso hacia él, sus movimientos sutilmente amenazantes. Ethan intentó retroceder, pero algo estaba mal. Sus piernas se sentían pesadas, como si estuvieran atadas al suelo.
—¿Qué...? ¿por que no puedo? —logró preguntar con voz temblorosa.
La mujer sonrió, inclinando la cabeza ligeramente mientras lo observaba.
—Solo lo justo, cariño. Te lo dije, no son nada baratas.
Ethan intentó moverse nuevamente, pero sus pies no respondían. Una sensación fría y opresiva comenzó a extenderse por su cuerpo, mientras la sonrisa de la mujer se volvía más oscura, cargada de un misterio que apenas comenzaba a comprender.
La mujer lo observó fijamente, no podía contener una mirada llena de una mezcla de burla y autoridad.
—Vi cómo te le quedaste mirando a mi Brittany —dijo con una sonrisa que no ocultaba su intención—. Así que te gustan altas y de buen cuerpo, ¿eh? No te culpo, todos los hombres son iguales.
Mientras hablaba, comenzó a caminar lentamente alrededor de Ethan, como un depredador acechando a su presa. Él intentaba mover su cuerpo, pero era inútil; sus extremidades no respondían, como si estuvieran ancladas al suelo por una fuerza invisible.
—Dime, Ethan, ¿qué clase de mujer te gusta? —preguntó Erica, inclinándose ligeramente hacia él, su voz goteando curiosidad maliciosa.
La mirada de Ethan se congeló. No pienses, no pienses, se repitió desesperadamente en su mente. Pero era inútil. La imagen de Brittany, el maniquí rubio con su imponente figura y proporciones irreales, aún estaba fresca en su mente. Su mente de adolescente lo traicionó, inundándolo con recuerdos de su breve pero fascinante inspección, le siguieron imágenes de modelos, actrices porno con las que alguna vez fantaseo.
La mujer sonrió al notar la lucha en sus ojos, como si pudiera leer sus pensamientos.
—Oh, ya veo... así que ese es tu tipo, ¿eh? —comentó con un tono juguetón, alzando una ceja—. Tienes suerte, Ethan.
Se detuvo frente a él, sosteniendo con una mano la cabeza del maniquí castaño que había roto. La giró entre sus dedos como si fuera un juguete.
—Resulta que necesitamos una mujer así para ser la estrella en nuestras vitrinas. Y ahora que Jasmine —alzó ligeramente la cabeza del maniquí, enfatizando el nombre— estará unos días de incapacidad...
Erica dejó escapar una risa suave y burlona, mientras se acercaba aún más a Ethan.
—Puedes cubrirla mientras tanto. ¿Qué te parece, Ethan? —concluyó, su voz acompañada de una carcajada que hizo eco en el silencioso almacén.
Ethan quiso gritar, negarse, correr. Pero su cuerpo seguía siendo un prisionero inmóvil, y su mente no podía escapar de la creciente sensación de que estaba atrapado en un juego que ni siquiera entendía.
El cuerpo de Ethan comenzó a cambiar. Una rigidez inquietante se extendió desde sus extremidades hacia su torso, inmovilizándolo por completo. Dejó de sentir el suelo bajo sus pies, y un frío artificial se apoderó de su piel. Intentó respirar, pero pronto se dio cuenta de que ya no era necesario. No había desesperación ni falta de aire, solo un vacío inexplicable. Su carne perdió la calidez humana, transformándose en un material liso y suave, como el de los maniquíes que lo habían fascinado y aterrorizado a partes iguales.
Erica se acercó lentamente, observándolo con una mezcla de satisfacción y curiosidad, como un artista analizando un lienzo en blanco.
—Mmm... nada mal —comentó mientras le deslizaba la mano por el torso ahora transformado en plástico. Sus dedos trazaron el contorno de los músculos que aún conservaban la apariencia atlética de Ethan—. ¿Hacías ejercicio?
