La Herencia de la Abuela
Parte 4
FINAL
Finalmente estamos aqu铆, la parte 4 y final de esta historia que comenz贸 con una sugerencia se volvi贸 una historia que si bien dio mucho de que hablar, tenia que ser contada y terminada, me emociona mucho compartirles el final, a continuaci贸n les comparto un link para ambientar la historia y acompa帽arla en su lectura, sin mas que decir, sean bienvenidos:
Mystery Piano Rain Ambience 8 Hours | Dark Academia | Nocturnes and Mysteries | Studying | Sleeping
—¡¿HAY ALGUIEN?! ¡AY脷DENME! ¡POR FAVOR, AY脷DENME!
El llanto desesperado de una anciana reson贸 desde la alcoba de arriba.
Kris y Gabriel intercambiaron una mirada r谩pida. Kris desenfund贸 su rev贸lver, y con un gesto le indic贸 a Gabriel que permaneciera detr谩s de 茅l.
—Qu茅date aqu铆 —susurr贸.
—No. Voy contigo —respondi贸 Gabriel, su voz temblorosa.
Ambos comenzaron a subir las escaleras lentamente, sus pasos cruj铆an sobre la madera, amplificando la tensi贸n. Cada paso los acercaba m谩s al origen de los gritos, que ahora eran m谩s d茅biles, entrecortados por sollozos.
Al llegar al umbral de la puerta, Kris empuj贸 ligeramente, y esta se abri贸 con un chirrido.
La escena que encontraron los dej贸 helados.
En el suelo, en el rinc贸n m谩s oscuro de la habitaci贸n, estaba la abuela. Sus Ojos parec铆an hinchados e inyectados en sangre, su rostro estaba p谩lido y su apariencia era como la de un muerto. Su pierna torcida de forma grotesca, el hueso parec铆a estar a punto de romper la fr谩gil y delgada piel que se tensaba como una rama rota, se帽ales de heridas en todo su cuerpo, y su rostro desfigurado por el dolor y la desesperaci贸n.
—¡Por favor! —gritaba con voz d茅bil y temblorosa—. Ay煤denme Kris!!... ¡soy yo! ¡Soy... SOY NATALIE !
Gabriel se qued贸 paralizado. Un escalofr铆o recorri贸 su cuerpo. Dio un paso atr谩s, mirando a Kris, que parec铆a tan impactado como 茅l. Jam谩s en su vida hab铆a visto al monstruo que le hab铆a tra铆do a la vida de esta forma, tan suplicante, tan d茅bil, pr谩cticamente rogando por ayuda.
—Esto no tiene sentido... —murmur贸 Kris, aun apuntando con el arma pero bajando la guardia ligeramente.
—¿T煤? —Gabriel neg贸 con la cabeza, retrocediendo otro paso—. T煤 no eres mi madre.
—¡Gabriel, por favor! —Suplic贸 ella, sus ojos rojos llenos de l谩grimas—. Es esa maldita mujer... ella tom贸 mi cuerpo. ¡Soy yo! ¡Soy tu madre, te lo juro!
Kris finalmente baj贸 el arma, arrodill谩ndose con cautela junto a la mujer. Observ贸 sus heridas, sus ojos, y algo en su interior comenz贸 a aceptarlo, aunque no quisiera.
—Expl铆cate —dijo con voz tensa, mirando directamente a los ojos de la mujer en el suelo.
Lo que ella cont贸 los dej贸 a ambos sin palabras. Mientras relataba c贸mo la abuela hab铆a usado el medall贸n para cambiar de cuerpo, Kris apretaba los pu帽os y una l谩grima rodaba por su mejilla. Recordaba cosas de su propia infancia, sombras de un pasado que hab铆a intentado enterrar.
Gabriel, por su parte, sent铆a que todo su mundo se desmoronaba. Su madre, su verdadera madre, estaba atrapada en el cuerpo de una anciana herida. Y esa anciana... no era m谩s que una impostora, una bruja que hab铆a destrozado sus vidas.
—Esto no puede ser real... —susurr贸 Gabriel, con las manos temblando.
Kris finalmente se levant贸, sus ojos duros y decididos.
