domingo, 1 de diciembre de 2024

Peticion #3

La Nueva Reina del Colegio



 Antonio hab铆a pasado a帽os observando, so帽ando, deseando. Caminaba por las calles como un espectador atrapado en un espect谩culo al que nunca lo invitaron, como un club exclusivo al que jam谩s podr铆a entrar. Cada vez que ve铆a a las colegialas pasar, algo en su pecho se retorc铆a. No era solo su belleza: eran sus risas despreocupadas, esa complicidad que parec铆a envolverlas en un mundo donde 茅l jam谩s podr铆a entrar. Sus faldas ondeaban con cada paso, y sus voces melodiosas discut铆an planes de fiestas, amores y ex谩menes.



 —Yo quiero eso. No quiero estar con ellas... quiero ser una de ellas. —

Su sentimiento iba m谩s all谩 de querer una relaci贸n con una chica tan hermosa, su deseo era ser una de esas chicas hermosas, Ese d铆a no era distinto a los dem谩s. Antonio iba por la avenida principal, distra铆da como siempre, con la mirada fija en un grupo de chicas que caminaban delante de 茅l. Sus pasos eran ligeros, casi danzantes, y sus mochilas se balanceaban al ritmo de su caminar, encontraba adorable el estilo tan 煤nico pero a la vez tan a la moda de las chicas, peque帽os colgantes con peluches, pines, o simplemente los accesorios. Antonio apenas pod铆a escuchar su propia respiraci贸n, hipnotizado por esa visi贸n.


“¿Qu茅 se sentir谩 caminar as铆?, ser mirada con esa mezcla de admiraci贸n y ternura” pens贸, sin notar el rugido del motor que se acercaba r谩pidamente detr谩s de 茅l.

Todo ocurri贸 en un instante. El golpe fue brutal, un estruendo met谩lico que apag贸 todos los dem谩s sonidos. Su cuerpo vol贸 como un mu帽eco de trapo, y la oscuridad lo envolvi贸 antes de que pudiera siquiera procesar lo que hab铆a sucedido.


Cuando Antonio abri贸 los ojos, jade贸 como si estuviera ahog谩ndose. Sus manos temblorosas recorrieron su pecho, su abdomen, sus piernas. "Estoy... bien", murmur贸, pero la confusi贸n lo invadi贸 r谩pidamente al notar su entorno.

—Estoy bien... ¿pero d贸nde demonios estoy?—

Estaba en un lugar desconocido, un espacio amplio con un aire denso y misterioso. Las luces tenues te帽铆an todo de tonos rojizos, y el aroma a canela, tabaco y alcohol flotaba en el aire. Una barra larga y elegante se extend铆a frente a 茅l, con botellas alineadas en repisas brillantes. Hab铆a mesas vac铆as, y en un rinc贸n, un escenario peque帽o con un micr贸fono y un piano cubierto de polvo. ¿Era un teatro? ¿Era un bar? ¿Ambos? No lo sab铆a.



— ¿Hola? —llam贸, su voz temblorosa rompiendo el silencio. Pero nadie respondi贸.

"¿D贸nde estoy?", pens贸, Antonio camin贸 lentamente hacia la barra, sus pasos resonando en el suelo de madera. Se sent贸 en uno de los taburetes, tratando de ordenar sus pensamientos. "¿Qu茅 est谩 pasando? Estaba en la calle, luego el cami贸n... ¿esto es el infierno?". El silencio del lugar lo inquietaba, y su cabeza se llen贸 de preguntas. Cuando se sent贸 en uno de los taburetes, una voz femenina lo sobresalt贸.

—Ay, querido, ¡vaya accidente que tuviste! — dijo una voz femenina detr谩s de 茅l, suave como el terciopelo.

—Qu茅 entrada tan dram谩tica has tenido.—

Antonio se gir贸 bruscamente y casi cay贸 del asiento. Frente a 茅l estaba una mujer de una belleza magn茅tica. Su cabello dorado ca铆a en suaves ondas, llevaba un traje ce帽ido que acentuaba cada curva de su figura. Sus ojos brillaban con una chispa traviesa, y su sonrisa ten铆a un toque seductor que lo desarm贸. En su mano llevaba un bast贸n, que giraba lentamente entre sus dedos.



—Tranquilo, mi ni帽o — dijo la mujer, con una voz aterciopelada.

 —No temas, no voy a hacerte da帽o.

Antonio intent贸 hablar, pero las palabras no sal铆an de su boca. Su mirada estaba fija en la figura de la mujer, en la forma en que el bast贸n negro que sosten铆a rozaba el suelo con un movimiento casi hipn贸tico.

— ¿Q-qui茅n... qui茅n eres? —balbuce贸 Antonio, incapaz de apartar la mirada de ella.

— ¿D贸nde estoy? —La mujer lade贸 la cabeza y lo mir贸 como si estuviera evalu谩ndolo.

—Este no es el infierno, si eso te preocupa— respondi贸 con una sonrisa burlona.

—y yo... Soy Jessica, coraz贸n. Y este...— hizo un gesto amplio con el bast贸n 

—Este es mi club, el Club de Jessica. Y t煤, querido, est谩s aqu铆 porque tu peque帽o accidente te dej贸... bueno, hecho un desastre.

Antonio la mir贸, desconcertado, mientras ella daba un paso m谩s cerca. Su perfume llen贸 el aire, una mezcla de especias y flores oscuras que lo mare贸.

—Pero vamos a lo importante —continu贸 Jessica, con una sonrisa que era a la vez reconfortante y peligrosa.

—Est谩s muerto, mi cielo. —

Jessica gir贸 ligeramente su bast贸n hacia un espejo detr谩s de la barra. Antonio, confundido, sigui贸 su gesto y mir贸 el reflejo. Lo que vio lo hizo gritar de horror: su cuerpo estaba destrozado, su rostro irreconocible, desfigurado por el impacto del cami贸n.



—¡Esto no puede ser real! —grit贸, retrocediendo.

—Oh, pero lo es —respondi贸 Jessica, acerc谩ndose con pasos elegantes

—Est谩s muerto, Antonio. Pero no te preocupes, estoy aqu铆 para ofrecerte algo... especial— Jessica se acerc贸, coloc谩ndole una mano en el hombro.

Antonio la mir贸 con l谩grimas en los ojos, su mente incapaz de procesar lo que estaba escuchando.

—¿Qu茅 quieres de m铆?

Sus ojos se encontraron con los de Jessica y su sonrisa se volvi贸 m谩s amplia.

—De ti, nada... solo vengo a cumplir un deseo, a cambio de un peque帽o favor. ¿Qu茅 me dices, querido?

Antonio trag贸 saliva, sintiendo c贸mo su coraz贸n —si es que a煤n lo ten铆a— lat铆a desbocado.

— ¿Qu茅 clase de deseo?

Jessica chasque贸 los dedos, y el ambiente del lugar cambi贸 instant谩neamente. Una m煤sica suave comenz贸 a sonar, y las luces se hicieron m谩s c谩lidas.



—Puedes volver, Antonio. Puedo devolverte a la vida. Pero no como antes. Esta es tu oportunidad de elegir... qui茅n quieres ser.

Las palabras de Jessica lo golpearon como un rayo. Una imagen apareci贸 en su mente: colegialas, risue帽as, con sus faldas que bailaban al comp谩s de sus pasos. Antonio cerr贸 los ojos con fuerza, incapaz de admitirlo en voz alta.



—¿Y cu谩l es el precio?— Antonio trag贸 saliva.

Jessica rio suavemente.

—Oh, nada demasiado complicado. Solo trabajar谩s para m铆, ayud谩ndome con ciertos... trabajos, ¡Ser谩s parte del Club de Jessica!

Antonio dud贸. Su coraz贸n lat铆a con fuerza, y sus pensamientos eran un torbellino.

— ¿Y si no acepto?

Jessica inclin贸 la cabeza entrecerrando sus ojos, su sonrisa m谩s amplia que nunca.

—Entonces vuelves al juicio final— Dijo encogi茅ndose de hombros como si eso no tuviera importancia.

—Pero querido, creo que t煤 ya sabes lo que quieres. Solo necesitas el valor para admitirlo.

Jessica extendi贸 su mano, con una mirada que combinaba compasi贸n y maldad

—Vamos, querido. No tienes mucho tiempo. ¿Aceptas mi oferta?

—¿Eres el diablo? — Antonio la miraba temblando


—Oh no no cari帽o, yo no soy ni un 谩ngel, ni un demonio, yo Soy Jessica Body Swap.

Antonio la mir贸, temblando. Cerr贸 los ojos y, con un suspiro, tom贸 la mano de Jessica.

—Bienvenido al club —dijo Jessica, con una amplia sonrisa de oreja a oreja y una chispa peligrosa en sus ojos. En ese instante, el suelo bajo sus pies desapareci贸, y cay贸 al vac铆o.



El mundo se desvaneci贸 bajo sus pies. Antonio sinti贸 que ca铆a, que el vac铆o lo consum铆a Cuando abri贸 los ojos de nuevo, estaba recostado su cuerpo se sent铆a pesado, ligeramente, pero… no ten铆a dolor, estaba en su cama, estaba bien, solo que algo andaba mal, la luz del sol se filtraba a trav茅s de unas persianas rosas. Antonio parpade贸, desorientado, y not贸 que estaba en una cama desconocida. Las s谩banas eran suaves y ol铆an a flores, y su cuerpo... su cuerpo no se sent铆a como antes.



Se incorpor贸 lentamente, sintiendo el roce de las cobijas contra una piel m谩s tersa, m谩s sensible. Cuando un mech贸n de cabello rubio cay贸 frente a sus ojos, su respiraci贸n se aceler贸, sus ojos recorrieron una y otra vez analizando e inspeccionando el extra帽o lugar en el que estaba, un cuarto fresco y de aromas dulces lo recib铆a, decorado con peluches y posters de cantantes masculinos.



Salt贸 de la cama y corri贸 hacia un espejo en la esquina de la habitaci贸n. Lo que vio lo dej贸 sin aliento: una chica hermosa, de unos 20 a帽os, lo miraba con una expresi贸n de puro p谩nico. Sus manos peque帽as y delicadas temblaban mientras se tocaba el rostro, el cuello, los pechos que se alzaban y ca铆an con cada respiraci贸n agitada.



En el borde del espejo, una foto mostraba a la misma chica, vestida con un uniforme escolar. Junto a ella, una Jessica m谩s joven sonre铆a, al igual que ella llevaba un uniforme escolar a juego, y Una nota pegada al cristal dec铆a:

"Disfruta de tu nuevo cuerpo. Bienvenida al Club de Jessica."

Antonio no pod铆a creer lo que hab铆a pasado. Frente a 茅l, el espejo le devolv铆a el reflejo de una chica hermosa, tan perfecta que parec铆a irreal. Era como si mirara a un 谩ngel, y ese 谩ngel... era 茅l. Una mezcla de miedo, sorpresa y fascinaci贸n lo invadi贸 mientras daba un paso hacia el espejo, casi como si se acercara a una visi贸n et茅rea. Sus ojos recorr铆an de arriba a abajo su nueva figura, cada detalle m谩s desconcertante que el anterior.



Llev贸 sus manos temblorosas a sus mejillas, sintiendo el tacto de una piel suave y tersa que no reconoc铆a. Sus labios entreabiertos dejaron escapar un susurro casi inaudible.



—Estoy hermosa...

La voz que escuch贸 no era la suya. Era una melod铆a dulce, ligera y femenina que lo desarm贸 por completo. Sus ojos se abrieron de golpe, llenos de una mezcla de incredulidad y emoci贸n. Un nudo se form贸 en su garganta mientras sus manos ahora temblaban sobre sus labios. Quer铆a llorar, pero no sab铆a si de felicidad, confusi贸n o miedo.