La sonrisa de Erica se ensanchó dejando salir su verdadera personalidad, mientras comenzaba a desvestirlo con movimientos hábiles y despreocupados, retirando cada prenda como si estuviera preparando un maniquí para el escaparate.
—Oh, claro... no puedes responderme, ¿verdad? —soltó una carcajada, su voz llena de burla y satisfacción—. No te preocupes, querida.
Dobló cuidadosamente la camisa de Ethan antes de ponerla en un escaparate junto a otras ropas.
—Si vas a trabajar aquí usaras algo mas apropiado— Sus ojos brillaban con un entusiasmo extraño, sus mejillas se veían rojas, esta loca sin duda disfrutaba de lo que le estaba haciendo, mientras lo despojaba de la última capa de ropa, dejándolo completamente expuesto en su nueva forma.
—De ahora en adelante, las palabras serán innecesarias.
La carcajada de Erica resonó en el espacio vacío del almacén, mientras Ethan permanecía inmóvil, atrapado en su nuevo cuerpo inerte, su conciencia todavía viva, pero silenciada y prisionera en una existencia que nunca habría imaginado.
La transformación de Ethan comenzó en sus pies, sintió un cosquilleo incómodo mientras sus huesos (si es que aun los tenia) se alargaban y afinaban perdiendo su forma masculina, adelgazándose y moldeándose en algo más delicado. Sus talones se alzaron levemente, adquiriendo un arco pronunciado y elegante que parecía diseñado para lucir tacones. Los dedos se alargaron y suavizaron, con uñas perfectamente formadas que brillaban con un esmalte rojo intenso que no estaba allí antes.
Mientras Ethan, preso en su propia mente observaba todo como un mero espectador, incapaz de correr, de pedir ayuda, se había cansado y quedado sin aliento de tanto gritar, pero no necesitaba el aire, seguramente ya no tenia huesos, pero lo sentía todo, era un infierno estar pasando por algo que ningún chico (o ser humano) debería de pasar “Esto no puede ser real..." pensaba una y otra vez.
El cambio subió lentamente hacia sus pantorrillas. Los músculos se tensaron y delinearon, creando unas curvas irresistibles que parecían esculpidas por un artista obsesionado con la perfección. y cada vez que sentía cómo su piel se volvía sedosa e impecable, podía sentir cada uno de los bellos de su cuerpo enterrar en su piel, uno a uno, sentía como poco a poco el frio era mas notable, una mezcla de miedo y fascinación se apoderaba de él. “¿Por qué estoy disfrutando esto? ¡No quiero esto!” pensó, pero su mente estaba atrapada entre la incredulidad y una sensación de placer culpable. La piel adquirió un brillo sedoso, y las venas desaparecieron bajo una superficie impecable. Las pantorrillas fluyeron hacia unas rodillas finamente torneadas, que parecían hechas para atraer miradas de admiración.
Su trasero se llenó con una rapidez impresionante. Los glúteos crecieron y se redondearon, alcanzando unas dimensiones que eclipsaban las curvas de cualquier otra figura en la tienda, incluidas las de Jasmine y Brittany. Cada posición que la mujer maniquí haría con ese cuerpo sería una provocación pura, una obra maestra de la tentación.
Las caderas de Ethan se ensancharon de manera dramática, delineando una cintura que se estrechaba hasta un punto casi imposible. La proporción perfecta entre su cintura y sus caderas convertía su silueta en un reloj de arena de proporciones surrealistas. "Por qué siento que estoy atrapado en una fantasía perversa? ¡Esto no es mío, no lo quiero!” pensó, pero no podía negar la fascinación morbosa que sentía al experimentar su propia transformación.