—Si lo que dices es verdad, entonces tenemos que arreglar esto. Pero antes de nada, necesitamos estabilizarte. No puedes quedarte as铆.
Le hizo un gesto a Gabriel, quien, aunque reacio, se acerc贸 para ayudar. Levantaron a la mujer herida y comenzaron a bajar las escaleras, pero mientras lo hac铆an, Kris murmur贸 en voz baja:
—Algo me dice que esto reci茅n empieza.
Kris bajo con la mujer en brazos coloc谩ndola cuidadosamente en el viejo sof谩 de la sala. El ambiente estaba impregnado de un olor a humedad y encierro, mezclado con el sudor y el sufrimiento de los d铆as que ella hab铆a pasado abandonada en esa habitaci贸n.
Gabriel, todav铆a en estado de shock, observaba c贸mo su t铆o se mov铆a con rapidez y precisi贸n, aunque sus manos temblaban levemente. Kris inspeccion贸 la pierna rota, tratando de no mostrar demasiado la gravedad de la situaci贸n, pero era imposible ocultarlo del todo.
—Esto est谩 mal... est谩 muy mal —murmur贸 Kris, intentando estabilizar la pierna con un coj铆n desgastado que encontr贸 cerca.
La pierna de Natalie, ahora en el cuerpo de la anciana, estaba pr谩cticamente inutilizable. Los huesos estaban mal alineados, y la piel era apenas un delgado velo que cubr铆a un da帽o profundo. Kris apret贸 los labios, intentando no dejarse llevar por la impotencia. Hab铆a se帽ales de infecci贸n; el tejido comenzaba a mostrar manchas oscuras que indicaban necrosis.
—No puedo creer que haya pasado tanto tiempo as铆... —dijo, mientras revisaba su estado general.
Natalie, atrapada en ese cuerpo, apenas pod铆a hablar. Su voz era apenas un susurro rasposo.
—Estuve Tirada tres d铆as... sin agua... sin comida... ella... se llev贸 todo...
Gabriel trag贸 saliva. Cada palabra que escuchaba lo hac铆a sentir peor. Intentaba no mirar a su madre, pero los d茅biles gemidos de dolor lo manten铆an atado a la escena.
—Est谩 deshidratada, tiene fiebre... Esto no es solo la pierna, T铆o Kris. Necesitamos ayuda m茅dica.
Kris neg贸 con la cabeza mientras se levantaba.
—No, no podemos ir a un hospital. ¿C贸mo les explicamos esto? ¿Que su madre est谩 en el cuerpo de una anciana? No, Gabriel. Esto lo resolvemos nosotros.
Gabriel mir贸 a su t铆o con desesperaci贸n.
—¿Pero c贸mo? ¡Ni siquiera sabemos qu茅 estamos haciendo!
Kris lo mir贸 fijamente.
—Yo tampoco s茅, pero te prometo que no voy a dejar que esto termine as铆. —Se volvi贸 hacia la mujer en el sof谩—. Hermana, aguanta un poco m谩s. Vamos a arreglar esto.
Gabriel sinti贸 un nudo en el est贸mago al escuchar esas palabras. Sab铆a que su t铆o siempre hab铆a sido el m谩s fuerte de la familia, el protector, pero incluso 茅l parec铆a estar al borde del colapso.
Kris se puso de pie y comenz贸 a buscar algo en los cajones y armarios de la sala.
—Tiene que haber algo aqu铆 que nos d茅 una pista... un diario, un s铆mbolo, algo que esa bruja haya dejado.
Mientras tanto, Gabriel se qued贸 junto a su madre, limpi谩ndole la frente con un trapo h煤medo que hab铆a encontrado. Verla tan d茅bil, tan vulnerable, le part铆a el alma.
—No te vayas... por favor... —murmur贸 en voz baja, sin saber si ella pod铆a escucharlo.
Natalie gir贸 apenas el rostro hacia 茅l, y con esfuerzo, logr贸 susurrar:
—... no dejes que gane... por favor, hijo.
Gabriel sinti贸 c贸mo las l谩grimas volv铆an a llenar sus ojos. No sab铆a c贸mo, pero har铆a lo que fuera necesario para recuperar a su madre, aunque tuviera que enfrentarse a un infierno.
