miércoles, 20 de noviembre de 2024

La Obsesión

 CAPITULO 1





Siempre la había deseado... para armando, Valeria era la fuente de sus deseos, joven, hermosa, una figura cuál muñeca de porcelana, una piel tan suave como la seda y cabello de un canela claro que volvería loco a cualquiera, ella lo tenía todo por delante, día tras día, el hombre pasaba la mayor parte de sus días devorando video tras video de la joven estrella de Tik Tok. Había algo en ella, quizás fue su personalidad alegre, quizás fue su bello cuerpo que ya empezaba a entrar en la pubertad y despertar sus deseos, quizás fue la sensación de algo demasiado puro para sus ojos, ese sentimiento de poder llegar a tomar algo que es tan puro, esa sonrisa alegre y juvenil que solo una pequeña dama como ella podría transmitir, la sensación de que tal vez y solo tal vez, algún día podría mancharla y dejarla marcada con su propia impureza, que podría a llegar a contaminarla el primero antes que nadie mas, ese sentimiento, despertaba los deseos mas oscuros y prohibidos de Armando, con recelo, cada día alimentaba sus oscuras fantasías, imaginando que por fin era el día en que la volvía suya, imaginaba como su pequeña garganta se llenaba con los gritos y gemidos que según Armando, solo el seria capaz de proporcionar de una manera tan exquisita que ella seria suya por siempre, pero eso claro, estaba mas lejos de la realidad, sin embargo, las cosas estaban por cambiar.

Era una noche turbia, de esas noches sin luna, en las que el viento sopla y casi parece estar aterrado, cuyo frio calaba en los huesos, el cielo estaba cubierto por una espesa capa de nubes negras que solo se iluminaban cada tanto por los indicios de una tormenta. Armando se encontraba solo en su departamento, un lugar pequeño y húmedo, la ropa sucia estaba por cada rincón y la basura entre otros envases de comida hacían de este un lugar indeseable para vivir. Cansado de la monotonía y harto de sus propios fracasos. de tener que levantarse todos los días a las 4 de la mañana, viajar una hora de punto "A" a punto "B", para después tener que tomar otro transporte y viajar otras dos horas y rogar a dios para que no lo asaltaran, Mientras Valeria, la mujer que secretamente anhelaba, estaba allí, con una belleza tan pura y una vida tan perfecta que solo florecía día con día, para sus adentros, el la deseaba, pero una parte muy en el fondo de su corazón, la envidiaba, quería mas. Era una noche de borrachera, otra más sumergido en sus deseos más oscuros, no dejaba de mirar con placer y perversión el Instagram de Valeria, no podía evitar imaginar lo que sería poseer su vida, su cuerpo. Sus pensamientos de deseo y envidia eran tan intensos que casi parecían una súplica.
Desde las sombras, algo más parecía estar escuchando. Una entidad que se alimentaba de deseos como el suyo, ansiosa por consumirlo todo, quizás un demonio, quizás un dios, quizás ninguno de los dos..


Armando ajeno a los que pasaba, continuaba deleitándose con fotos y videos de la chica, ahogado en su propia lujuria, satisfaciendo patéticamente sus fantasías.

-Oh mami, estas tan rica.. si tan solo pudiera tocarte en verdad, daría cualquier cosa para poder tenerte-
Un pensamiento, o fue un recuerdo? quizás fue una voz, pero estas palabras resonaron en lo profundo de su ser
- Cualquier Cosa?-
-uff mami cualquier cosa con tal de hacer esas nalguitas solo para mi-
Ansiosa por consumir almas dispuestas a cualquier cosa por un capricho, la entidad rio bajamente, La tormenta estalló en truenos y el cielo se volvió una masa de tinieblas agitadas. Entonces, una voz baja y ronca le susurró: “Pago aceptado”.

Armando se detuvo un instante, confundido por el sonido. Desestimándolo como un efecto de su embriaguez, siguió entregándose a sus pensamientos, pero un dolor agudo interrumpió su sección de placer,  acariciándose la mano donde notó un pequeño corte, del que no recordaba su origen. Era una fina marca que se extendía a lo largo de su palma, era un símbolo delicado, casi invisible, que parecía brillar con un leve resplandor rojo. Confundido, decidió acostarse, y pronto se quedó dormido.