Los muslos de Ethan comenzaron a expandirse, llenándose con una carne voluptuosa que se tensaba en proporciones exageradas. Cada centímetro de sus piernas irradiaba una sensualidad sobrehumana. Sus músculos se definieron con precisión, pero sin perder un ápice de feminidad. Se transformaron en columnas poderosas, pero atractivas, que parecían estar diseñadas para sostener un cuerpo que nadie podría ignorar, sabia que la transformación había alcanzado a sus muslos, y sus sospechas fueron confirmadas cuando Erica acaricio con descaro sus gordos y gelatinosos muslos
—Emili siempre fue la chica de los muslotes gordos, pero pienso que tu mereces tener el doble de ella querida, te veras tan hermosa— La mirada pervertida en la cara de Erica no se hizo esperar, parecía una maniática o una depredadora sexual, esto lo hizo preguntarse, acaso los maniquíes eran como el ?
No pudo pensar mas, pues la transformación avanzaba con rapidez y esta vez era turno de algo muy valioso para el chico.
Cuando el cambio alcanzó su sexo, Ethan sintió una sensación indescriptible, una ola de calor recorrió su cuerpo, se encontró jadeando y gimiendo mientras sentía como se formaba un orgasmo como nunca lo había sentido antes, nunca fue un tipo de hacer sonidos a la hora del sexo, sus propios ruidos traviesos le avergonzaban tanto, como si una energía poderosa alterara por completo esa parte de su ser. sintió como sus bolas eran succionadas al interior de su cuerpo mientras su pene se encogía poco a poco, lo que fue una poderosa erección había desaparecido, en su mente había alcanzado el pico de placer y jadeaba fuertemente, luchando por tomar aire, la sensación de vergüenza lo inundaba. Erica lo miraba con desdén y burla, como si supiera lo que estaba pasando.
—Lo se lo se querida, debo decirte, que el placer femenino no tiene comparación, estoy segura que disfrutaras mucho esto—
Lo que había sido desapareció por completo, reemplazado por una feminidad que irradiaba una atracción magnética. “No… ¡no pueden hacerme esto! ¡Esto no soy yo!” pensó, pero el placer culpable lo inundaba, y por un instante, un pensamiento oscuro cruzó su mente: “¿Y si me gusta?”
—Valla Ethan.. debo decir, que se ve mas estrecha de lo que pensé, me encanta la forma de tus nuevos labios—
Ethan estaba aturdido, el placer había sido abrumador, sentía los ojos pesados como si un cansancio se apoderara de el, aunque no pudiera cerrar los ojos, pero algo hizo que los abriera de golpe, o para el fue como si lo hiciera, sintió un calor entrando en su interior, una sensación invasora desconocida, un par de dedos finos, cálidos y largos inspeccionaban su recién formada vagina.
—jmmm nada mal, nada mal, como lo imaginaba, estas muy estrecha cariño— Erica se reía sin piedad
“Esto... esto es demasiado. ¡Me están convirtiendo en algo que no soy!” pensó, pero la sensación era tan intensa que por un momento se sintió casi hipnotizado por el cambio.
El vientre de Ethan se aplanó por completo, con músculos suaves y definidos apenas insinuados bajo la piel perfectamente lisa. No había ni un solo defecto, ni una imperfección que pudiera distraer de su belleza.
Cuando el cambio alcanzó su pecho, Ethan sintió una presión extraña antes de que emergieran dos curvas prominentes. Sus pechos crecieron hasta un tamaño que desafiaría cualquier lógica. Eran colosales, con una forma y firmeza imposibles de ignorar. La piel era tersa, y los pezones se destacaban con delicadeza bajo una fina capa de brillo natural. “¡Esto es demasiado! ¿Cómo esperan que viva así?” pensó, horrorizado, pero la sensación era tan intensa que su mente no podía procesar el conflicto interno que lo consumía.
El cambio avanzó hacia sus hombros y clavículas, que se suavizaron, adquiriendo una elegancia que contrastaba con su antigua complexión masculina. Sus brazos se transformaron en extremidades esbeltas y estilizadas, perfectas para lucir cualquier accesorio. Las manos, ahora finas y delicadas, estaban adornadas con uñas largas y carmesíes, completando la imagen de feminidad absoluta.
El cuello de Ethan se alargó ligeramente, adoptando una forma estilizada que irradiaba gracia. Su mandíbula se suavizó, perdiendo cualquier rastro de dureza masculina, mientras que sus labios crecían y adquirían una forma carnosamente perfecta, teñidos de un rojo seductor, sus ojos se agrandaron, se hicieron tierno, suaves y seductores.
