lunes, 16 de diciembre de 2024

Historia corta #2

 Polic铆a Encubierto


Adri谩n un joven polic铆a de apenas 22 a帽os, reci茅n hab铆a salido de la academia, est谩 decidido a demostrar que puede manejar cualquier misi贸n que le asignen. Sin embargo, nunca imagin贸 que su primera misi贸n seria encubierto y mucho menos que lo llevar铆a a infiltrarse bajo una identidad completamente alejada a los protocolos, mucho menos bajo la identidad de una Prostituta. Su nerviosismo y desconcierto se mezclan con las sensaciones desconocidas de su nuevo cuerpo, mientras trata de cumplir con su deber sin delatarse.


"Okay… muy bien, repasemos esto una vez m谩s", susurr茅 para m铆 mismo, ajust谩ndome el tirante del vestido que insist铆a en deslizarse de mi hombro. "Estoy en el cuerpo de una Puta. Estoy usando tacones… un vestido…"


Cada paso resonaba en las baldosas la calle, y con cada movimiento, los m煤sculos de mis piernas se sent铆an tensos de una forma extra帽a, diferente, pero ¿sensual?. Los tacones altos hac铆an que mi andar fuera inseguro al principio, hasta que me forc茅 a recordar c贸mo hab铆a practicado en la base la noche anterior. "Caderas, Adri谩n… mueve las caderas, no los hombros", me correg铆 mentalmente, sinti茅ndome como un idiota.

El vestido ajustado se pegaba a mi piel, dejando al descubierto m谩s de lo que alguna vez imagin茅 que alguien mostrar铆a en p煤blico. El calor del sol quemaba los hombros expuestos, y una brisa ligera acariciaba la piel de mis piernas desnudas, generando un escalofr铆o inesperado. Mi piel era m谩s suave, m谩s sensible… cada roce se sent铆a amplificado.

Pero lo que m谩s me desconcertaba no era la ropa ni los tacones: era la forma en que la gente me miraba. Los hombres, en su mayor铆a, clavaban la vista en m铆. Sus ojos iban desde mis piernas hasta mi escote, sin disimulo. Pod铆a sentir el peso de sus miradas en mi cuerpo como si fueran un mero trozo de carne para estos perros, y aunque quer铆a ignorarlo, era imposible.

"Vas… entras, tomas las pruebas que necesitas y te vas", me repet铆, tratando de enfocar mi mente. Pero con cada paso que daba, el sonido de los tacones y las miradas de los desconocidos me recordaban que ahora era m谩s visible que nunca.

La seguridad que sol铆a sentir con mi uniforme y mi placa estaba ausente, reemplazada por una extra帽a vulnerabilidad. Pero tambi茅n hab铆a algo m谩s… algo que me desconcertaba y que no quer铆a admitir: una pizca de excitaci贸n. Una mujer como la que ahora era, pod铆a controlar una habitaci贸n con una simple mirada. ¿Pero ser铆a suficiente para sobrevivir a esta misi贸n?

Unas horas antes...

Cuando el agente encargado de su misi贸n le entreg贸 la peque帽a p铆ldora rosa, Adri谩n apenas pudo ocultar su desconfianza. “Esto es temporal, ¿verdad?” hab铆a preguntado, mirando con recelo la c谩psula. La respuesta fue un frio “siete d铆as, ni uno m谩s, ni uno menos”. Lo que no le dijeron fue que no s贸lo su cuerpo cambiar铆a, sino que, si en esos siete d铆as llegara a quedar embarazado la liberaci贸n de hormonas impedir铆a volver a su forma original.

Adri谩n trag贸 la p铆ldora con un vaso de agua, y al principio no sinti贸 nada. Pero despu茅s de unos segundos, un calor comenz贸 a extenderse por su pecho. Era sutil al principio, como si hubiera encendido una peque帽a chispa en su interior, pero pronto la sensaci贸n se intensific贸. Su piel comenz贸 a hormiguear y, para su desconcierto, not贸 c贸mo su torso cambiaba.

Primero fue su pecho. Un ligero tir贸n bajo la piel, como si algo estuviera empujando desde dentro. Su camiseta se tens贸 y luego qued贸 demasiado ajustada mientras dos curvas comenzaban a formarse. Mir贸 hacia abajo con incredulidad mientras sus nuevos pechos se desarrollaban, redondeados, firmes y suaves al tacto. Adri谩n comenz贸 a jadear sutilmente, la explosi贸n de hormonas femeninas era demasiada. No pod铆a apartar la vista, como si su cerebro no lograra procesar lo que estaba ocurriendo.

El calor descendi贸 hacia su cintura, y ah铆 fue donde las cosas se volvieron m谩s intensas. Su caja tor谩cica se estrech贸, sus costillas parecieron comprimirse, y su cintura se volvi贸 m谩s definida, m谩s peque帽a. Era como si alguien moldeara su cuerpo como arcilla, esculpiendo cada curva con precisi贸n. Sinti贸 c贸mo su cadera comenzaba a ensancharse lentamente, el ajuste de sus pantalones cambiando hasta ser casi insoportable.