Su mirada baj贸, deteni茅ndose en las curvas que ahora formaban su cuerpo. La delicada figura que ve铆a en el espejo le devolv铆a la mirada con una expresi贸n de asombro y nerviosismo. Trag贸 saliva, sintiendo el peso de su nueva realidad. No hab铆a forma de negar lo que estaba viendo. 脡l era una mujer, y no cualquier mujer, sino una joven de belleza impactante.

De repente, un ruido interrumpi贸 sus pensamientos. La puerta de la habitaci贸n se abri贸 de golpe, haci茅ndolo saltar y dar un peque帽o grito agudo que lo sorprendi贸 tanto como a la persona que entraba.


—¡Leslie, qu茅 haces! ¡Se te va a hacer tarde, ni帽a! —dijo una voz femenina, c谩lida y familiar.


Antonio volte贸 hacia la puerta, encontr谩ndose con una mujer que irradiaba una presencia maternal. Su cabello estaba recogido en un mo帽o sencillo, y llevaba una expresi贸n de ligera impaciencia. 脡l abri贸 la boca, pero ning煤n sonido sali贸. Se sent铆a atrapado, como si fuera un intruso en un lugar al que no pertenec铆a.

—Ay, ni帽a, ya deber铆as estar cambiada. ¡Ap煤rate, mi amor! Y no olvides ayudarme con tu hermano antes de irte —dijo la mujer mientras caminaba por la habitaci贸n con la naturalidad de quien conoce cada rinc贸n.

Antonio permaneci贸 congelado, incapaz de procesar la situaci贸n. Su mente trataba de encontrar sentido a lo que estaba pasando. "¿Mi hermano? ¿Qui茅n es ella? .

—Ira, m茅tete a ba帽ar. Ahorita te dejo tu uniforme —agreg贸 la mujer mientras sacaba algunas cosas del armario y se dirig铆a hacia la puerta.

Antes de que pudiera responder, Antonio sinti贸 c贸mo unas manos firmes pero cari帽osas lo empujaban suavemente hacia el ba帽o. La puerta se cerr贸 detr谩s de 茅l, dej谩ndolo completamente solo en un lugar que tampoco reconoc铆a.

Respir贸 hondo, apoy谩ndose contra la puerta. Su mente era un torbellino. " Leslie," repiti贸 en voz baja, probando el nombre. Sonri贸 d茅bilmente. Era tan hermoso, tan perfecto... y ahora, al parecer, era suyo.



 Mientras el vapor comenzaba a llenar el ba帽o, una mezcla de asombro, verg眉enza y un extra帽o tipo de excitaci贸n lo consum铆a. "Esto es real," pens贸 mientras observaba el reflejo de su nuevo cuerpo empa帽arse lentamente en el espejo. Su mirada se qued贸 fija en los detalles: los hombros delicados, la curva suave de la cintura, las largas piernas femeninas. Todo esto era suyo. 脡l era Leslie ahora.





Respir贸 hondo, intentando calmarse. Se repiti贸 que no estaba haciendo nada malo. Era su cuerpo. Su nuevo cuerpo. Pero aun as铆, sus manos temblaban mientras deslizaba la tela del pijama que llevaba. Primero la parte superior cay贸 suavemente al suelo, revelando una piel tan suave como la seda. Baj贸 la prenda inferior con cuidado, cada cent铆metro que descubr铆a parec铆a traer consigo un latido m谩s fuerte en su pecho.


El sonido del agua caliente al chocar contra las baldosas lo trajo de vuelta. Descalzo, toc贸 la temperatura con la punta de los dedos, sintiendo c贸mo el calor acariciaba su nueva piel.
"Solo es un ba帽o," murmur贸 para s铆 mismo mientras entraba lentamente.



El agua caliente golpe贸 su cuerpo, y la sensaci贸n fue abrumadora. Cada gota parec铆a amplificar su sensibilidad, como si su piel estuviera despertando por primera vez. Cerr贸 los ojos mientras el agua corr铆a por su cabello, peg谩ndolo contra su espalda, y luego bajaba serpenteando por su cuello hasta el resto de su figura... todo era nuevo, indescriptible.

Antonio llev贸 las manos a su rostro, dejando que el agua tibia cubriera sus mejillas. "Estoy hermosa," pens贸 de nuevo, esta vez con un extra帽o orgullo mezclado con incredulidad. Su voz resonaba en su mente, ese tono angelical que hab铆a o铆do minutos atr谩s. La delicadeza de sus dedos al acariciar sus pechos era algo completamente ajeno a lo que hab铆a sentido antes.



Se permiti贸 explorar con cuidado, llev谩ndose las manos al cuello, luego a los hombros, y bajando por los brazos. El agua se deslizaba por ellos como si quisiera resaltar cada curva, cada detalle. Cerr贸 los ojos, concentr谩ndose solo en las sensaciones. Era c谩lido, reconfortante, pero tambi茅n desconocido. El peso del agua acumul谩ndose en su cabello, el cosquilleo al deslizarse por la parte baja de su espalda, todo lo hac铆a sentir vivo de una manera completamente nueva.

"Esto no es un sue帽o" pens贸 mientras su respiraci贸n se volv铆a m谩s pausada, m谩s profunda. El agua ca铆a como un b谩lsamo, llev谩ndose consigo los restos del miedo y la confusi贸n inicial. Era como si su cuerpo le estuviera diciendo que se rindiera a lo que sent铆a, que dejara de luchar.

Por un momento, apoy贸 las manos contra la pared de la ducha, dejando que el agua cubriera todo su cuerpo. Los vapores envolv铆an el peque帽o espacio como una nube protectora. Abri贸 los ojos y mir贸 hacia abajo, sus pechos, de tama帽o adecuado, con pezones que ya estaban duros y sensibles, viendo c贸mo las gotas resbalaban por su piel, dejando peque帽os rastros antes de desaparecer en el suelo. "As铆 es como se siente," pens贸, maravillado. Era una mezcla de paz y emoci贸n pura.

Un escalofr铆o recorri贸 su columna cuando el agua caliente golpe贸 su espalda, como si su cuerpo quisiera recordarle que todo esto era nuevo, que estaba descubriendo algo m谩s all谩 de lo f铆sico. Antonio se permiti贸 una sonrisa t铆mida, sus mejillas sonrojadas bajo el calor. Se abraz贸 a s铆 mismo por un momento, sintiendo esa fragilidad y delicadeza, algo que jam谩s hab铆a imaginado.

Cuando finalmente cerr贸 la llave, el ba帽o qued贸 en completo silencio, salvo por el goteo del agua. Se qued贸 quieto, dejando que el vapor se disipara poco a poco. Con una toalla, comenz贸 a secarse, acariciando su piel h煤meda con una suavidad que nunca hab铆a practicado antes. Se mir贸 en el espejo una vez m谩s, ahora completamente desnuda, y por primera vez, sonri贸.


"Soy Leslie," dijo en voz baja, probando c贸mo sonaba el nombre en sus labios. La emoci贸n volvi贸 a recorrerla. Hab铆a algo hermoso en todo esto, algo que no pod铆a explicar pero que la hac铆a sentir viva.

Cuando Antonio sali贸 del ba帽o, el vapor todav铆a lo envolv铆a como un recordatorio de la experiencia tan extra帽a e 铆ntima que acababa de vivir. Su mirada se pos贸 en la cama, donde el uniforme escolar estaba perfectamente doblado, esperando por 茅l. Pero lo que m谩s llam贸 su atenci贸n fue la ropa interior que descansaba junto al uniforme: unas panties rosadas y un sujetador que parec铆an tan femeninos y delicados que lo intimidaron de inmediato.



Una mezcla de euforia y p谩nico lo invadi贸. Se sent贸 en el borde de la cama, contemplando las prendas mientras su mente intentaba encontrar la forma de abordar la situaci贸n. "Esto no puede ser tan complicado, ¿verdad?" se dijo a s铆 mismo, intentando reunir valor.

—Okay... aqu铆 vamos.

Primero tom贸 las pantis. Las desliz贸 lentamente por sus piernas, sintiendo el tacto de la tela suave y el谩stica contra su piel. La sensaci贸n era completamente nueva, tan ligera y ajustada que lo dej贸 sin aliento por un momento. Al subirlas hasta su cintura, not贸 c贸mo se acomodaban perfectamente en su cuerpo, abrazando su trasero suave y redondo de una manera que jam谩s hab铆a experimentado.


Luego vino el sujetador. "Esto es m谩s complicado de lo que parece," pens贸 mientras examinaba las correas y los broches. Tras varios intentos torpes, logr贸 colocarlo alrededor de su torso, sintiendo c贸mo las copas envolv铆an su pecho. El ajuste firme y c贸modo lo desconcert贸, especialmente cuando se dio cuenta de c贸mo moldeaba su figura. Cada movimiento hac铆a que las correas acariciaran su piel, record谩ndole lo ajeno que era este cuerpo y lo natural que parec铆a todo al mismo tiempo.



Finalmente, se puso la blusa blanca del uniforme, cuyos botones peque帽os le resultaron un desaf铆o. La falda fue m谩s sencilla: la desliz贸 por sus caderas, dejando que la tela ligera y fluida cayera hasta sus muslos. Por 煤ltimo, se coloc贸 las calcetas largas y los zapatos, completando el atuendo.



 Cuando se mir贸 en el espejo, vio reflejada una imagen que parec铆a salida de una pel铆cula: una colegiala perfecta, aunque con el cabello algo despeinado y el rostro sin maquillar.



"Esto es surrealista," pens贸 mientras sal铆a de la habitaci贸n, todav铆a ajust谩ndose t铆midamente la falda.




Al llegar al comedor, se dej贸 guiar torpemente por los pasillos de una casa que no reconoc铆a, siguiendo el sonido de platos y voces. Baj贸 las escaleras y encontr贸 a la mujer que lo hab铆a llamado antes —su "madre"— corriendo de un lado a otro mientras preparaba el desayuno.

La mujer lo mir贸 r谩pidamente y frunci贸 el ce帽o.

—¿Y esas gre帽as? ¡Ay, ni帽a! ¿Qu茅 hiciste con tu cabello?

Antonio dio un peque帽o salto, sinti茅ndose atrapado. Su rostro enrojeci贸 al darse cuenta de que hab铆a olvidado peinarse y ni hablar de maquillarse.

—Lo siento, yo...

—Ay, no. Ya si茅ntate a comer, anda. —La mujer suspir贸 y luego grit贸 hacia las escaleras—. ¡Brandon! ¡Baja ya!

Antonio se sent贸 a la mesa, sinti茅ndose completamente fuera de lugar. Observaba los movimientos de su "madre", tratando de imitar su postura para no levantar sospechas.

—¿Qu茅 te pasa? —pregunt贸 la mujer, colocando un plato frente a 茅l—. ¿Es por los ex谩menes? No te sientas tan presionada, cari帽o. Todo estar谩 bien.

Antes de que pudiera responder, la mujer lo envolvi贸 en un abrazo repentino. Antonio se qued贸 petrificado mientras sent铆a el peso y la calidez de los enormes pechos de su nueva madre contra su cara. Su rostro se puso rojo como un tomate, incapaz de procesar la mezcla de incomodidad y ternura que lo invad铆a.

—Ven ac谩. D茅jame peinarte, ni帽a. —La mujer tom贸 un cepillo y empez贸 a trabajar en su cabello, tirando de 茅l con firmeza.

—¡Auch...! —se quejaba Antonio en voz baja, soltando peque帽os gemidos de dolor.