Finalmente, su cabello comenzó a crecer. Mechones largos y ondulados de un amarillo intenso cayeron como una cascada, enmarcando un rostro que parecía esculpido por los dioses. Sus ojos se volvieron de un verde brillante, hipnótico, y sus pestañas se alargaron, añadiendo un toque de dramatismo a su mirada.
Cuando la transformación terminó, Ethan ya no existía. Frente a Erica estaba una nueva figura, una diosa viviente. Su cuerpo, una oda a la perfección, había sido diseñado para ser la nueva estrella de la boutique. Ethan había desaparecido por completo, reemplazado por la maniquí alfa, una creación que incluso Brittany y Jasmine no podían igualar.
"Esto no soy yo..."
Cuando la transformación se completó, Erica sonrió con satisfacción mientras examinaba a su nueva creación. La figura que antes había sido Ethan ahora se alzaba imponente, una mujer con cuerpo de reloj de arena de 1.80 m de pura perfección femenina. Erica caminó a su alrededor, inspeccionando cada detalle con ojos críticos y encantados.
—Nada mal, Ethan, nada mal. Tienes un excelente gusto —dijo con una risita mientras daba una nalgada juguetona en las ahora gordas y temblorosas recién formadas nalgas del chico.
Ethan, atrapado en su nuevo cuerpo y sin poder moverse, sentía una mezcla de indignación y horror. Aunque no podía hablar, su mente seguía activa, gritando en protesta mientras Erica traía un carrito lleno de ropa.
—Ahora viene la parte divertida —exclamó Erica con entusiasmo mientras seleccionaba el primer conjunto.
—Empecemos con un conjunto casual y coqueto querida.
Erica colocó una camisa blanca extremadamente apretada que abrazaba con naturalidad los pechos de Ethan, complementando con unos leggins amarillos que se adherían como una segunda piel, dejaban a la vista las piernas perfectas de la muñeca.
—Esto es ideal para una salida casual. ¡Los clientes van a amar tus piernas! —dijo Erica, dando un paso atrás para admirar su trabajo.
Ethan, atrapado en su nueva posición, sintió que si pudiera, su rostro estaría ardiendo de vergüenza.
“¡Esto es humillante! ¿Qué clase de locura es esta?” pensó mientras deseaba poder cubrirse.
—pero no podemos limitarnos a lo casual, cierto ? y si probamos un conjunto deportivo ajustado?—
El siguiente conjunto consistía en una sola pieza naranja que abrazaban las curvas de Ethan con descarada precisión en un conjunto deportivo que apenas cubría su nuevo pecho. Erica añadió unas zapatillas blancas y una gorra deportiva para completar el look.
—Perfecto para promocionar ropa deportiva. ¡Mira cómo se ajusta en todos los lugares correctos! —dijo mientras abrazaba por detrás a la figura, tomando entre sus finas manos, los enormes y gordos pechos del chico.
“Esto es aún peor… ¿Por qué se siente tan... ajustado? ¡Esto ni siquiera debería ser permitido!” pensó Ethan, deseando que todo fuera un mal sueño.
—Se que es diciembre, pero no puedo esperar a verte en un outfit de invierno!—
Erica probó un top corto tejido , junto a una falda que se ajustaba a la cintura antes de caer en suaves pliegues que apenas cubrían las piernas.
—¿No es adorable? Una diosa necesita ser versátil. ¡Podrías ser la estrella de cualquier escaparate de verano! —comentó mientras giraba el maniquí ligeramente para verlo desde diferentes ángulos.
Ethan quería gritar. “¡Dios, esto es ridículo! ¡No soy una puta muñeca sexual, soy una persona!”
Erica paro en seco, dejo de buscar ropa por un segundo, su aura cambio radicalmente cuando se giro lentamente para mirar fijamente a los hermosos ojos del chico.