Sinti贸 que otra oleada de energ铆a golpeaba su trasero cuando tambi茅n comenz贸 a expandirse. Sus nalgas comenzaron a inflarse tragando sus b贸xer que parec铆an ahora diminutos, ejerciendo m谩s presi贸n sobre su ingle. Antes de que pudiera alcanzar su ropa interior, Gimi贸 mientras su miembro era retra铆do lentamente entre sus carnes. En su cuerpo, retorci茅ndose ante la sensaci贸n de que sus 贸rganos reproductivos se mov铆an y se activaban. Un torrente de excitaci贸n se apoder贸 de 茅l mientras era bombardeado por cantidades anormales de estr贸geno, y para cuando su ingle termin贸 de transformarse, todo lo que quedaba era un cl铆toris humedecido debajo de sus boxers. Inmediatamente quiso tocar a su nuevo sexo, pero la vista de su compa帽ero en la sala lo devolvi贸 a la realidad. Se puso de pie, ahora su compa帽ero era treinta cent铆metros m谩s alto de lo que era antes. Quer铆a correr y abandonar todo, pero antes de que pudiera moverse, sinti贸 que sus caderas estallaban hacia afuera hasta alcanzar proporciones f茅rtiles . Pas贸 sus manos  que contrastaban con su femenino cuerpo por sus nuevas curvas, confirmando que no estaba so帽ando. Toc贸 suavemente por curiosidad sus pechos y gimi贸 mientras enviaba placeres alien铆genas a trav茅s de su cuerpo que cambiaba r谩pidamente.

Sus piernas vinieron despu茅s. Los m煤sculos gruesos y tensos que hab铆a desarrollado durante a帽os de entrenamiento comenzaron a transformarse. Se volvieron m谩s largos, m谩s esbeltos, con una forma que parec铆a dise帽ada para atraer miradas. Sus muslos se hicieron m谩s suaves al tacto, pero no menos fuertes; hab铆a una feminidad en ellos que no pod铆a negar.

Los cambios no se detuvieron ah铆. Sus pies, que siempre hab铆an sido grandes y toscos, ahora eran peque帽os y delicados. Las botas que llevaba comenzaron a sentirse inc贸modas hasta que tuvo que quit谩rselas, viendo c贸mo sus nuevos dedos parec铆an casi irreconocibles.

Luego, el calor se extendi贸 por sus brazos. Los b铆ceps bien definidos se suavizaron, perdiendo volumen y adquiriendo una forma m谩s delgada y estilizada. Sus manos cambiaron tambi茅n, sus dedos volvi茅ndose m谩s largos, m谩s elegantes, las u帽as creciendo hasta tener una forma natural y femenina.

Fue entonces cuando lleg贸 al rostro. Su mand铆bula se suaviz贸, sus p贸mulos se alzaron, y sus labios se hincharon ligeramente, adquiriendo una forma m谩s llena y atractiva. El cabello en su cabeza comenz贸 a crecer, primero lentamente, y luego a una velocidad que lo dej贸 boquiabierto. En cuesti贸n de minutos, mechones largos y sedosos cayeron sobre sus hombros.

Mir贸 su reflejo en el vidrio de una ventana cercana y apenas pudo reconocerse. Sus ojos, que siempre hab铆an sido de un marr贸n ordinario, ahora brillaban con un tono miel que parec铆a casi hipn贸tico. Su cabello, liso y largo, enmarcaba un rostro que podr铆a haber pertenecido a una modelo.

Y aunque odiara admitirlo, algo dentro de 茅l tambi茅n estaba cambiando. Su mente, su percepci贸n de s铆 mismo, comenz贸 a tambalearse. Hab铆a un pensamiento persistente que no pod铆a ignorar: una parte de 茅l se sent铆a c贸moda en este nuevo cuerpo. Era como si una peque帽a voz en su interior le dijera que pod铆a usar esta feminidad como una herramienta, como una forma de ganar control en una situaci贸n donde se sent铆a perdido.

Pero tambi茅n estaba el otro lado. El lado que se sent铆a expuesto, vulnerable, demasiado consciente de cada mirada que ahora recibir铆a.

Adri谩n apret贸 los pu帽os, tratando de aferrarse a quien era realmente. “Es s贸lo una misi贸n… s贸lo siete d铆as”, se record贸, pero en el fondo sab铆a que esa semana cambiar铆a mucho m谩s que su cuerpo.





De vuelta en su misi贸n Adri谩n caminaba torpemente, la operaci贸n implicaba entrar, buscar alguna prueba de trafico de drogas, alg煤n indicio de lavado de dinero, cualquier cosa para atrapar a esas personas.
Lo que Adri谩n no sab铆a, mientras intentaba no tropezar con esos tacones que parec铆an dise帽ados m谩s para la tortura que para caminar, era que todo en el Club ya estaba calculado, jam谩s encontrar铆a prueba alguna, no puedes encontrar aquello que no existe. Jessica, la due帽a del lugar y un enigma en s铆 misma, no era ajena a los acuerdos con la polic铆a. Ella sab铆a c贸mo mantener a sus ni帽as a salvo, aunque eso significara cruzar ciertas l铆neas o sacrificar peones en su ajedrez personal.