En su habitación, adornada con colores suaves y detalles femeninos, Valeria dormía profundamente entre sábanas de tonos pastel, sin saber que algo oscuro y perturbador se cernía sobre ella. La tormenta rugía en el exterior, y mientras el cielo era cortado por relámpagos, su cuerpo comenzó a sufrir una transformación grotesca, guiada por la misma entidad que había escuchado las súplicas de Armando.

Primero, un crujido casi imperceptible resonó en sus pies, seguidos de una sensación de estiramiento punzante. Sus pequeños pies, que antes parecían delicadas piezas de porcelana, delicadas y sensuales como solo una mujer puede tener, comenzaron a alargarse, sus huesos torciéndose y expandiéndose dolorosamente en una estructura más tosca y alargada. Los delicados dedos se hincharon, volviéndose gruesos y callosos, y una capa de vello comenzó a cubrir la piel ahora áspera y endurecida.



El cambio avanzaba lentamente, como si su cuerpo fuera esculpido desde las entrañas. Las piernas de Valeria, antes delgadas y suaves, comenzaron a expandirse en carne y músculo, sus huesos crujían como si fueran ramas secas rompiéndose. La piel en sus muslos y pantorrillas se estiraba y se desgarraba en pequeñas líneas rojizas, forzándose a cubrir una masa mucho más voluminosa. Cada centímetro de su piel perfecta se fue cubriendo de una capa de vello oscuro y espeso.

Su cadera estrecha y femenina fue desapareciendo; los huesos se reconfiguraron, perdiendo la curva suave para dar paso a una estructura más rígida y recta. Su cintura, antes delicada y pequeña, se expandió sin misericordia, tomando una forma más robusta, cubierta de una capa de grasa que surgía como si su cuerpo fuera envejeciendo y engordando en cuestión de segundos, su sistema reproductor se vio profanado cuando sus óvulos fértiles comenzaron a descender a medida que su estructura ósea cambiaba y se ajustaba a sus nuevas necesidades, su útero fue rasgado y destruido a medida que su clítoris comenzaba a palpitar, su vagina estaba húmeda, sus terminaciones nerviosas palpitaban en un orgasmo a medida que su cuerpo estallo en un mar de sensaciones y testosterona que fui inyectada y obligada a expulsarse a medida que un enorme y moreno pene fue esculpido al exterior de su vagina, de su bien recortado y rasurado pelvis brotaron ásperos pelos masculinos en una maraña descuidada que no parecía haber sido atendida en años, el pene se encontrada erecto, brotando liquido preseminal listo y fértil para embarazar a cuanta mujer se dejara dominar.

A medida que su torso sufría esta horrenda mutación, el pijama delicado que llevaba puesto comenzó a desgarrarse. Las costuras cedieron, y la tela suave se rasgó cuando sus hombros se ampliaron en una expansión dolorosa. Sus pechos, hermosos y delicados se vieron poco a poco retraídos en un par de tetillas masculinas, dándole un aspecto perezoso y descuidado. Los brazos, antes finos y estilizados, engordaron y se endurecieron; una red de venas gruesas apareció bajo la piel cada vez más rugosa, y una capa de vello denso cubrió hasta sus nudillos. Sus uñas, antes cuidadas y pintadas, se volvieron más gruesas y rústicas, opacas y con bordes desgastados.


Valeria dormía profundamente, ajena a la grotesca metamorfosis que ahora alcanzaba su rostro. Su mandíbula, antes delicada y fina, comenzó a alargarse y ensancharse, tomando una forma cuadrada y pesada. Los pómulos altos y refinados se hundieron, volviéndose menos pronunciados, mientras que sus labios carnosos se adelgazaban hasta volverse una línea recta y sin expresión. Cada segundo, su piel parecía perder vitalidad, arrugas leves pero profundas comenzaron a formarse alrededor de su boca y en la frente.

Finalmente, su cabello, antes largo, sedoso y bien cuidado, comenzó a perderse en mechones, encogiéndose hasta volverse más corto y quebradizo. Una barba rala comenzó a asomarse en su mentón y mejillas, cada vello emergiendo como espinas que desgarraban la juventud de su rostro. Su cuello se volvió ancho y robusto, y una voz gutural surgió en sus ronquidos, como un eco de la entidad que había
hecho de sus deseos una pesadilla.

Al final, en la cama, bajo las sábanas destrozadas y la tela de su pijama arrancada en jirones, yacía el cuerpo de un hombre adulto, corpulento y cansado, desgastado por los años. En ese instante de calma antes del despertar, la tormenta continuaba rugiendo, mientras Valeria, inconsciente de su destino, dormía atrapada en el cuerpo de Armando.


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