—Querido.. tu no entiendes verdad? si yo quiero que seas una jodida muñeca sexual, eso serás, si digo que serás la nueva maniquíes estrella de nuestra tienda eso serás, tienes una DEUDA Y MIENTRAS LA TENGAS, TU SERAS LO QUE YO DIGA!!—
Ethan se quedo helado, acaso ella, acaso ella podía escucharle? sintió un frio recorrer su espalda, esta loca no bromeaba, esta maldita desquiciada hablaba enserio, estaba temblando, aun si no podía temblar realmente, no podía hacer nada, estaba a su merced, solo agacho la cabeza, como un perro asustado y dejo que Erica continue probando los diferentes conjuntos en su nuevo cuerpo.
El siguiente conjunto consistía en una falda lápiz negra que resaltaba las caderas de Ethan, una blusa de seda blanca y unos tacones altos. Erica añadió una peluca larga castaña, quería probar un punto de vista diferente, ajustó los puños de la blusa con un gesto profesional.
—¿Qué te parece, Ethan? La ejecutiva que todos querrían en su oficina. ¡toda una mujer empoderada y sensual! Aunque, lo cierto es que lo tuyo querida, es ser una rubia tonta y tetona jajaja!!—bromeó mientras colocaba unas gafas de marco grueso en el rostro de Ethan.
“¿Poder y sensualidad? Esto es un maldito chiste...” pensó Ethan, mientras notaba lo incómodos que parecían esos tacones, aunque no podía sentir dolor físico.
—No cariño no es ningún maldito chiste, pero supongo que tienes una boquita floja, por que no ponerla a trabajar?— los ojos de Erica le miraron con un brillo maligno, Ethan sintió como sus perfectos y carnosos labios se abrían en una posición que no quería imaginar, como si estuviera por cantar, sentía como su boca se reconstruia en una especie de tuvo, si pudiera sudar definitivamente lo estaría haciendo, su boca adquirió la forma de una vagina por dentro, lista para satisfacer a cualquier hombre, ahora parecía una verdadera muñeca sexual.
Ethan recordó su posición, se sentía humillado, —Lo siento señorita— dijo tímidamente y derrotado
— Jmmm mucho mejor querida, esta bien te voy a dar un pequeño premio por entender tan rápido que tal.. esto ? la ropa interior provocativa nunca viene de mas—
Erica levantó un conjunto de ropa interior sencilla transparente, unas braguitas que dejaban poco a la imaginación y un liguero.
—Bueno, no puedo resistirme a ver cómo luces en esto. ¡Esto es arte puro! —dijo mientras colocaba cuidadosamente las piezas en el maniquí.
Ethan no podía cerrar los ojos ni desviar la mirada, pero si pudiera, lo habría hecho.
“¡Gra-cias señorita…”
—ahora... ¡El vestido final!—
Finalmente, Erica escogió un vestido negro de fiesta, largo y elegante, que se ajustaba al cuerpo de Ethan como una segunda piel. El vestido tenía un escote profundo en la espalda, dejando al descubierto toda la espalda hasta la base de la columna, y terminaba en una caída fluida que acariciaba el suelo. Agregó tacones de aguja negros y unos pendientes brillantes que colgaban como cristales.
—Ah, esto es perfecto. Toda una diosa de la noche. Vas a ser nuestra estrella principal, querida —dijo mientras daba una última vuelta alrededor de Ethan, admirando cada detalle.
Ethan, consciente pero incapaz de hacer nada, pensó desesperadamente: “¿Cómo terminé así? ¿Y cómo salgo de esto?”
la bodega se llenó del eco de pasos cuando dos las empleadas llegaron, hablando animadamente hasta que sus ojos se posaron sobre la figura de Ethan, ahora completamente transformada en la deslumbrante maniquí. Vestida con el elegante vestido negro que dejaba su espalda al descubierto y acentuaba sus curvas de manera dramática, era imposible no fijarse en ella. Ambas mujeres se detuvieron en seco, con la boca ligeramente abierta por el asombro.