El Club de Jessica no era simplemente un antro cualquiera de la Zona Rosa. Era el lugar donde los secretos de los poderosos se susurraban al ritmo de la m煤sica y se enterraban bajo el estruendo de las copas. La polic铆a ten铆a su parte: noches discretas entre luces ne贸n, tragos finos sin pagar y, en m谩s de una ocasi贸n, acceso a las bailarinas. Jessica entend铆a que mantener sus puertas abiertas implicaba mantener a ciertas bocas cerradas.

Ese d铆a en particular, Jessica ya estaba al tanto de la operaci贸n encubierta. Hab铆a recibido un mensaje cr铆ptico de su contacto en la comisar铆a, un mensaje sobre un “nuevo elemento”

Jessica, observando desde la esquina del club, sonri贸 con un aire de complicidad y malicia. Hab铆a algo ir贸nico en la situaci贸n: un polic铆a novato, desorientado y claramente inc贸modo, intentando moverse como si perteneciera al lugar. El vestido le sentaba como un guante, pero su andar r铆gido y la forma en que sus ojos recorr铆an el lugar lo delataban.

—¿脡se es nuestro chico— pregunt贸 uno de los guardias de seguridad del club, un hombre alto con una cicatriz en el rostro que lo hac铆a lucir m谩s intimidante de lo que probablemente era. Jessica asinti贸 lentamente, jugando con el borde de su copa de vino.

—Parece que s铆. Aunque tengo que admitir que hicieron un buen trabajo con la transformaci贸n, las p铆ldoras funcionan mejor de lo esperado— respondi贸 con una sonrisa divertida. 
—Es guapo, ¿no crees?—

El guardia gru帽贸 algo ininteligible, pero Jessica ya estaba planeando sus pr贸ximos movimientos. Hab铆a reglas, por supuesto. Y aunque a los polic铆as les encantaba creer que ten铆an el control, la verdad era otra.

—Hazle saber al Capit谩n que su chico ya est谩 aqu铆. Y aseg煤rate de que tenga una noche... inolvidable— orden贸 Jessica, su voz goteando con sarcasmo y autoridad.

Adri谩n, ajeno a todo esto, finalmente lleg贸 al bar, donde un camarero le ofreci贸 un trago con una sonrisa insinuante. Su coraz贸n estaba acelerado, y no sab铆a si era por el miedo o por la mezcla de incomodidad y curiosidad que sent铆a en su nuevo cuerpo. El calor del club, la m煤sica que hac铆a temblar las paredes y las miradas constantes lo estaban sofocando. Necesitaba enfocarse.

“Vas… entras, tomas las pruebas que necesitas y te vas”, volvi贸 a repetirse mentalmente. Pero justo cuando estaba a punto de dirigirse a la sala VIP, una mano firme se pos贸 en su cintura. Adri谩n se tens贸 al instante.

Hola, preciosa. No te hab铆a visto por aqu铆 antes dijo una voz grave a su espalda.

Adri谩n gir贸 lentamente, encontr谩ndose con ni mas ni menos que con el capit谩n de la comisaria, claramente era uno de los clientes del lugar. Tenia su t铆pica sonrisa confiada, se supon铆a que nadie mas sabr铆a de esto, ¿el frecuentaba este lugar, hab铆a alguien mas en la operaci贸n?. Adri谩n trag贸 saliva y trat贸 de recordar su entrenamiento.

Tengo que... irme murmur贸, tratando de dar un paso hacia atr谩s. Pero el hombre no se movi贸, y su mano permaneci贸 en su cintura.

No tan r谩pido. Ven, acomp谩帽ame a tomar algo. No muerdo... a menos que quieras que lo hagabrome贸 el hombre, aunque su tono no ten铆a nada de inocente.

Desde la distancia, Jessica observaba con inter茅s. Sab铆a que la diversi贸n apenas comenzaba, y que Adri谩n, a煤n sin saberlo, estaba a punto de descubrir que la l铆nea entre el deber y el sacrificio personal no siempre era clara. La polic铆a cumpl铆a su parte del trato, ese chico ahora le pertenec铆a a ella.

Y si sus socios quer铆an algo m谩s... bueno, Jessica siempre sab铆a c贸mo cumplir sus promesas, incluso si eso significaba ofrecer algo m谩s que una copa o un baile.





6 comentarios:

  1. Me gusto mucho esta historia ademas Jessica me encanta como en algunas historias te involucras tu como un personaje o a tu club como en la historia de la colegiala ay tu fuiste la entidad sobrenatural que hiso el cambio de cuerpo y en esta es tu club el que investiga el agente encubierto y tu eres la duena

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  2. Muy intrigante historia, que linda se ve el polic铆a encubierto esa pilladora rosa si que es efectiva. Has visto alguna vez la pel铆cula de Face/Off o Contra cara? es una donde un criminal y un polic铆a intercambian vidas

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  3. me gusto breve pero ingeniosa historia muy excitante : )

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