—Por eso debiste peinarte antes de que se te enredara, ni帽a. Ay, no. Contigo siempre es lo mismo.

Un chico m谩s joven baj贸 corriendo las escaleras y solt贸 una carcajada al ver a Antonio siendo peinado.

—¿Y esta? —se burl贸, se帽alando su cabello despeinado—. Parece que se levant贸 tarde otra vez.

—¡Ya si茅ntate a comer y no molestes a tu hermana! —respondi贸 la madre, mientras segu铆a tirando del cabello de Antonio con el cepillo.

Antonio apenas prob贸 el desayuno. La escena familiar era demasiado extra帽a para 茅l. La mujer hablaba y rega帽aba como si todo fuera normal, ajena al hecho de que su hija ya no era quien sol铆a ser. Antonio simplemente asinti贸 y dej贸 que lo corrigieran una y otra vez: su postura, la forma en que masticaba, los bocados demasiado grandes.

Cuando el desayuno termin贸, la mujer los apresur贸 para que no llegaran tarde.

—¡脕ndele, ni帽os! Se les va a hacer tarde.

Antonio quer铆a quedarse en casa, explorar su nuevo cuerpo con calma, pero sab铆a que no pod铆a permit铆rselo. A rega帽adientes, sali贸 junto con su "hermano", quien caminaba unos pasos por delante de 茅l.

—¿Y t煤? ¿Por qu茅 tan callada? —pregunt贸 el chico, mir谩ndolo de reojo.

—Yo... este...

Antes de que pudiera decir algo m谩s, un claxon lo interrumpi贸. Un coche se detuvo frente a ellos, y unas chicas hermosas comenzaron a llamarlo desde adentro.

—¡ Leslie, nena! ¡Sube!



Antonio palideci贸. Mir贸 a su "hermano" con desesperaci贸n, esperando alg煤n tipo de ayuda, pero el chico solo se encogi贸 de hombros.

—Bueno, tonta. Te veo luego. —Y sigui贸 caminando hacia otra direcci贸n.

Antonio se qued贸 paralizado, mirando al coche y a las chicas que re铆an y lo esperaban con impaciencia. Titube贸, pero finalmente, con pasos inseguros, se acerc贸 al coche y subi贸, sintiendo que su nueva vida apenas comenzaba...


El viaje en auto fue una explosi贸n de risas, m煤sica y una atm贸sfera cargada de energ铆a femenina. Las chicas hab铆an conectado el est茅reo a sus tel茅fonos, y la m煤sica que retumbaba era de esas canciones modernas que inevitablemente hac铆an imaginar movimientos sensuales en una pista de baile. Antonio estaba en el asiento trasero, atrapado entre dos chicas muy distintas: a su izquierda estaba Paola, una joven de piel canela y cabello rizado, corto y perfectamente definido, que le daba un aire sofisticado; a su derecha, Isabella, una chica de cabello lacio y te帽ido de un rubio platinado, con gafas de marco grueso y una sonrisa astuta que delataba su ingenio.


En el asiento del copiloto estaba Gina, una afro imponente con piel de chocolate y un cuerpo escultural. Llevaba su blusa del uniforme ligeramente desabotonada, dejando ver apenas un toque de piel que llamaba la atenci贸n sin esfuerzo. Finalmente, al volante iba Valeria, quien ten铆a el cabello largo y negro como el azabache, sujeto en una coleta alta que dejaba al descubierto un rostro tan perfecto como seguro.



Las chicas cantaban a todo pulm贸n, coreando los estribillos de las canciones m谩s populares, mientras Antonio trataba de encajar en la situaci贸n, ri茅ndose nerviosamente. Estaba atrapado en un mundo que le resultaba tan ajeno como fascinante.
En un momento, Alexa gir贸 la cabeza hacia 茅l, con una mirada curiosa.


—¿ Leslie, beb茅? ¿Todo bien? —pregunt贸 con un tono de preocupaci贸n.


Antonio dio un peque帽o brinco, sinti茅ndose expuesto bajo esa mirada. Sus ojos intentaron no bajar hacia el escote que se asomaba por la camisa desabotonada de Gina.


—D茅jala, Gina. —Intervino Isabella, ajustando sus gafas con una sonrisa maliciosa—. Seguro est谩 en sus d铆as. ¿Quieres que te pase un tamp贸n?


Antonio sinti贸 c贸mo su rostro ard铆a de verg眉enza. Quer铆a desaparecer.


—Eh... solo no dorm铆 por los ex谩menes... —balbuce贸 torpemente.


Las chicas estallaron en risas.


—¿Y t煤 desde cu谩ndo te preocupas por eso? —agreg贸 Paola desde su asiento, mir谩ndolo con incredulidad.


—¡Si tienes al profe L贸pez comiendo de tu mano! —a帽adi贸 Valeria desde el volante, haciendo un gesto con la boca y la mano.




Antonio se ruboriz贸 a煤n m谩s. Era obvio que no ten铆a idea de lo que hablaban, pero intent贸 re铆rse para no levantar sospechas. Por suerte, las chicas cambiaron r谩pidamente de tema, hablando sobre ropa, fiestas y la pr贸xima pel铆cula que quer铆an ver juntas.

Cuando llegaron al instituto, Valeria estacion贸 el coche en un lugar privilegiado. Una vez que las puertas se abrieron, las chicas comenzaron a bajar una a una, dejando que el aire fresco las envolviera. Antonio se qued贸 unos segundos m谩s, observ谩ndolas con asombro. Era ese momento que tantas veces hab铆a presenciado como espectador: las chicas caminaban en fila, seguras de s铆 mismas, mientras todos los ojos del instituto se posaban en ellas.



Antonio las sigui贸 t铆midamente, pero no pudo evitar sentir una mezcla de euforia y asombro. Ahora era parte de ese grupo. Por primera vez, entendi贸 lo que significaba ser el centro de atenci贸n. Caminaba junto a ellas, aunque de forma torpe, sinti茅ndose una reina del mundo con los chicos pr谩cticamente comiendo de la palma de sus manos.

Al entrar al edificio, el bullicio de los estudiantes se hizo m谩s fuerte. Una de las chicas, Isabella, se separ贸 del grupo para ir a su clase. Antes de irse, les dio un beso en la mejilla a cada una como despedida. Cuando lleg贸 el turno de Antonio, este se qued贸 petrificado al sentir el roce suave y c谩lido de los labios de Isabella contra su piel.


—Nos vemos en el almuerzo, nena —dijo ella con una sonrisa, sin notar la confusi贸n en los ojos de Antonio.

Las chicas continuaron caminando hasta su sal贸n. El lugar era un caos t铆pico de estudiantes prepar谩ndose para la primera clase del d铆a. Valeria se gir贸 hacia Antonio con una ceja levantada.


—¿Y eso, hermosa? T煤 siempre vienes tan arreglada.


Antonio titube贸.


—Eh... se me hizo tarde.


Valeria solt贸 una carcajada.


—¿Tarde? T煤 siempre dices que mejor tarde que sencilla. Ven ac谩, no puedes andar as铆.



Antes de que pudiera reaccionar, Valeria sac贸 un peque帽o kit de maquillaje de su bolso y comenz贸 a trabajar en el rostro de Antonio. Usaba sus manos con destreza, aplicando base, delineador y un toque de rubor mientras le contaba alg煤n chisme sobre una chica que Antonio no conoc铆a. Este solo asent铆a, incapaz de procesar lo que suced铆a.

Cuando Valeria termin贸, le mostr贸 el resultado en un peque帽o espejo de mano. Antonio se qued贸 helado. La imagen que lo devolv铆a el espejo era de una chica incre铆blemente hermosa, con un maquillaje impecable que resaltaba sus ojos y labios.



—Ay, nena, siempre te luces con el maquillaje —dijo Paola desde su asiento, admirando el trabajo de Valeria.


Antonio no pudo evitar sentirse abrumado. Ahora no solo era parte del grupo, sino que era una de las chicas m谩s bonitas del lugar. El v茅rtigo de su nueva realidad segu铆a creciendo, y apenas estaba comenzando el d铆a.

La primera clase fue ingl茅s, y Antonio, sentado en su nuevo cuerpo, sent铆a una mezcla de incredulidad y nostalgia. Hab铆a pasado tanto tiempo desde la 煤ltima vez que estuvo en un aula que ahora, con esta nueva perspectiva, le resultaba dif铆cil concentrarse. Su mente divagaba entre los recuerdos del accidente, los momentos posteriores y, sobre todo, Jessica. La mujer que lo hab铆a puesto en este cuerpo, la causa de tantas emociones...

—¡Leslie! —la voz de la maestra lo sac贸 de su trance.

Antonio levant贸 la vista, aturdido, y se encontr贸 con ella: Jessica. All铆 estaba, parada a unos metros de 茅l, con una expresi贸n mezcla de complicidad y cinismo.



—Se帽orita, ¿ser铆a tan amable de quedarse con nosotros un momento? —dijo Jessica, con un tono seco y profesional, pero sus ojos brillaban con algo m谩s profundo.

Antonio trag贸 saliva y respondi贸 torpemente.

—S-s铆... perd贸n.

Jessica tosi贸 ligeramente, como si recuperara su postura, y continu贸 con la clase. Sin embargo, antes de volver a escribir en el pizarr贸n, le dedic贸 un gui帽o a Antonio, uno que 茅l no pod铆a ignorar. Su coraz贸n lat铆a con fuerza. ¿Qu茅 significaba eso? ¿C贸mo era posible que estuviera aqu铆? ¿Era realmente ella o simplemente alguien igual?

Cuando la campana son贸, marcando el final de la clase, Jessica sali贸 del sal贸n con paso seguro, sus tacones resonando en el suelo, destac谩ndose entre el bullicio de los estudiantes. Antes de desaparecer por el pasillo, mir贸 ligeramente por encima del hombro hacia Antonio, con una sonrisa que parec铆a esconder un mill贸n de secretos.

Las chicas no tardaron en molestarle.

—Cuidado, nena. Esa maestra, cuando le caes mal, le caes mal. —dijo Gina con un tono divertido.

—¿Qu茅 se cree esa vieja? —agreg贸 Valeria—. Con ese escote, seguro ya anda queriendo cogerse a medio instituto.

Antonio no respondi贸. Su mente estaba a煤n atrapada en la imagen de Jessica. Pero las dem谩s clases continuaron, mon贸tonas y aburridas, al punto de que Antonio cabece贸 en m谩s de una ocasi贸n. Finalmente, cuando el timbre son贸 anunciando la hora del almuerzo, los estudiantes celebraron con gritos.

Una de las chicas, Paola, tom贸 a Antonio del brazo.

—Anda, hermosa, muero de hambre.

Antonio, todav铆a algo aturdido, se dej贸 llevar. Su nuevo grupo de amigas caminaba por los pasillos con una presencia imponente. Valeria, la rica y segura de s铆 misma, lideraba el grupo con pasos firmes, su uniforme ajustado perfectamente planchado. Gina, la belleza afroamericana jugaba con su cabello al caminar, consciente de las miradas que atra铆a. Isabella, la m谩s lista, discut铆a alg煤n tema con Paola, quien siempre luc铆a un aire de sofisticaci贸n extranjera con su estilo europeo. Por 煤ltimo, Antonio, quien para todos era “Leslie, la Reina del instituto”, intentaba imitar la confianza de sus amigas, aunque sus movimientos segu铆an siendo torpes.

La cafeter铆a era el lugar donde reinaban. Su mesa estaba ubicada estrat茅gicamente en el centro, visible desde cualquier 谩ngulo. Antonio observaba c贸mo todos los estudiantes les abr铆an paso, algunos saludando con respeto y otros simplemente desviando la mirada.