Gabriel temblaba mientras rodeaba con sus brazos el fr谩gil cuerpo de su abuela. Aunque su mente ve铆a la figura anciana y debilitada, su coraz贸n reconoc铆a el calor, el afecto y la esencia de su madre. Era un abrazo que nunca hab铆a dado antes, nunca en si vida pens贸 en abrazar a la imagen de su abuela de esta forma, una mezcla de dolor, desesperaci贸n y amor que lo desbordaba.
—Mam谩... —murmur贸 con la voz quebrada, apenas creyendo en sus propias palabras.
Natalie, atrapada en el cuerpo de la anciana, se aferr贸 a su hijo con todas las fuerzas que le quedaban. Sus dedos huesudos temblaban mientras sujetaban la espalda de Gabriel, y un leve sollozo se escap贸 de sus labios.
—Hijo... estoy aqu铆... perd贸name por todo...
Kris los observ贸 por un momento desde las escaleras, su rostro endurecido por la determinaci贸n. Pero incluso 茅l sinti贸 un nudo en la garganta al ver a su sobrino y a su hermana en aquel estado tan vulnerable. Trag贸 saliva y se volvi贸 hacia las habitaciones de arriba.
—Cu铆dala... tengo que ver si encuentro algo 煤til all谩 arriba —dijo con un tono firme, intentando ocultar su propia tristeza.
Gabriel asinti贸 mientras continuaba abrazando a su madre. A medida que escuchaba los pasos de su t铆o alej谩ndose, sinti贸 que todo lo que hab铆a estado reprimiendo durante d铆as se desbordaba.
—Mam谩... no s茅 c贸mo decir esto... pero ya no puedo m谩s...
Natalie lo mir贸 con los ojos llenos de l谩grimas.
—Hijo, dime qu茅 pas贸...
Gabriel respir贸 profundamente, tratando de encontrar las palabras.
—Esa mujer... ella no solo nos rob贸 a ti, mam谩... me rob贸... a m铆 tambi茅n.
El rostro de Natalie se tens贸.
—¿Qu茅... qu茅 quieres decir? —pregunt贸, aunque ya pod铆a intuir que lo que ven铆a ser铆a devastador.
Gabriel comenz贸 a hablar, su voz temblorosa y llena de angustia. Le cont贸 cada detalle de lo que hab铆a vivido la noche anterior, c贸mo hab铆a sentido que su mundo se desmoronaba, c贸mo la figura que cre铆a que era su madre lo hab铆a traicionado de una manera que jam谩s podr铆a imaginar.
—No fue un sue帽o, mam谩... ella me toc贸... ella me... —Su voz se quebr贸, y las l谩grimas comenzaron a caer nuevamente—. Me quit贸 todo.
Natalie estaba paralizada. Su cuerpo no ten铆a fuerzas para moverse, pero el alma que habitaba en ese cuerpo viejo y maltrecho sent铆a una furia y un dolor indescriptibles.
—Hijo... no... no puede ser... ella... ¿c贸mo pudo...?
Gabriel asinti贸 mientras las l谩grimas continuaban fluyendo.
—No s茅 c贸mo seguir, mam谩... me siento sucio, roto...
Natalie lo mir贸 con los ojos llenos de culpa y rabia.
—No tienes la culpa de nada, Gabriel. Esc煤chame bien: t煤 no eres culpable de nada. Esa mujer nos quit贸 todo... a ti, a m铆, a Kris. Pero no vamos a dejar que gane, ¿me oyes?
Gabriel asinti贸, pero sus sollozos no cesaban. Se aferr贸 a煤n m谩s al cuerpo de su madre, sintiendo que por primera vez en d铆as encontraba algo de consuelo en su abrazo.
Kris subi贸 las escaleras con paso decidido, revisando cada rinc贸n, cada caj贸n, cada mueble. Sacaba papeles, ropas viejas, cajas llenas de polvo, pero no hab铆a rastro de algo 煤til. Su respiraci贸n se aceleraba mientras su mente se llenaba de im谩genes de todo lo que aquella mujer hab铆a hecho. Los recuerdos de su infancia, de su hermana y ahora de su sobrino lo atormentaban.