—¿Qué es esto? ¡Es magnífica! —dijo una, acercándose casi con reverencia.
—¿Cómo se llama? —preguntó la otra, sin apartar la mirada de la figura.
Erica, quien observaba todo con una sonrisa de satisfacción, se cruzó de brazos y dijo con tono triunfal:
—Ruby. Se llama Ruby.
Las dos empleadas intercambiaron miradas emocionadas antes de acercarse aún más. Una de ellas alargó la mano para tocar el brazo de Ruby, maravillándose de lo suave y cálido que parecía, a pesar de ser de "plástico". La otra siguió su ejemplo, acariciando los contornos de las caderas y las curvas impecables del maniquí.
Ethan, atrapado en su nuevo cuerpo, sentía cada contacto como si su piel real estuviera siendo acariciada. Un escalofrío de vergüenza y confusión recorrió su mente. "¡¿Por qué puedo sentir esto?! ¡Soy de plástico, no deberían poder tocarme de esta manera!" pensó, pero sus sentidos estaban amplificados. Podía oír los suspiros de admiración de las empleadas, sentir la presión de sus manos y, para su horror, incluso percibir su propio aroma: un perfume natural suave y embriagador que lo hacía sentirse más vulnerable, olía como ellas, olía como una verdadera mujer.
—Es como si estuviera viva... —dijo una de las empleadas, dejando que sus dedos recorrieran la clavícula perfectamente moldeada de Ruby.
—¡Es más que eso! —respondió la otra, con un brillo coqueto en los ojos—. Es una diosa.
Erica río suavemente al escuchar los comentarios de las mujeres y chasqueó los dedos.
—Bien, chicas, suficiente. Llévenla a la vitrina. Quiero que todos se maravillen con nuestra nueva estrella.
Ambas asintieron emocionadas y comenzaron a mover a Ruby con cuidado. Una se colocó detrás, dejándola caer mientras la otra la sujetaba suavemente por la espalda, mientras la otra la tomaba de la piernas. Ethan sentía como toda su línea de visión daba vueltas, mientras era cargado por las dos chicas.
—Vamos, preciosa. Hay que exhibirte como te mereces. —La mujer que la guiaba le guiñó un ojo, como si realmente esperara una respuesta.
Durante el trayecto hacia la vitrina, las empleadas no podían evitar mirar a Ruby. cuando llegaron al lugar señalado, las empleadas se reunieron alrededor de la nueva modelo, acariciaban sus brazos, ajustaban el vestido, y una incluso se inclinó para inspeccionar cómo quedaban los tacones que le habían puesto.
—Mira esas piernas, ¡son perfectas! ¿Quién necesita a Brittany o Jasmine con Ruby aquí? —dijo una, soltando una risita mientras le daba una palmada juguetona en el muslo.
Ethan estaba mortificado. Sentía cada toque, cada mirada intensa como si estuvieran invadiendo su espacio personal. "¡Deténganse! ¡No soy una muñeca, soy un hombre! ¡Esto es humillante!" gritaba en su mente, pero su cuerpo no podía responder.
—Eres un sueño hecho realidad, Ruby, ¿sabes? —susurró la otra, mientras acomodaba el cabello rubio intenso que caía en ondas perfectas por la espalda de Ethan.
Finalmente, La luz del escaparate se encendió, bañando a Ruby en un resplandor que realzaba cada detalle de su figura. Las empleadas la colocaron en el centro, rodeándola de otros maniquíes que ahora parecían insulsos en comparación.
—Así está perfecto. —La primera empleada dio un paso atrás para admirar su obra.
—Sí, pero... no sé. Me gustaría que pudiera sonreírnos, ¿verdad? —dijo la otra, con un tono juguetón, antes de guiñarle el ojo a Ruby una vez más.
Ethan, atrapado en su prisión de belleza, no podía más que mirar a través de la vitrina, observando cómo las empleadas se alejaban mientras seguían murmurando sobre lo impresionante que era. Dentro de él, una mezcla de vergüenza, impotencia y miedo lo invadía. Pero lo peor era el creciente temor de que, después de todo, su nuevo papel como Ruby no terminaría pronto.