Mientras las chicas hablaban de temas variados, Antonio intentaba mantenerse al margen, riendo cuando lo hac铆an y asintiendo cuando alguien le dirig铆a la palabra. Pero todo cambi贸 cuando un grupo de chicos irrumpi贸 en la cafeter铆a, haciendo esc谩ndalo y atrayendo miradas. Eran fuertes, guapos, claramente el centro de atenci贸n masculina.

—Ay, Dios, ¿vieron a Rick? —dijo Isabela, se帽alando al moreno del grupo.

—Qu茅 gritones, pero qu茅 guapos... —a帽adi贸 Paola, riendo con disimulo.

Antonio trat贸 de ignorar sus comentarios, pero su atenci贸n se centr贸 involuntariamente en los chicos. Fue entonces cuando el grupo masculino se acerc贸 a su mesa. El supuesto l铆der del equipo, un chico alto y musculoso llamado Brad, salud贸 con confianza antes de sentarse junto a Antonio.

—Hola, mi amor —dijo con una sonrisa segura.

Antes de que Antonio pudiera procesar lo que suced铆a, Brad pas贸 su brazo alrededor de sus hombros, gir贸 su rostro hacia 茅l y le plant贸 un beso largo. Antonio qued贸 paralizado. La sensaci贸n era extra帽a, invasiva y profundamente inc贸moda. Sent铆a una mezcla de repulsi贸n, verg眉enza y algo m谩s que no pod铆a definir.

Cuando el beso termin贸, Brad sonri贸, sin darse cuenta del impacto que hab铆a causado.

— ¿Qu茅 te pasa, hermosa? ¿Est谩s en tus d铆as? —pregunt贸, inclinando la cabeza con un tono burl贸n. los dem谩s chicos presente se rieron ante el comentario de su amigo.

Antonio apenas pod铆a hablar. S贸lo peque帽os suspiros escapaban de sus labios, sin saber exactamente que decir, estaba rojo como un tomate.

— ¡Brad! —Exclam贸 Valeria, golpe谩ndole el brazo—. ¡Deja en paz a Leslie! Est谩 sensible, ¿no ves?

El chico capt贸 la indirecta, levantando las manos en se帽al de rendici贸n.

—Est谩 bien, est谩 bien. Nos vemos luego, beb茅. —Brad se despidi贸 con un beso en la mejilla antes de marcharse con sus amigos, dejando a Antonio a煤n m谩s desconcertado.

Cuando las chicas tambi茅n se levantaron para irse, Antonio encontr贸 la excusa perfecta para quedarse atr谩s.

—Vayan yendo, chicas. Ir茅 al ba帽o un momento.

—¿Est谩s bien, nena? —pregunt贸 Gina, con una mirada algo preocupada.

—¿Necesitas una toalla o algo? —a帽adi贸 Isabella, intentando ser discreta pero logrando que Antonio se pusiera a煤n m谩s rojo.

—N-no, estoy bien... —respondi贸, desviando la mirada.

Las chicas finalmente se marcharon, dej谩ndolo solo. Antonio exhal贸 profundamente, sintiendo c贸mo la presi贸n del momento lo abrumaba. Estaba viviendo una pesadilla disfrazada de cuento de hadas, y a煤n le quedaba mucho por descubrir sobre su nueva vida como Leslie.

Antonio necesitaba un respiro. Todo lo que estaba viviendo lo estaba llevando al l铆mite. Empez贸 como un sue帽o hecho realidad y ahora, estaba delante de compromisos que no eran suyos. Camin贸 apresuradamente por los pasillos hasta encontrar el ba帽o m谩s cercano. Sin prestar atenci贸n, empuj贸 la puerta y entr贸. Se encerr贸 en el 煤ltimo cub铆culo, cerrando el pestillo tras 茅l, y se dej贸 caer en la tapa del inodoro. Su respiraci贸n estaba agitada, su mente un caos.


El beso... ese maldito beso. No pod铆a sac谩rselo de la cabeza. Su cuerpo, este nuevo cuerpo que no le pertenec铆a, era el de una colegiala, pero su mente segu铆a siendo la de un hombre. Sus gustos, sus pensamientos, su esencia, todo segu铆a intacto. Y aun as铆, ese contacto hab铆a sido... desconcertante.

Antonio pas贸 las manos por su rostro, frustrado. ¿C贸mo se supon铆a que deb铆a lidiar con esto? Se sent铆a atrapado, obligado a cumplir un papel que no entend铆a, rodeado de personas que lo ve铆an como alguien que no era. Todo el mundo lo trataba como Leslie, la angelical chica que todos admiraban, pero 茅l segu铆a siendo Antonio, un hombre que no sab铆a c贸mo salir de esta situaci贸n.
 "Yo solo quer铆a ser como ellas".

Estaba tan absorto en sus pensamientos que no not贸 el sonido de la puerta del ba帽o abri茅ndose. No fue hasta que escuch贸 una voz familiar que su cuerpo se tens贸 por completo.

—Hey!!, Leslie... —dijo una voz masculina, profunda y confiada.

Antonio sinti贸 c贸mo su coraz贸n se deten铆a. ¿Qui茅n...? Su mente comenz贸 a correr en c铆rculos. Lentamente levant贸 la cabeza, conteniendo la respiraci贸n, mientras escuchaba los pasos acerc谩ndose.

—¿Te sientes bien? —continu贸 la voz, ahora m谩s cerca.

Antonio trag贸 saliva. Esa voz pertenec铆a a Brad. Su "novio".

El chico se detuvo frente a la puerta del cub铆culo. Antonio pod铆a ver la sombra de sus pies justo afuera.

—¿Por qu茅 te viniste al ba帽o de hombres? —pregunt贸 Brad con un tono divertido—. ¿Tanto quer铆as verme, eh?

Antonio sinti贸 un sudor fr铆o recorrer su espalda. Mir贸 alrededor del peque帽o espacio, buscando desesperadamente una salida, pero no hab铆a ninguna.

—Ehm... m-me equivoqu茅 de ba帽o... —logr贸 balbucear, intentando sonar lo m谩s convincente posible.

—¿Te equivocaste? —Brad solt贸 una carcajada—. Vamos, Leslie, no tienes que poner excusas. Si quer铆as un momento a solas conmigo, solo ten铆as que decirlo.

Antonio cerr贸 los ojos, deseando desaparecer. No pod铆a creer lo que estaba escuchando. El chico continu贸 hablando, su tono cada vez m谩s provocador.

—¿Sabes? Hoy en la cafeter铆a... sent铆 que estabas diferente. ¿Me est谩s ocultando algo, nena?

Antonio abri贸 los ojos, su mente trabajando a toda velocidad para encontrar una respuesta. Finalmente, respir贸 hondo y trat贸 de sonar firme.

—No, Brad. Solo estoy... cansada por los ex谩menes.

Hubo un momento de silencio, seguido por el sonido del pestillo del cub铆culo abri茅ndose y cerr谩ndose. Antonio sinti贸 c贸mo el p谩nico aumentaba cuando escuch贸 a Brad entrar al cubiculo. "Por que diablos no olvide poner el mandito seguro... mierda mierda mierda"

—Bueno, entonces rel谩jate un poco, ¿s铆? —dijo Brad, ahora con un tono m谩s suave—. Sabes que puedes contar conmigo para cualquier cosa.

Antonio no supo qu茅 responder. Permaneci贸 en silencio, con las manos apretadas en su regazo. No sab铆a cu谩nto tiempo m谩s podr铆a soportar esta farsa.

Antonio permanec铆a inm贸vil dentro del cub铆culo, con las manos temblorosas y el coraz贸n latiendo como un tambor en su pecho. La imagen de Brad movi茅ndose en el cub铆culo lo ten铆a en alerta m谩xima. La voz del chico rompi贸 el silencio, baja y susurrante, casi como si estuviera compartiendo un secreto.

—Sabes, Leslie... —comenz贸 Brad—, ahora que estamos aqu铆, solos... pens茅 que podr铆amos continuar donde lo dejamos anoche.

Antonio se tens贸. ¿Continuar qu茅? No quer铆a saberlo. No pod铆a permitirse siquiera imaginarlo.

— ¿A qu茅 te refieres? —pregunt贸, intentando sonar neutral, pero su voz traicion贸 su creciente p谩nico.

Brad solt贸 una risita suave, confiada.

—Vamos, nena. No te hagas la inocente. Anoche t煤 misma dijiste que no pod铆as esperar m谩s, que te mor铆as por hacerlo.— Dijo mientras comenzaba a desabrochar sus pantalones.

Antonio sinti贸 un escalofr铆o recorrerle el cuerpo. Su mente corr铆a tratando de descifrar qu茅 responder. No era Leslie. No hab铆a sido 茅l quien hab铆a dicho esas palabras, y lo 煤ltimo que quer铆a era prolongar esta situaci贸n inc贸moda.

—No... No creo que sea buena idea, Brad —respondi贸, con un hilo de voz.

El chico suspir贸, y aunque su tono segu铆a siendo juguet贸n, hab铆a un matiz de confusi贸n en 茅l.

— ¿Qu茅 te pasa hoy, eh? Hacemos esto todo el tiempo. ¿Por qu茅 te est谩s poniendo tan rara?

Antonio no pudo soportarlo m谩s. El peso de las expectativas de Brad, el hecho de estar atrapado en un cuerpo que no era el suyo, todo lo estaba desbordando. Brad intento tomar entre sus brazos a Antonio quien Sin pensarlo dos veces, empujo a Brad con todas las fuerzas que su peque帽o cuerpo pudo y sali贸 r谩pidamente, evitando mirar hacia atr谩s.



—Leslie, espera... —alcanz贸 a decir Brad, pero Antonio ya estaba saliendo al pasillo.

Sus pasos eran r谩pidos, casi torpes, mientras intentaba escapar de esa situaci贸n. No mir贸 a nadie, pero en su prisa tropez贸 con una chica que estaba justo afuera del ba帽o.

—¡Ey! Ten m谩s cuidado... —dijo la chica, pero Antonio no se detuvo a disculparse.

Sus ojos se llenaron de l谩grimas, y lo 煤nico que quer铆a era huir de todo. Cruz贸 el pasillo y sali贸 corriendo hacia los campos del instituto, donde el aire fresco golpe贸 su rostro y lo oblig贸 a detenerse.

Se dej贸 caer sobre el c茅sped, respirando con dificultad, mientras intentaba calmarse. No pod铆a seguir as铆. No pod铆a seguir siendo Leslie. Pero, ¿c贸mo pod铆a regresar a ser qui茅n era?

De pronto una sombra se poso sobre el, Antonio levant贸 la mirada, sus ojos enrojecidos por el llanto, y vio frente a 茅l a una chica que no pertenec铆a a su grupo de amigas. Era la misma con la que hab铆a chocado antes. Se agach贸 a su lado, observ谩ndolo con preocupaci贸n. Su presencia era cautivadora: ten铆a un aire rebelde, con su cabello oscuro y ligeramente desordenado que enmarcaba un rostro de facciones delicadas. Su chaqueta de cuero desgastada contrastaba con una falda corta que mostraba sus piernas largas y estilizadas llenas de tatuajes. Sus ojos, profundos y expresivos, lo miraban con una mezcla de curiosidad y compasi贸n.


—¿Est谩s bien? —pregunt贸 ella, sent谩ndose a su lado sin esperar respuesta.