Finalmente, dej贸 caer el 煤ltimo caj贸n al suelo con un estruendo. Cerr贸 los ojos y llev贸 las manos a su frente, como si rezara, aunque no sal铆a ninguna palabra de sus labios. Sus hombros temblaban con la rabia contenida, con la impotencia de no poder protegerlos como deb铆a. Respir贸 hondo, ahogando sus emociones.
—Tienes que ser fuerte... por ellos —murmur贸 para s铆 mismo, oblig谩ndose a calmarse.
Baj贸 las escaleras con el semblante m谩s firme que pudo reunir, pero Gabriel capt贸 de inmediato la falta de esperanza en los ojos de su t铆o.
—¿Encontraste algo? —pregunt贸 con ansiedad.
Kris neg贸 con la cabeza mientras dejaba caer los hombros.
—Nada... ni una sola pista.
Natalie, en el cuerpo de la anciana, se removi贸 d茅bilmente en el sof谩 donde la hab铆an acomodado.
—E-ella me rob贸 mi cuerpo... cuando... cuando me puse un collar... —tosi贸, su voz apenas un susurro—. El collar que siempre llevaba cuando era ni帽a...
Gabriel frunci贸 el ce帽o, intentando recordar.
—¿El collar? —pregunt贸, su mirada alternando entre su madre y su t铆o.
Kris levant贸 la cabeza con un gesto pensativo.
—¿Recuerdas ese collar? —pregunt贸 Natalie.
Kris dud贸 por un momento, pero luego sus ojos se posaron en una serie de retratos antiguos colgados en la pared. Se acerc贸 y mir贸 detenidamente una foto. Era su madre, cuando a煤n era joven, junto a Natalie en su juventud. Ambas sonre铆an, pero solo una de ellas llevaba un collar brillante alrededor del cuello.
—¿Es este? —pregunt贸, se帽alando la foto mientras se la mostraba a Natalie.
Los viejos ojos de Natalie se abrieron de golpe.
—S-s铆... —murmur贸 d茅bilmente—. Es ese...
Kris cruz贸 los brazos y mir贸 la foto con atenci贸n.
—Pero no sabemos c贸mo lo activ贸... ni c贸mo funciona.
Natalie, con el rostro p谩lido, cerr贸 los ojos por un momento, intentando recordar.
—Cuando tom茅 ese collar... lo 煤nico que quer铆a... —su voz se quebr贸—. Era sentir su amor... solo quer铆a que ella nos quisiera... aunque fuera un poco...
Un silencio pesado cay贸 sobre la habitaci贸n. Kris meditaba, su mirada perdida mientras intentaba armar el rompecabezas. Gabriel los miraba a ambos, sintiendo que se quedaba fuera de algo importante, sin comprender del todo lo que ocurr铆a.
—Por ahora... —Kris rompi贸 el silencio con voz firme—. Debemos encontrarla y traerla aqu铆.
Gabriel lo mir贸 preocupado.
—¿Pero c贸mo? No sabemos d贸nde est谩. ¿Y si se ha ido?
—No... —Kris neg贸 con la cabeza mientras recog铆a sus cosas—. No puede irse tan r谩pido. Ella deber铆a volver.
—¿Por qu茅 est谩s tan seguro?
—Porque as铆 es ella...
Gabriel asinti贸 t铆midamente, aunque sus dudas segu铆an presentes. Kris se inclin贸 hacia 茅l y lo mir贸 directo a los ojos.
—Yo la traer茅. Pero t煤 tienes que estar preparado. Lleva a tu madre al cuarto de visitas. Ven, te ayudo.
Gabriel tom贸 a su madre con cuidado, sintiendo lo fr谩gil que se hab铆a vuelto su cuerpo. Con esfuerzo y la ayuda de su t铆o, la trasladaron al cuarto de visitas. All铆, Kris se asegur贸 de cerrar todas las cortinas y darle algo de agua a Natalie antes de volverse hacia Gabriel.
—Escucha bien, Gabriel... —dijo, mientras sacaba un peque帽o taser de su cintur贸n y se lo entregaba—. Esto es solo... si es necesario. ¿Entendido?