Ethan estaba atrapado en la vitrina de la plaza, su visión fija pero clara, viendo cómo las personas pasaban una tras otra. Algunos hombres se detenían, fascinados por la sensual figura que él ahora era. Sus miradas estaban cargadas de deseo, y Ethan sentía cada uno de esos ojos como cuchillos en su autoestima. "No soy esto... ¡No soy esto!" pensaba, aunque su cuerpo de plástico permanecía inmóvil.
Pero su tormento alcanzó un nuevo nivel cuando escuchó una voz familiar. Su corazón—o lo que quedaba de él—pareció detenerse. Era su novia. Ella estaba ahí, en la tienda, preguntando por él con una mezcla de preocupación y frustración en su voz. Ethan gritó desesperadamente dentro de su mente:
"¡Aquí estoy! ¡Mírame! ¡Por favor, voltea y dime que me ves!"
Las empleadas negaron con naturalidad, diciendo que no lo habían visto, y su novia pareció aún más preocupada. Erica salió de la boutique, con tristeza y preocupación mientras pensaba.
—Seguramente se escapó de nuevo. Este chico no tiene remedio.
Ethan quería llorar. "¡No! ¡No es verdad! ¡Estoy aquí! ¡Mírame! ¡Por favor, ayúdame!"
Pero sus gritos eran inútiles. Nadie podía escucharlo. Erica estaba a punto de seguir su camino cuando su mirada se detuvo en la vitrina. Sus ojos se abrieron con asombro, y su boca se curvó en una sonrisa de admiración.
—Oh, pero mira eso... —dijo con un tono cual niña pequeña, mientras se dirigía hacia el maniquí vestido en el elegante vestido negro.
—¡Es hermoso! —comentó, acercándose
Ethan sintió un calor incómodo, como si el comentario de su novia lo expusiera más de lo que ya lo estaba, se sentía como si estuviera haciendo algo mal, era como si su novia lo buera pillado travestido en publico.
La chica como toda una fanática de la moda, no pudo contener su emoción y olvidándose de su novio por un momento, volvió a entrar a la tienda, quería ese vestido,
Erica, la encargada de la tienda la recibió nuevamente y la atendió personalmente.
—Por supuesto cariño, niñas, ayúdenme a desvestir a Ruby por favor—
—Tienen nombre?— pregunto La novia de Ethan con curiosidad
—Claro que si querida, todas mis niñas en Erica´s tiene su nombre, todas son únicas—
La cabeza de Ethan volvió a dar vueltas cuando las chicas giraron la muñeca con una sonrisa que parecían ocultar algo mas, rápidamente, las dos empleadas comenzaron a desvestir a la muñeca, para mala suerte del chico, los transeúntes comenzaron a acercarse para admirar el espectáculo, para ojos de muchos, pareciera que una estrella porno se estuviera desnudando lista para otra sesión, de no ser por su postura rígida, uno pensaría que una hermosa y despampanante mujer estaba desnudándose en pleno centro comercial.
—Mira Ruby eres muy popular— dijo una de las empleadas girando a Ethan para darles un buen vistazo de su enorme y gordo culo, para Ethan esto era una verdadera humillación, no los podía ver, todo lo que podía ver era a su novia que la miraba con una expresión de vergüenza y curiosidad, su novia Erica, no pudo evitar sentirse un poco nerviosa y algo incomoda al ver a tremenda mujer o.. maniquí ?
desnudándose frente a ella, sus torneadas piernas, largas subían por sus muslos gordos que se ensanchaban en unas caderas que fácilmente podrían ser el doble de la chica, un vientre plano y bien cuidado que toda chica soñaría con tener, incluso la propia novia de Ethan se sintió celosa, por ella misma tener un poco de pancita, nada realmente grabe, pero era algo que ni la dieta ni los ejercicios podían eliminar.
las empleadas se entretuvieron un poco con la nueva muñeca, tomándose selfis mientras una apretaba los enormes y brillantes pechos de la muñeca. Ethan estuvo consciente en todo momento, estaba cachondo, pero el placer venia acompañado de ira y vergüenza, como es posible que su amada novia lo viera así, estaba frente a ella, solo tenia que caminar, abrazarla y salir de allí, puso todas sus fuerzas en ese pensamiento, pero su nuevo cuerpo no recibía la señal por mucho que su mente se esforzara, era inútil, atrapado como una muñeca porno, a unos cuantos pasos de su amada.