Antonio se qued贸 en silencio, incapaz de articular palabra. Apenas pod铆a soportar el peso de sus emociones. Finalmente, se derrumb贸 y dej贸 que las l谩grimas fluyeran libremente. Amaba la sensaci贸n de ser una colegiala, pero odiaba lo que hab铆a pasado con Brad. Se sent铆a d茅bil, vulnerable, y terriblemente confundido, en otras ocasiones simplemente hubiera afrontado una situaci贸n as铆, pero ahora para el mundo era una mujer, una mujer peque帽a y d茅bil, sus emociones estaban a flor de piel, nunca hab铆a llorado en su vida, y ahora, no pod铆a dejar de hacerlo.




—Si 茅l te hizo algo, tienes que reportarlo —dijo la chica, su voz firme, pero c谩lida.


Antonio neg贸 con la cabeza, su voz apenas un susurro.


—No quiero problemas…


Ella suspir贸, resignada, y sin decir nada m谩s, lo rode贸 con sus brazos, atray茅ndolo hacia su pecho. El gesto fue c谩lido y protector, pero Antonio se qued贸 paralizado. Pod铆a sentir el aroma suave y dulce de su perfume, su calor reconfortante, y el roce sutil de sus curvas. Su coraz贸n comenz贸 a latir con fuerza, y un calor extra帽o se extendi贸 por su cuerpo.



—G-gracias… —murmur贸 con torpeza.


—No tienes que agradecerme, Leslie —respondi贸 ella con una sonrisa.


Antes de levantarse, se inclin贸 y dej贸 un beso en su mejilla. Antonio se puso rojo como un tomate, el rubor extendi茅ndose por todo su rostro mientras la ve铆a alejarse con una gracia natural que lo dejaba absorto.


—Siempre voy a cuidar de ti… ¿lo recuerdas?


Antonio no sab铆a a qu茅 se refer铆a, pero no tuvo tiempo de preguntar. Se qued贸 all铆 sentado, su mente dando vueltas, incapaz de sacarla de su mente.


De regreso a clases, trat贸 de centrarse en las lecciones, pero sus amigas no tardaron en notarlo.


—Miren nada m谩s —dijo una de ellas con una sonrisa traviesa—, otro momentito con Brad, ¿eh?


Antonio sinti贸 que su est贸mago se revolv铆a, y apenas pudo articular una respuesta.


—Y-ya saben c贸mo soy…


Las chicas rieron, aparentemente satisfechas con la respuesta.


Antonio no pudo evitar sentirse m谩s tranquilo tras el c谩lido abrazo de aquella chica, pero tambi茅n estaba confundido, su mente segu铆a revolviendo las palabras que ella hab铆a dicho: "Siempre voy a cuidar de ti... ¿Lo recuerdas?". Por m谩s que intentaba, no encontraba nada en los recuerdos de Leslie dentro de 茅l que explicara esa conexi贸n.

Cuando las clases terminaron y se dirigieron al coche, Antonio, t铆midamente y sin querer parecer sospechoso, se inclin贸 hacia Isabella mientras las dem谩s segu铆an charlando animadamente.



—Oye, ¿qui茅n es ella? —pregunt贸, se帽alando sutilmente con la cabeza hacia la chica que lo hab铆a ayudado.

Su amiga lo mir贸 como si acabara de decir algo completamente absurdo.

— ¿Qu茅? ¿Esa? ¿Est谩s hablando en serio, Leslie?

Antonio asinti贸, fingiendo indiferencia, pero por dentro se estaba retorciendo. La chica ajust贸 sus gafas y, con un tono de burla mezclado con incredulidad, respondi贸:

— ¡Es Camila, la lencha! ¿No te acuerdas? Es la que se te confes贸 hace unas semanas. Dijo que le gustabas y que quer铆a contigo, la de la Funa, bb, la tipa esa.

Antonio parpade贸, desconcertado.



— ¿Q-qu茅?

La chica puso los ojos en blanco, claramente molesta por lo que ella percib铆a como un acto de falsa inocencia.

—¡No te hagas! ¡Claro que te acuerdas! T煤 misma dijiste que te daba asco, que nunca en la vida andar铆as con alguien como ella. Hasta nos hiciste re铆r un mont贸n con lo dram谩tica que te pusiste al contar c贸mo te lo dijo, que tu en la vida comer铆as papaya, pura verga dijiste. 

 La chica se llamaba Camila Velasco, aunque en el instituto todos la conoc铆an simplemente como Cami. Su reputaci贸n era tan particular como su presencia: una chica rebelde, con cabello casta帽o y largo, siempre desordenado, como si hubiera pasado horas en la playa. Sus ojos ten铆an un brillo penetrante, y sol铆a vestir con una mezcla de ropa informal y accesorios que le daban un aire 煤nico, entre bohemio y punk.

A pesar de su imagen desafiante, hab铆a algo delicado en su forma de comportarse, un contraste que confund铆a a todos. Aunque muchos la tachaban como "la rara, la lesbiana, la lencha", Cami siempre se mostraba segura, como si nada de eso le importara. Pero Antonio pod铆a ver ahora que hab铆a algo m谩s en ella, algo que no encajaba con las etiquetas que los dem谩s le pon铆an.

Antonio sinti贸 como si le hubieran echado un balde de agua fr铆a. El recuerdo de la chica abraz谩ndolo calurosamente hac铆a unos momentos ahora estaba te帽ido de culpa y desconcierto. ¿C贸mo pod铆a alguien como Leslie haber hecho algo tan cruel?

—No… no s茅 qu茅 estaba pensando —intent贸 justificarse, sabiendo que estaba caminando sobre una cuerda floja—. Tal vez... me sent铆a presionada o algo as铆.

Su amiga se cruz贸 de brazos, observ谩ndolo —

Nms Leslie si hasta la funaste por chanca con toda la escuela— Dijo Gina quien estaba oyendo todo.

—Pues m谩s te vale que no est茅s intentando algo raro ahora, ¿eh? Porque te recuerdo que nosotras te apoyamos con Brad. La 煤ltima cosa que necesitamos es que la gente empiece a decir que ahora te gusta la lencha esa.

Antonio sinti贸 como si le apretaran el pecho. Entre las expectativas de sus amigas y la confusi贸n que sent铆a por su propia identidad, la situaci贸n era un caos. Solo pudo asentir y murmurar:

—Claro, no es nada.

La chica lo observ贸 un momento m谩s antes de encogerse de hombros y seguir charlando con las dem谩s. Sin embargo, Antonio no pod铆a sacarse de la cabeza a esa chica. Su mirada intensa, la calidez de su abrazo, la forma en que hab铆a dicho "siempre voy a cuidar de ti". ¿Realmente era alguien que Leslie hab铆a lastimado? ¿No pod铆a creer que Leslie se hab铆a encargado de funar a una chica solo por una confesi贸n?, esto lo dejo pensando, quiz谩s Leslie no era tan buena como el pensaba.

De regreso a casa, mientras el auto avanzaba entre las calles iluminadas por el sol que comenzaba a ponerse, Antonio se qued贸 en silencio, mirando por la ventana. No sab铆a si era el instinto de Leslie dentro de 茅l o algo completamente nuevo que estaba creciendo en su coraz贸n, pero esa chica —la "lencha", como la llamaban— se hab铆a quedado grabada en su mente.

Antonio sab铆a una cosa: aunque 茅l no era culpable de haberla herido, ahora ten铆a el deseo incontrolable de arreglar las cosas, incluso si eso significaba enfrentarse a un lado de Leslie que 茅l apenas estaba comenzando a descubrir.

De regreso en casa, Antonio comenz贸 a sentirse algo m谩s c贸modo en su nueva piel. Not贸 c贸mo su andar ten铆a un ligero contoneo, algo natural, como si sus caderas se balancearan con cada paso, y, por un momento, se pregunt贸 si ya estaba acostumbr谩ndose a su cuerpo, a esta nueva vida.

Al llegar a la casa, encontr贸 una nota de su madre: "Sal铆 con tu padre, dale de comer a tu hermano, volvemos a las 6". Estas palabras encendieron una chispa en Antonio. Hab铆a esperado todo el d铆a para estar a solas, para tener su propio momento.



Subi贸 corriendo hasta su habitaci贸n, sin fijarse en cerrar la puerta con seguro, entro a su habitaci贸n y se permiti贸 respirar profundamente, como si todo fuera un respiro cargado de significado. Camin贸 lentamente hacia el espejo, donde la figura reflejada era la de Leslie. Con el maquillaje perfecto y el cabello peinado, se ve铆a m谩s hermosa que nunca. Antonio no pudo evitar sonre铆r ante el reflejo. Su cuerpo era diferente, pero la mirada que se encontraba en el espejo, esa sonrisa que le devolv铆a, era algo que no pod铆a ignorar.



Se abraz贸 a s铆 misma, al cuerpo que ahora le pertenec铆a, como si estuviera buscando consuelo, un entendimiento que a煤n no lograba alcanzar completamente. Aunque hab铆a tantas dudas, tantas emociones en su interior, tambi茅n hab铆a algo de satisfacci贸n en ese instante de paz. Sin embargo, algo m谩s se encendi贸 en su pecho, como una mezcla de ansiedad y deseo por entender completamente qui茅n era ahora.

Estaba empezando a aceptar que todo esto era real, que la vida que estaba construyendo, esa persona que se encontraba en el espejo, era la nueva realidad a la que ten铆a que ajustarse, paso a paso. Pero a煤n hab铆a mucho por descubrir y entender.

"Veo que no me equivoqu茅 al darte a la chica", dijo una voz femenina.
Jessica, su voz llena de una calma inquietante mientras emerg铆a de la oscuridad del closet, caminaba alrededor de Antonio, observ谩ndolo de cerca. El aire a su alrededor parec铆a cargado de una energ铆a extra帽a y oscura. "En fin, el momento de tu primer pago ser谩 pronto, cari帽o", a帽adi贸, con una sonrisa sutil que no dejaba claro si estaba siendo amable o amenazante.



Antonio se qued贸 helado, el coraz贸n latiendo con fuerza mientras sus ojos segu铆an a Jessica, quien caminaba alrededor suyo. La figura de la mujer era imponente, su mirada intensa y sus movimientos calculados, como los de un depredador que observa a su presa.

Antonio trag贸 con dificultad, sin saber c贸mo reaccionar. "¿Pago?" susurr贸, con la voz temblorosa, sin saber si se refer铆a a algo literal o si hab铆a algo m谩s oscuro en sus palabras.

"S铆", respondi贸 Jessica, como si leyera su mente, "pero por ahora, disfruta de tu nuevo cuerpo con libertad. No te preocupes, cari帽o, no har谩s nada que no te guste"

Antonio intent贸 procesar las palabras de Jessica, el peso de la realidad aplastando sus pensamientos. Sab铆a que lo que viv铆a era algo mucho m谩s grande y complejo de lo que hab铆a imaginado, y aunque su cuerpo parec铆a ser el de Leslie, su mente, sus sentimientos, segu铆an siendo los mismos. ¿Qu茅 quer铆a decir con "el momento de tu primer pago"? ¿Qu茅 deb铆a hacer 茅l? ¿C贸mo se liberar铆a de todo esto?

Antes de que pudiera formular una respuesta, Jessica se acerc贸 a煤n m谩s, sus tacones resonaban imponente en el suelo, dej谩ndole claro que, aunque ahora se encontraba en el cuerpo de una mujer, su alma, todo lo que era el, le pertenec铆an.

—No temas cari帽o, solo pasaba a ver si te estabas divirtiendo, en fin, tengo que ver a tu otras hermanas, nos vemos pronto.