Gabriel lo tom贸 con manos temblorosas y asinti贸.
—Cuida a tu madre. No dejes que nada ni nadie entre aqu铆 hasta que yo regrese.
Kris le dio una 煤ltima mirada a ambos antes de salir de la casa con pasos firmes, su silueta perdi茅ndose a lo lejos. Gabriel cerr贸 la puerta detr谩s de 茅l, sintiendo c贸mo el peso de la responsabilidad ca铆a sobre sus hombros. Se qued贸 mirando el taser en sus manos, con el coraz贸n latiendo r谩pidamente mientras esperaba lo que vendr铆a.
Kris manejaba con el ce帽o fruncido, el volante apretado bajo sus manos mientras el motor de la Jeep rug铆a con fuerza. El paisaje pasaba como un borr贸n a los costados, pero su mente no estaba en la carretera. Una tormenta de recuerdos lo acosaba: im谩genes de su infancia, de las cosas que hab铆a soportado, de las veces que hab铆a querido proteger a su hermana y no hab铆a podido. Ahora, su sobrino estaba involucrado, atrapado en la misma pesadilla que 茅l hab铆a vivido.
"Maldita sea, Kris... ¿Por qu茅 no hiciste algo antes?"
Estaba tan absorto que no not贸 al ciervo que apareci贸 de repente frente al auto. Un destello marr贸n y blanco.
—¡Mierda! —grit贸 mientras giraba el volante y pisaba el freno con fuerza.
La Jeep se detuvo en seco con un chirrido ensordecedor. El ciervo desapareci贸 entre los 谩rboles, pero Kris se qued贸 all铆, inm贸vil, su respiraci贸n agitada. Sus manos temblaban en el volante, y el eco de su frenazo resonaba en sus o铆dos.
—¡Joder, Kris! —Se dijo, golpeando el volante con frustraci贸n—. ¡Am谩rrate los pantalones y s茅 un hombre!
Se pas贸 una mano por el rostro, tratando de calmarse. Inspir贸 profundamente, llenando sus pulmones de aire fr铆o que parec铆a m谩s pesado con cada respiro. Despu茅s de un momento, arranc贸 el auto de nuevo, reduciendo la velocidad mientras avanzaba por el camino.
El cielo se hab铆a oscurecido. Una tormenta el茅ctrica se aproximaba, y el viento helado sacud铆a las copas de los 谩rboles. Las hojas ca铆an en remolinos alrededor de la carretera, como si el mismo bosque conspirara en su contra. Kris fij贸 su vista al frente, concentr谩ndose en la tarea.
Al llegar a la casa, no aparc贸 frente a ella; sab铆a que deb铆a mantener un perfil bajo. Estacion贸 la Jeep a un costado, oculta entre los 谩rboles, y sali贸 del veh铆culo, cerrando la puerta con cuidado para no hacer ruido. Se ajust贸 la chaqueta, sintiendo el viento helado que calaba hasta los huesos.
La casa se ergu铆a frente a 茅l, imponente y… normal con las ventanas como ojos oscuros que parec铆an vigilarlo. Kris se movi贸 hacia el patio trasero, buscando un punto de entrada. Trep贸 la barda con habilidad, usando su fuerza para impulsarse, y cay贸 al otro lado con un leve crujido de hojas secas.
El patio trasero estaba vac铆o, el ligero sonido met谩lico de un columpio se mov铆a y manten铆a en el presente al hombre, el sonido casi fantasmal lo manten铆a en alerta. Kris avanz贸 con sigilo hasta una ventana abierta.
La ventana estaba baja, apenas accesible, pero suficiente para que pudiera entrar. Kris se apoy贸 en el marco, empuj谩ndolo con cuidado para no hacer ruido. Con un movimiento 谩gil, se desliz贸 al interior de la casa, cayendo en un peque帽o cuarto lleno de cajas y cosas viejas.
Se levant贸 con cuidado, sus botas apenas haciendo ruido en el suelo. Mir贸 alrededor, sus sentidos en alerta m谩xima. Sab铆a que estaba entrando en territorio peligroso, pero no hab铆a otra opci贸n. Kris se ajust贸 la chaqueta una vez m谩s, tens贸 los pu帽os y murmur贸 para s铆 mismo:
—Aqu铆 vamos...