Erica, su novia, quien se había sentido un poco incomoda por ver a la muñeca desnuda, dirigió su atención a la encargada quien le entregaba su cambio, estaba por salir del lugar feliz con su nuevo vestido en mano, cuando su rostro se puso rojo de la pena.
—Acaso esa.. es?— dijo llevando su mirada pasmada a ese punto
la encargada hizo sonar sus tacones a medida que camino hasta estar a un lado de la muñeca, con una mano no visible para la novia de Ethan, apretó su nalga de una forma violenta pero tan deliciosa, que puso tan cachondo a Ethan por dentro que no pudo evitar gemir pesadamente, por un momento se olvido de ser hombre, por un momento se olvido de su novia, simplemente podía sentirlo todo, y se sentía tan rico.
—Por supuesto. Estas muñecas son de la más alta calidad. Tienen... bueno,
todo lo de una mujer.—
agrego la encargada quien miraba a la Muñeca con una mirada cómplice y una sonrisa traviesa.
La novia de Ethan se sonrojó y apartó la mirada con una risita nerviosa, murmurando algo sobre lo realista que parecía. Ethan, en cambio, se hundía en una mezcla de vergüenza ,desesperación y muy en el fondo, un placer tan culposo como adictivo. "¿Cómo puedes hablar de esas cosas con ella aquí? ¡Es mi novia! ¡Esto es una pesadilla!"
Antes de irse, su novia observó al maniquí una última vez y comentó:
—Es realmente hermosa. Casi parece viva.
Ethan quería gritarle la verdad, pero todo lo que pudo hacer fue observar cómo salía de la tienda sin saber que su novio estaba atrapado en el cuerpo que tanto admiraba.
Cuando la puerta se cerró tras ella, las empleadas comenzaron a prepararlo para un nuevo atuendo. Ethan sintió el aire fresco contra su "piel", como si realmente estuviera desnudo. La vergüenza lo invadió mientras las mujeres comentaban sobre su figura, riendo y admirando su "cuerpo".
—¿No es perfecta? —dijo una mientras acomodaba las prendas sobre el mostrador.
—Más que eso. Es casi demasiado buena para ser cierta —respondió la otra, mientras deslizaba un nuevo vestido por los hombros de Ethan.
Ethan quería desaparecer. La humillación de estar expuesto, de ser tratado como un objeto, era insoportable. Pero antes de que pudiera perderse en sus pensamientos, Erica se inclinó hacia él, susurrándole al oído con una sonrisa perversa:
—Muy bien, Ruby, vamos por el conjunto número uno. Solo quedan... ¿noventa y nueve más? Jajaja.
Ethan sintió una mezcla de ira, miedo y resignación. "¿Esto será mi vida ahora? ¿Un maniquí eterno, vestido y desvestido como un muñeco? ¿No hay escapatoria?"
Mientras el segundo conjunto era colocado sobre él, Ethan trató de cerrar su mente. Pero la realidad era cruel: podía ver, oír, sentir... incluso oler su propio perfume. Cada prenda que le colocaban era un recordatorio de su nueva vida, de su nuevo cuerpo.
"Por favor... alguien, quien sea... ¡ayúdame!" pensó una vez más. Pero sabía que nadie lo escucharía. Con cada risa de Erica y cada comentario de las empleadas, la esperanza de Ethan se desvanecía poco a poco.
—bienvenido a tu nueva vida y a tu nuevo cuerpo.
Fin?