Antonio se qued贸 parado frente al espejo, todav铆a sintiendo el peso de la presencia de Jessica quien retroced铆a lentamente hacia la oscuridad del armario. lo ultimo que pudo ver,  fueron sus hermosos y amenazantes ojos. Cuando pudo reunir fuerzas para moverse, la puerta del armario ya estaba cerrada y la oscuridad dentro de 茅l era la 煤nica compa帽铆a. Un suspiro escap贸 de sus labios mientras sus pensamientos daban vueltas, procesando todo lo que acababa de ocurrir. La palabra "pago" segu铆a resonando en su mente como un eco distante, pero aterrador.

De repente, una notificaci贸n en su tel茅fono, que ni siquiera sabia que tenia y mucho menos hab铆a llevado a la escuela por todo el ajetreo del d铆a lo sac贸 de su trance. Era un mensaje de Brad, lleno de emoticonos y textos r谩pidos, casi como si estuviera tratando de buscar una respuesta. Antonio no pudo evitar girar los ojos. ¿Brad? No quer铆a saber nada de 茅l ni de sus avances, mucho menos despu茅s de lo ocurrido ese d铆a. Decidi贸 ignorar los mensajes y desvi贸 su atenci贸n hacia algo que parec铆a m谩s urgente, m谩s enigm谩tico: Leslie.

Sobre el escritorio, encontr贸 una nota que parec铆a casi dejarle un mensaje directo. "Puede que necesites esto, con amor, Jessica ; )" dec铆a la nota, acompa帽ada de una contrase帽a escrita. Antonio mir贸 la hoja, suspir贸, y la introdujo en el ordenador. Para su sorpresa, la contrase帽a funcion贸 sin problemas.

La pantalla se ilumin贸 y el navegador se abri贸, mostr谩ndole una cuenta de Facebook ya iniciada. Antonio se qued贸 mirando la pantalla por un momento, sin saber exactamente por d贸nde comenzar, pero pronto se dio cuenta de que esta ventana digital le ofrec铆a una oportunidad 煤nica para descubrir m谩s sobre la vida de Leslie. ¿Qui茅n era ella realmente? ¿Qu茅 m谩s hab铆a detr谩s de este cuerpo que ahora ocupaba?

Comenz贸 a navegar entre las publicaciones, fotos y conversaciones. Cada mensaje le daba una nueva pista, una pieza m谩s del rompecabezas que era la vida de Leslie. Descubri贸 fotos de ella con amigos, de fiestas a las que hab铆a asistido, y las conversaciones que manten铆a con sus compa帽eros de clase. El tel茅fono de Antonio vibraba de vez en cuando con las respuestas de Brad, pero 茅l las ignor贸 sin remordimientos, completamente absorbido por lo que estaba aprendiendo.

A medida que pasaba la tarde, Antonio comenzaba a entender m谩s sobre Leslie: sus gustos, sus pasiones, sus miedos y sue帽os, pero tambi茅n notaba algo extra帽o. Hab铆a interacciones con personas que no conoc铆a, amigos y conocidos que parec铆an tener una relaci贸n m谩s cercana de lo que 茅l podr铆a haber esperado. La vida de Leslie era m谩s compleja y llena de secretos e infidelidades, Leslie no era la ni帽a buena que el cre铆a. 

Al final del d铆a, Antonio se encontraba en un punto de no retorno. Sab铆a que, al igual que la informaci贸n que estaba descubriendo sobre Leslie, hab铆a algo mucho m谩s grande ocurriendo. Estaba atrapado entre dos mundos: el suyo, que ya no exist铆a, y el de Leslie, un mundo en el que ahora deb铆a navegar. ¿Qu茅 deb铆a hacer con todo esto?

Antonio dej贸 el ordenador sobre el escritorio, su mente llena de caos. Sent铆a el peso de todo lo que hab铆a descubierto sobre Leslie, pero tambi茅n el peso de su propia identidad, que parec铆a desvanecerse lentamente mientras se sumerg铆a m谩s en el papel de la joven que ahora habitaba. Se dej贸 caer sobre la cama, agotado, sin fuerzas para continuar pensando o procesando m谩s informaci贸n.

Soy una colegiala... o sigo siendo Antonio? La pregunta flotaba en su mente, repiti茅ndose como un eco que no encontraba respuesta. Pod铆a sentir su cuerpo, el contoneo de sus caderas al caminar, los movimientos suaves y femeninos que ahora hac铆an parte de su rutina diaria. Mir贸 sus manos, delicadas, con las u帽as perfectamente pintadas, y sinti贸 el contraste con la memoria de su vida anterior, la vida que ya parec铆a tan lejana.


El reflejo en el espejo, el maquillaje, el cabello perfectamente peinado... todo eso era Leslie. Y sin embargo, aqu铆 estaba 茅l, pensando en el chico que hab铆a sido. En los d铆as en los que era Antonio, un nombre, una vida, una identidad que ahora parec铆a irreal. La vida de Leslie lo envolv铆a, como si fuera un disfraz que no pod铆a quitarse.



¿Qui茅n era 茅l ahora? ¿Pod铆a ser ambos a la vez? La confusi贸n lo invadi贸 a煤n m谩s, el pensamiento de que las expectativas que otros ten铆an sobre 茅l, como Leslie, le forzaban a ser alguien que no quer铆a ser, pero al mismo tiempo, no pod铆a evitar encontrar cierta fascinaci贸n en c贸mo lo ve铆an los dem谩s, c贸mo se sent铆a siendo admirado y deseado, "pero definitivamente no con hombres, no de esa forma", dijo.

El suspiro que escap贸 de sus labios fue un suspiro de agotamiento, de miedo. Sent铆a que todo lo que hab铆a conocido y entendido de s铆 mismo se desmoronaba. La realidad de ser Antonio se desvanec铆a con cada paso que daba como Leslie, pero dentro de 茅l, algo segu铆a resisti茅ndose, algo que no quer铆a desaparecer por completo.

Las horas pasaron, y aunque se sinti贸 tentado a sumergirse en m谩s de esa vida ajena, algo dentro de 茅l le dec铆a que deb铆a detenerse, que deb铆a enfrentarse a la decisi贸n m谩s grande de todas: ¿Seguir铆a siendo la colegiala que todos esperaban, o segu铆a siendo Antonio, el hombre que una vez fue?, esta era una nueva oportunidad, despu茅s de todo.. el hab铆a muerto..., no hab铆a a donde volver.

Con todos estos pensamientos en mente Antonio suspiraba, la calidad y suavidad de su cama era realmente tranquilizadora, no recordaba haber estado nunca en un lugar as铆, cuando record贸…


Soy una mujer ahora…


con timidez bajo la mirada, descansando se encontr贸 la vista con dos peque帽os mont铆culos cubiertos por su uniforme de colegiala, Antonio trago saliva, los masajeo suavemente, se sent铆a... Tan bien, continuo su exploraci贸n, lentamente el masaje se volvi贸 m谩s intenso, tanto, que no supo en que momento su respiraci贸n se fue haciendo m谩s pesada, m谩s intensa, como un suspiro fuerte, con su nueva voz de mujer, Antonio se estaba poniendo caliente.



 Su hambre por descubrir qui茅n era Leslie lo hizo olvidarse de su deseo original, inquieto y sediento por descubrirse, en busca de ese momento de soledad que tanto ansiaba. El fino tacto de sus delicadas manos sobre su  cuerpo, envolvi茅ndolo, relaj谩ndolo, y entonces, sin pensarlo, sus manos comenzaron a deslizarse sobre su vientre, bajando hasta llegar a su entre pierna, se sent铆a c谩lida, un aroma a chica inundo sus sentidos, Antonio hab铆a puesto h煤medo el cuerpo de Leslie. Se hab铆a masturbado otras veces, Pero esa tarde fue diferente. Jam谩s en su vida imagino que estar铆a dentro del cuerpo de una colegiala,  sus manos trazaban un camino directo hacia su entrepierna. Y al tocarse all铆, en ese punto preciso, una descarga el茅ctrica recorri贸 su cuerpo. Su respiraci贸n se detuvo por un segundo. 

—Ahhh…— Antonio solt贸 un peque帽o jadeo, apenas audible.



Todo su ser despert贸 de golpe, un despertar que no esperaba, pero que su cuerpo hab铆a anhelado en silencio. Sus dedos, t铆midos al principio, comenzaron a moverse con suavidad sobre la humedad tela 谩spera, la sensaci贸n le rosaba, pero era una incomodidad deliciosa.  El ruido del mundo exterior se desvanec铆a, y lo 煤nico que exist铆a en ese momento era la sensaci贸n que crec铆a en su vientre.

 —Mmmmmmm… s铆…—, Antonio gem铆a suavemente, sintiendo c贸mo su nuevo cuerpo respond铆a.

Sus piernas temblaban ligeramente, su coraz贸n lat铆a con fuerza, y su mente se llenaba de im谩genes, de fantas铆as, con Leslie, de el como hombre haci茅ndola gemir y luego... el como una mujer, con.. Camila.

Narra Antonio



Todo me arrastraba hacia un lugar que no pod铆a controlar, pero al que no quer铆a renunciar. La presi贸n de mis dedos sobre ese puntito que supuse era el cl铆toris de Leslie… perd贸n, mi nuevo cl铆toris, aumentaba, y mi cuerpo empez贸 a reaccionar de formas que nunca hab铆a experimentado. "¡Oh… s铆… m谩s…me encanta este cuerpo!", jade茅, cada vez m谩s profundamente, el cuerpo de una colegiala era cosa de otro mundo.


Mis pechos sub铆an y bajaban, jadeos cortos escapaban de mis labios, escuchar la voz dulce de Leslie haciendo unos sonidos tan sucios me calentaba mucho y una necesidad urgente de seguir, de no detenerme hasta que esa sensaci贸n me consumiera por completo, dominaba mi mente. Mis gemidos, que al principio eran apenas audibles, se hicieron m谩s fuertes, m谩s intensos, mientras mis dedos segu铆an explorando ese punto exacto que parec铆a controlar cada fibra de mi ser. "S铆... m谩s... ahhh...", exclam茅, mi respiraci贸n entrecortada.


Y entonces sucedi贸. Mi primer orgasmo. ¡MI PRIMER MALDITO ORGASMO COMO MUJER! Mi cuerpo entero se arque贸, un calor profundo me envolvi贸, y una ola de placer me atraves贸, llev谩ndose todo a su paso. "¡Ahhhhhhhhhhhhhhh! Dios… s铆…", grit茅 enloquecido, mi espalda se curv贸 mientras un grito ahogado escap贸 de mi garganta, mezcl谩ndose con el sonido del agua. Era como si el tiempo se hubiera detenido, como si el universo entero hubiera desaparecido y solo quedara yo, flotando en ese mar infinito de placer. 



—Ahhh… s铆… soy una peque帽a putita…—

Gem铆, cada vez m谩s suavemente mientras la ola de placer se desvanec铆a poco a poco, era tan divertido decir esas cosas con la voz de una ni帽a, no se sent铆a a nada que hubiera experimentado antes, era como ser dos personas, mi mente pensaba una cosa, mi cuerpo lo hac铆a, y tanto el cuerpo de Leslie como yo lo sent铆amos.

Cuando finalmente me relaj茅, mis piernas segu铆an temblando. Sent铆a mojada mi falda, acaso yo… ¿me hab铆a orinado?, lleve una de mis manos a mi nariz, ol铆a a toda una mujercita, entonces record茅 uno de esos videos, Una sonrisa se marc贸 en mi nuevo hermoso rostro, hab铆a tenido un squirt. Mi mente estaba atrapada en ese instante, repasando cada detalle, cada sensaci贸n, pregunt谩ndome si todo hab铆a sido real.