Avanz贸 por la casa con sigilo, su coraz贸n latiendo con fuerza mientras buscaba cualquier rastro de la mujer que hab铆a destruido su familia.
Kris apenas pod铆a soportar el nudo que se le form贸 en la garganta al entrar en la casa de Natalie. Era todo lo que una familia deber铆a ser: fotograf铆as enmarcadas de momentos felices, peque帽os detalles decorativos que reflejaban amor y cuidado, el aroma a vainilla y flores frescas que inundaba el espacio. Era un refugio, un hogar, un contraste absoluto con la fr铆a y opresiva casa de su madre.
Tom贸 una de las fotograf铆as en la repisa, una de su hermana y Gabriel, y por un instante, una peque帽a sonrisa se dibuj贸 en su rostro. “Esto es lo que tengo que proteger,” pens贸 mientras apretaba la fotograf铆a con fuerza. Pero no tuvo mucho tiempo para sentimentalismos.
Un sonido le puso en alerta: la cerradura de la puerta principal desliz谩ndose. Kris reaccion贸 de inmediato, movi茅ndose hacia la cocina con rapidez, usando la penumbra para cubrirse. La puerta se abri贸, y una figura entr贸.
Era Natalie… o al menos, su cuerpo.
Kris contuvo la respiraci贸n mientras la observaba. Algo estaba profundamente mal. Su hermana, siempre recatada y serena, ahora vest铆a un diminuto vestido ajustado, con colores chillones y un escote que apenas dejaba algo a la imaginaci贸n. Tacones altos resonaban contra el suelo de madera mientras se mov铆a con una gracia extra帽a, casi vulgar. Era una caricatura grotesca de quien su hermana hab铆a sido, un disfraz que parec铆a dise帽ado para humillarla.
Kris apret贸 los dientes, su mand铆bula tensa mientras la furia crec铆a dentro de 茅l. “¿Qu茅 est谩 intentando hacer esta mujer?
La mujer tarareaba una canci贸n con una sonrisa descarada en el rostro, completamente ajena a la presencia de Kris. Camin贸 con soltura hasta las escaleras y comenz贸 a subirlas, sus tacones marcando un ritmo en el silencio. Kris la observ贸 hasta que los pasos se desvanecieron en el piso superior.
Sab铆a que no ten铆a mucho tiempo. Con movimientos r谩pidos pero silenciosos, abri贸 su mochila y sac贸 un frasco peque帽o con tranquilizante, uno que sol铆a usar en sus expediciones de cacer铆a. Lo sostuvo un momento en sus manos, sus dedos temblando ligeramente. Este no era un ciervo ni un oso; era su hermana… o lo que quedaba de ella.
Respir贸 hondo para calmarse, su pecho subiendo y bajando mientras se repet铆a que esto era necesario, que no hab铆a otra opci贸n.
Los pasos comenzaron a regresar, los tacones descendiendo por las escaleras con un ritmo pausado pero seguro. Kris se prepar贸, el frasco en una mano y una jeringa en la otra, oculto en las sombras de la cocina.
“Esto es por ti, Natalie. Esto es por Gabriel. Esto es por todos nosotros,” pens贸 mientras apretaba los dientes y esper贸 el momento exacto para actuar.
La mirada de sorpresa y miedo en los ojos de su hermana lo congel贸 en seco. Era ella. Esa expresi贸n, ese rostro... era Natalie. Kris sinti贸 que las fuerzas lo abandonaban, su determinaci贸n se desmoron贸 como un castillo de naipes.
La mujer permaneci贸 inm贸vil por un momento, sintiendo la tensi贸n en el aire. Luego, una sonrisa c铆nica se dibuj贸 lentamente en su rostro.
"Vaya, vaya... pero si es el hermanito que abandona familias," dijo mientras se mov铆a con una gracia provocativa, sus caderas balance谩ndose de manera exagerada.
Kris palideci贸 de impotencia. "¡No te atrevas a llamarme as铆, vieja bruja!"
Natalie—o, al menos, su cuerpo—ri贸 con una risa que helaba la sangre.