¿Esto se puede repetir?", pens茅 mientras intentaba recuperar el aliento. Un impulso me invadi贸, mi cuerpo se mov铆a solo, comenc茅 a quitar mis prendas, el aroma de mi sudor femenino, era tan delicioso, ol铆a ligeramente amargo y dulce, ese aroma a mujercita que tanto volv铆a locos a los hombres, y ahora, solo ten铆a que oler mi axila cuantas veces quisiera.



—Tan dulce…—

Esa tarde en mi nuevo hogar, en ese cuarto, entend铆 que el placer no era solo f铆sico. Era una forma de conectarme conmigo mismo, de entender mi nuevo cuerpo, de explorar su poder. Mi primer orgasmo fue m谩s que un descubrimiento sexual; fue un despertar. Supe en ese momento que no ser铆a la 煤ltima vez, que seguir铆a explorando, conociendo cada rinc贸n de mi ser, buscando esa sensaci贸n que me hab铆a hecho sentir tan vivo o… viva 



—Ahhh… s铆…—gem铆, recordando la intensidad del momento

—¡Ahora soy una hermosa colegiala, Soy Leslie!—

Y as铆, con las piernas temblorosas y el coraz贸n aun latiendo descontrolado, estaba completamente desnuda, el fuego dentro de m铆 segu铆a ardiendo. Hab铆a sido un orgasmo clitoriano, lo sab铆a por las descripciones que hab铆a le铆do y escuchado. Sent铆 c贸mo mis m煤sculos se contra铆an y liberaban r铆tmicamente, como un pulso que resonaba en cada parte de mi ser.

—¡Ahhh… s铆… Dios, toma eso peque帽a zorra infiel nghh!—

 Exclam茅 mientras mis dedos a煤n acariciaban torpemente mi entrepierna, tan sensible que cada roce parec铆a despertar una nueva chispa de electricidad. Sent铆a una carga el茅ctrica que recorr铆a mi espalda, pero dentro de m铆, todo era calor, ardor, ¡esto era ser mujer!

 —Mmmm… m谩s…quiero hacerte sentir como una mujer de verdad Leslie—

Murmur茅 para m铆 mismo, necesitada de seguir, de continuar explorando ese abismo reci茅n descubierto.

—Por favor… m谩s, m谩s, no te detengas…Leslie—



Gem铆a en mi mente, queriendo romper cada barrera de placer, deseando explorar cada rinc贸n de mi deseo. Convertirme en ella, ser una hermosa colegiala por dentro y por fuera. Las palabras resonaban en mi cabeza, un eco de las fantas铆as que tanto hab铆a reprimido y por fin pod铆a hacerlas realidad.

Mis dedos, ligeramente m谩s confiados ahora, se movieron nuevamente hacia mi cl铆toris. La sensaci贸n era tan intensa que arque茅 mi espalda involuntariamente. 

—Ahhh… s铆… m谩s fuerte peque帽a putita… m谩s…—



Gem铆 en voz alta, dejando que el sonido de  Leslie se mezclara con el sonido h煤medo que brotaba de mi nuevo sexo. La mezcla de la humedad y calor interno me llevaba al borde de la locura. Era como si mi cuerpo entero estuviera a punto de explotar en mil pedazos, un torbellino de emociones, de placer, de pura necesidad. Mis gemidos rebotaban contra las paredes del cuarto, ahogando cualquier otro sonido que pudiera haber en la casa.

—Mmmm… Dios… as铆… as铆… ¿te gusta as铆 peque帽a puta?—

Jade茅, mientras mis piernas comenzaban a temblar de nuevo. El segundo orgasmo estaba tan cerca, tan profundo, tan devastador que todo mi cuerpo se tensaba, cada m煤sculo, cada fibra.



—Ahhhh… Dios… ¡s铆!, me encanta enga帽ar a mi novio nghhh!!—

Grit茅, incapaz de contenerme mientras la segunda ola de placer se apoderaba de m铆. Mis piernas temblaban incontrolablemente, y mi mano, a煤n h煤meda, segu铆a frotando mi cl铆toris con insistencia. Cada movimiento de mis dedos era una nueva descarga el茅ctrica, recorriendo cada rinc贸n de mi ser.

Con mis pies, tome la braga que hab铆a tirado por all铆, estaba h煤meda, ol铆a a vagina a una dulce vagina, la olfateaba, las restregaba en mi rostro, quer铆a empaparme de todo su aromar. El tercer orgasmo no tard贸 en llegar. Fue como una explosi贸n salvaje, una liberaci贸n tan brutal que mi espalda se arque贸 con violencia, y mi respiraci贸n se cort贸 por completo. 



—Ahhhhhhhhhhhhhhhh! ¡M谩s peque帽a putita pervertida!—

 Gem铆 mientras las contracciones recorr铆an mi cl铆toris, mi vientre, mi pecho, todo mi cuerpo sacudido por el placer que parec铆a no tener fin.

—¡S铆, m谩s, por favor… c贸janme duro, cojan a esta putita nghhh!—

Jade茅 suplic谩ndome, mientras la oleada de placer me arrastraba una vez m谩s hacia el abismo. No hab铆a l铆mites, no hab铆a control. Solo estaba yo, mi  nuevo cuerpo, y el placer que lo consum铆a, deje mis bragas h煤medas, mi rostro ol铆a como si le hubiera comido el co帽o a una chica, mord铆a mis labios intentando ahogar los gemidos de Leslie, entonces apret茅 sus pechos, sus pechos pero desarrollados pechos, se mov铆an con cada movimiento de mis caderas, el placer solo aumento, ten铆an el tama帽o perfecto yo era perfecta, Leslie lo era y yo ahora era Leslie.



Sent铆 que mi cl铆toris palpitaba con una intensidad insoportable, cada peque帽a caricia lo hac铆a vibrar como si controlara todo mi ser.

 —¡Ahhh… Dios… m谩s Leslie no te detengas as铆 bebe as铆 ahhh…!—

Gem铆, mientras las contracciones segu铆an recorriendo mi vientre, mis muslos, mis pechos. Todo era calor, todo era placer. Era dif铆cil saber d贸nde empezaba yo y donde terminaba Leslie, su placer era mi placer, ¿segu铆a siendo Antonio? O ¿era la experiencia de ser una mujercita? Sent铆 como si mi cuerpo estuviera al borde de la destrucci贸n, pero era una destrucci贸n deliciosa, una devastaci贸n que me consum铆a.




—Ahhh s铆… no pares bebe, esto te encanta verdad, sucia perra con carita de 谩ngel, eres una puta, una zorra una f谩cil!!!…—

 Imploraba mientras el calor se expand铆a desde lo m谩s profundo de m铆, mientras mis dedos se deslizaban fren茅ticamente sobre mi cl铆toris hinchado, como si lo exprimieran todo. Cada peque帽o roce era como un l谩tigo que sacud铆a mis entra帽as, provocando m谩s jadeos, m谩s gemidos, y yo no quer铆a que se detuviera. 

—S铆, m谩s, m谩s…ahhh ahhhhhh!!!!—, gritaba sin verg眉enza, perdida en el torbellino de sensaciones.

Dentro de m铆 el fuego segu铆a ardiendo. Mis muslos temblaban, incontrolables, mientras mis manos presionaban con m谩s fuerza mi entrepierna. “¡Uuuuuuhhh s铆! ¡M谩s fuerte!", grit茅. El placer era incontenible, violento, y me arrastraba hacia ese abismo donde ya no exist铆a el tiempo ni el espacio, solo el deseo, estaba pellizcando mis pechos, mis pezones, dol铆a, pero era un dolor tan rico, sent铆a que mi piel ard铆a, me encantaba, mi cuerpo de mujer, Leslie era tan sensible y ahora su sensibilidad era la m铆a.

Cada fibra de mi ser vibraba con una fuerza tan violenta que me sent铆a al borde del colapso, pero no pod铆a detenerme. Mis dedos segu铆an insistentes, frotando con furia mi cl铆toris hinchado, m谩s sensible que nunca. "¡Ohhh, s铆! ¡Ahhh, por favor!", jadeaba sin aliento, mi espalda arqueada, temblando con cada onda de placer que me atravesaba. Era como si mi cuerpo no pudiera soportar m谩s, pero al mismo tiempo, exig铆a seguir. El fuego interno, ese fuego insaciable, me consum铆a.



—¡Dios, s铆! ¡M谩s! ¡Ahhhh!— grit茅, mi voz desgarrada por el 茅xtasis, mientras el orgasmo segu铆a sacudiendo cada m煤sculo, cada nervio. Mi vulva palpitaba, hinchada y pulsante, mientras las contracciones me llevaban a煤n m谩s lejos, estaba mojadisima, ese orgasmo fue incre铆ble, no sabia que las chicas pod铆an hacer eso, y ahora yo era una!!

—¡Ahhh, s铆… m谩s… m谩s fuerte, c贸janme por dinero, me encanta ahhhh— 

Gem铆 con un grito desgarrador, mientras mi cuerpo entero se rend铆a al placer m谩s brutal, una destrucci贸n que solo quer铆a prolongar.

Yo era puro fuego, puro deseo. Mis piernas temblaban incontrolables, mis tetas erguidas, duras, blanquecinas, tiernas, vibraban con cada espasmo de placer que recorr铆a mi cuerpo. 



—¡Ahhhh… Dios, s铆, m谩s, estoy tan buena, esto se siente incre铆ble!—

Jade茅, mientras la ola interminable del orgasmo me arrastraba de nuevo. Mi mente se desvanec铆a no pod铆a pensar con claridad, sent铆 que Leslie y yo nos volv铆amos uno, en la intensidad, mis gemidos llenaban el aire, cada respiraci贸n era un grito en busca de m谩s. Estaba llena del p谩lido aroma de mis nuevos jugos. Embriagadores.

Sent铆a mientras ca铆a una l谩grima que mi cl铆toris, hinchado y expuesto, era el centro de todo mi universo. 

—¡Ohhh, por favor, no pares… m谩s… m谩s!—

 Grit茅 mientras mi cuerpo entero explotaba en otro espasmo brutal, dejando que cada parte de m铆 se desmoronara en esa infinita e insaciable necesidad de m谩s placer irradiando calor por todo mi cuerpo, Al tiempo que mi vagina se contrajo r铆tmicamente, enviando pulsaciones de placer que recorr铆an cada m煤sculo, cada nervio. 



—Ahhh… s铆…as铆, rico, rico, ¡m谩s, c贸geme fuerte Antonio— , gem铆 mientras mis pechos se mov铆an al ritmo de las contracciones, cada ola de placer me hac铆a estremecer, vibrar con cada fibra de m铆 ser.

—Ohhh… s铆… no pares…"— supliqu茅 en un susurro desesperado, perdida en la intensidad sublime del orgasmo.

Mis manos temblaban mientras intentaba sostenerme, pero el placer me arrastraba una y otra vez a las profundidades, llev谩ndome al borde de la locura. 



—Uuuuuuhhhh…qu茅 delicia, Leslie, estas tan apretadita m谩s, m谩s!— gritaba sin poder contenerme, mientras mi mano entera se met铆a en mi concha, cada caricia me llevaba m谩s lejos, m谩s profundo. Era demasiado, era sublime, un calor abrumador que me quemaba desde adentro. 

—¡Dios! ¡S铆! ¡Ahhh!— exclam茅 mientras mi cuerpo respond铆a sin control, un espasmo tras otro, mientras el fuego se propagaba m谩s all谩 de lo que cre铆 posible.

Y en ese momento, sent铆 que hab铆a llegado a un lugar m谩s all谩 del placer f铆sico, m谩s all谩 de lo que alguna vez imagin茅. 




—Ohhh… s铆… s铆…soy una puta pervertida, estoy en el cuerpo de una zorra— Susurr茅, mientras mi cuerpo segu铆a contray茅ndose, cada latido de mi coraz贸n se sent铆a como una explosi贸n en mi pecho. Era como si el orgasmo me hubiera abierto las puertas a un nuevo entendimiento de m铆 misma, de mi cuerpo. Era poderosa, invencible, era una mujer, Era Leslie una hermosa colegiala. El 茅xtasis no solo estaba en mi piel, estaba en mi mente, en mi alma. Y sab铆a que pod铆a seguir, que mi cuerpo era capaz de m谩s, mucho m谩s.

. —Ahhh… s铆… m谩s, por favor…Te lo suplico Antonio convi茅rteme en tu puta—, jade茅 suplic谩ndome a m铆 misma, queriendo continuar, deseando esa sensaci贸n interminable.

Pero por ahora, dej茅 que la calma se asentara sobre m铆, que el placer se desvaneciera lentamente, como un fuego que arde hasta consumirse por completo.


 —Mmmm… ahhh…que rico se sinti贸 eso— suspir茅 con satisfacci贸n. Mis piernas segu铆an temblando, d茅biles, y reconfortantes, como si el mundo hubiera vuelto a la normalidad despu茅s de haber sido destrozado por completo. Me qued茅 all铆, jadeando, exhausta, satisfecha, pero aun deseando m谩s. "S铆… esto.. se sinti贸 tan rico—  murmur茅 para m铆 misma, me sent铆a una diosa, me sent铆a incre铆ble, no era la t铆pica sensaci贸n triste, esto era una euforia, esto era ser mujer, sabiendo que esto no ser铆a el final, solo el principio de mi nueva vida como una colegiala.





Mientras tanto El hermano menor de Leslie, un adolescente de alrededor de 14 a帽os, sub铆a las escaleras mientras mord铆a distra铆damente su s谩ndwich. Hab铆a tenido un d铆a agotador en la escuela, y lo 煤nico que quer铆a era perderse en su consola, jugando a su shooter favorito o viendo las nuevas series de anime que hab铆a descargado esa semana.

Sin embargo, al llegar al pasillo que llevaba a las habitaciones, detuvo su marcha al escuchar unos sonidos agudos provenientes del cuarto de su hermana mayor. Era extra帽o, ya que ella normalmente era muy reservada, sobre todo cuando sus padres no estaban. Frunci贸 el ce帽o, inclinando ligeramente la cabeza para escuchar mejor.

Los ruidos eran suaves pero persistentes, casi como susurros o gemidos ahogados. Su rostro enrojeci贸 de inmediato, y un c煤mulo de pensamientos vergonzosos le inund贸 la mente. No pod铆a creer lo que estaba escuchando, o m谩s bien lo que cre铆a que estaba escuchando.

Su mirada se oscureci贸 y sinti贸 una mezcla de confusi贸n, incomodidad y... algo m谩s, algo que prefer铆a no reconocer. Algo en el fondo de 茅l estaba despertando, Su respiraci贸n se volvi贸 irregular mientras intentaba decidir qu茅 hacer. 

¿Deb铆a tocar la puerta? ¿Ignorar todo y seguir su camino?

Finalmente, tom贸 una bocanada de aire, apret贸 los pu帽os y se acerc贸 al cuarto de su hermana, sus pasos apenas resonando en el suelo de madera. Su mano tembl贸 mientras tocaba la puerta ligeramente.

—¿Leslie...? ¿Est谩s bien? —pregunt贸 con voz vacilante, intentando sonar casual, aunque la verg眉enza lo quemaba por dentro.


Dentro del cuarto, Antonio se sobresalt贸 al escuchar la voz del chico al otro lado de la puerta. R谩pidamente intent贸 recomponerse, arregl谩ndose la ropa y despej谩ndose las ideas mientras su coraz贸n martilleaba con fuerza. ¡¿En qu茅 momento hab铆a regresado?! Pens贸 que estaba solo, que tendr铆a tiempo para procesar todo sin interrupciones, pero ahora ten铆a que enfrentarse a este nuevo obst谩culo, r谩pidamente se visti贸 a toda prisa, no quer铆a levantar ninguna sospecha.

—¡E-estoy bien! —Respondi贸, intentando mantener la calma y sonar natural, aunque su voz traicionaba un leve nerviosismo—. ¿Qu茅 quieres?



El hermano, a煤n desconcertado, intent贸 no sonar demasiado intrusivo.

—Nada... Solo... Escuch茅 algo raro. Pens茅 que te hab铆as ca铆do o algo.

Antonio solt贸 una risa nerviosa, intentando despejar las dudas del chico.

—No, no. Estoy... Estoy practicando un... video para TikTok. Ya sabes, bailes y esas cosas. —Le respondi贸 r谩pidamente, buscando cualquier excusa para salir de la situaci贸n.

El hermano frunci贸 el ce帽o, pero decidi贸 no insistir m谩s.

—Bueno... Solo no hagas mucho ruido. —Respondi贸 finalmente antes de girarse y volver a su cuarto, aunque en su mente segu铆a reproduciendo aquellos sonidos de su hermana, sonidos que conoc铆a bien, esos fueron gemidos.

Antonio, por su parte, dej贸 escapar un largo suspiro cuando escuch贸 los pasos alejarse. 

—Definitivamente, vivir esta nueva vida iba a ser m谩s complicado de lo que pensaba. —





EPILOGO


La oscuridad se desvanec铆a lentamente mientras un fr铆o h煤medo la rodeaba. Abri贸 los ojos con esfuerzo, pero la luz que se filtraba desde la entrada del callej贸n le lastimaba. El suelo bajo ella era 谩spero, h煤medo y ol铆a a orina y basura. Se sent贸 con dificultad, sintiendo una punzada de dolor en la espalda y un extra帽o peso en las extremidades.

Mir贸 a su alrededor, confundida. Esta no era su c贸moda cama, el lugar donde estaba era estrecho, con paredes cubiertas de graffiti y una capa de mugre que se ve铆a antigua. Restos de cart贸n y bolsas de pl谩stico formaban improvisadas camas en las esquinas. Una r谩faga de aire fr铆o le eriz贸 la piel, y al bajar la mirada vio las manos que sosten铆an su propio peso. Pero esas no eran sus manos. Eran grandes, toscas, llenas de cicatrices y con u帽as sucias.

— ¿Qu茅 demonios...? —murmur贸, pero se detuvo al escuchar su propia voz. Profunda, ronca y ajena.

Con el coraz贸n acelerado, se levant贸 tambale谩ndose. A un costado, cerca de unos cubos de basura, un pedazo de vidrio roto descansaba entre los desechos. Al pasar giro su cabeza como si le llamaran, mir贸 su reflejo: el rostro que le devolvi贸 la mirada no era el suyo. Era el rostro de un hombre de unos 40 a帽os, con barba descuidada y ojos hundidos por el cansancio.

—No, no, no... —balbuce贸, llev谩ndose las manos al rostro ajeno.

Todo esto ten铆a que ser un mal sue帽o, una broma cruel de la realidad. Hace unas horas, estaba en su propia cama, en su hogar, segura de haber sido ella misma. Leslie, la reina del instituto, la chica que todos admiraban y envidiaban. Pero ahora... Ahora estaba atrapada en el cuerpo de un vagabundo.

Mir贸 a su alrededor, tratando de encontrar alguna respuesta, pero todo lo que ve铆a era desolaci贸n. Al salir tambale谩ndose del callej贸n, el bullicio de una ciudad desconocida la golpe贸 como una ola. Autos rug铆an por la calle, la gente pasaba apresurada sin siquiera mirarla. Sent铆a las miradas de asco y l谩stima de quienes notaban su aspecto, y su coraz贸n se encog铆a cada vez m谩s.

— ¿Qu茅 est谩 pasando? —susurr贸 al borde del llanto. La peque帽a chica, ahora atrapada, en el cuerpo de un vagabundo, sin saber, que su cuerpo tenia los d铆as contados.


En lo alto, donde las sombras de la realidad se entrelazan con los hilos del destino, Jessica observaba la escena con una sonrisa. Siempre era fascinante ver c贸mo reaccionaban los humanos al despertar en nuevas vidas. Leslie hab铆a sido una pieza interesante, pero como en todo juego, alguien ten铆a que perder.

Mover un alma de un cuerpo a otro no era una tarea sencilla. El equilibrio deb铆a mantenerse, y siempre que un alma ocupaba un nuevo recipiente, la restante deb铆a habitar otro cuerpo. Leslie hab铆a tenido todo: belleza, poder, admiraci贸n... pero esta vez, no fue su d铆a.

Jessica chasque贸 los dedos, apagando las luces de su club. Tal vez, con el tiempo, Leslie aprender铆a algo de humildad. O tal vez no. Despu茅s de todo, los caprichos de Jessica eran inconstantes.

—Quiz谩s, alg煤n d铆a, me apiade de ti —susurr贸 al viento antes de desaparecer en las sombras. Despu茅s de todo as铆 son las cosas en el Club de Jessica.





6 comentarios:

  1. Muchas gracias me encant贸 la historia es incre铆ble todas las cosas que le pasan a Lesly me gusto

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  2. Que peculiar y excitante historia me encanto como de forma natural la nueva Leslie se va adaptando a su nuevo cuerpo, ademas las interacciones con su nueva madre y hermano menor y con las amigas son muy graciosas al principio. Podr铆a sugerirte si no te molesta que ampliaras un poco lo estrecho del blog donde van las historias para que quepa mas texto de las historias y no sean tan comprimidas y extensas de leer

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  3. Disculpa humildemente podr铆a pedirte una petici贸n si es posible hacerla esta es en resumen: Daniel y Mirna y su hijo Mateo de 4 a帽os, se mudan a un nuevo apartamento, el precio es barato por los rumores de que esta maldito, pero ellos no creen en fantasmas. Pasado unos d铆as todo marcha con normalidad, Mirna con tiempo libre explora el apartamento encontrando un espejo antiguo pero su reflejo se comienza a distorsionar siendo su alma succionada en el espejo quedando atrapada en el, mientras su cuerpo es pose铆do por Fernando un fantasma que estaba atrapado en el espejo. Daniel llega del trabajo escucha m煤sica en la sala encontrando a su esposa semi desnuda manose谩ndose y descuidando a Mateo que estaba llorando, Mirna apaga la m煤sica y trata de justificarse, Daniel nota el comportamiento raro de Mirna. Fernando trata de actuar lo mas femenino posible para evitar sospechas tomando a Mateo tratando de que deje de llorar, Daniel noto eso, viendo que en lugar de ser dulce y maternal es juguetona y sinica con su hijo. Fernando trata de comportarse siendo cari帽osa y complaciente con Daniel, ordenan pizza ya que se justifica de que no tubo tiempo para hacer la cena levantando mas sospechas pero Fernando decide tener relaciones con el para que se olvide de toda sospecha, mientras la verdadera Mirna esta atrapada en el espejo viendo todo sin poder hacer nada.

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    1. Si la aceptas podr铆as usar estas im谩genes de esta chica para la historia, una disculpa si fui muy brusco pidiendo esta petici贸n, I'm sorry chica
      https://i.ibb.co/2vScjpk/428608812-3653801464872999-766947105667232100-n.jpg
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    2. Nena, el mundo no entiende que las chicas tambi茅n fantaseamos, que tan bien nos prende estas cosas, si tienes una fantas铆a no te sientas culpable y en el club de Jessica hacemos realidad hasta la fantas铆a mas perversa <3

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Petici贸n numero 4

 Antes de comenzar, quiero disculparme esta ser谩 una petici贸n en dos partes, no me gusta mucho la idea de hacerlas en dos partes, pero mante...