"Ohhh, despu茅s de casi 20 a帽os sin vernos, ¿as铆 es como le hablas a mami? Dime... ¿a煤n recuerdas esa noche?" dijo mientras apretaba su pecho con una expresi贸n burlona.
"Porque yo no he olvidado ni un solo detalle," agreg贸 lamiendo sus labios con una carcajada que lo desgarr贸 por dentro.
Fue demasiado. Kris estall贸 en ira y, sin pensarlo, le solt贸 una bofetada tan fuerte que la hizo caer al suelo.
"¡C脕LLATE! ¡MONSTRUO! ¿¡C脫MO PUDISTE!?" grit贸, su voz temblando de rabia y dolor.
La mujer cay贸 al suelo, aturdida. La sonrisa desapareci贸 de su rostro, reemplazada por una mueca de dolor. Una l谩grima rod贸 por su mejilla antes de que murmurara con una voz d茅bil y burlona
"Tsk, tsk, tsk... ten cuidado, mi ni帽o. Es el cuerpo de tu hermanita, tu preciosa Natalie."
Kris retrocedi贸, horrorizado. Su mirada se pos贸 en la mejilla enrojecida de Natalie, y la culpa lo invadi贸.
"Y-yo no..." murmur贸, las palabras atrapadas en su garganta.
La mujer se puso de pie lentamente, su expresi贸n transform谩ndose en una mezcla de odio y burla.
"Oh, tranquilo," dijo con frialdad. "Todos los hombres son iguales."
Sus ojos se llenaron de desprecio mientras continuaba:
"Y ahora s茅 que t煤 y ese vago bastardo de tu sobrino no son diferentes. Despu茅s de todo lo que hice por ustedes..."
"¡C谩llate!" grit贸 Kris, lanz谩ndose sobre ella.
La mujer ri贸 a carcajadas mientras 茅l la sujetaba.
"¡JAJAJA! ¿Quieres hacerme lo que yo te hice esa vez? ¡JAJAJA! Vamos, hazlo, hazlo, ¿vas a llorar?, pobrecito ni帽o
Kris la mir贸 impotente, sus manos temblaban mientras la inmovilizaba en el suelo.
"¡Solo c谩llate!" dijo finalmente, con la voz rota, antes de clavar la aguja con el tranquilizante en su brazo.
La mujer dej贸 escapar una risa burlona incluso mientras sus ojos se cerraban lentamente y su cuerpo se quedaba inm贸vil.
Cuando el alboroto ces贸, Kris permaneci贸 tumbado en el suelo junto a ella. Su pecho sub铆a y bajaba r谩pidamente mientras las l谩grimas finalmente lo venc铆an. Llor贸 desconsoladamente, ahogando los sollozos que hab铆a contenido durante a帽os. La tormenta que se avecinaba afuera era un reflejo de la tormenta que llevaba dentro.
Kris revis贸 r谩pidamente el pecho de la mujer inconsciente, sus manos temblaban mientras palpaba.
"¡Bingo!" murmur贸 para s铆 mismo al encontrar los collares. Ambos estaban all铆. Un suspiro de alivio escap贸 de sus labios, aunque su presi贸n arterial a煤n segu铆a por las nubes. Sujet贸 los collares con fuerza antes de desviar su atenci贸n nuevamente a la mujer.
Sin perder m谩s tiempo, arrastr贸 el cuerpo inerte hacia una esquina de la sala. Encontr贸 cinta gris en su mochila de emergencia y comenz贸 a amarrarla. Asegur贸 sus manos y pies con firmeza, luego sell贸 su boca con un trozo de cinta.
"No puedo fallar ahora..." se dijo mientras terminaba de asegurarse de que estuviera completamente inmovilizada.
Sali贸 al patio trasero y movi贸 r谩pidamente la Jeep hacia la entrada principal de la casa, tratando de estacionarla lo m谩s cerca posible. Sab铆a que el tiempo corr铆a y que deb铆a evitar llamar la atenci贸n.
Despu茅s de echar un vistazo r谩pido a la calle para asegurarse de que no pasara nadie, respir贸 hondo y se lanz贸 a la acci贸n.
Tom贸 a la mujer en brazos. Su peso no era excesivo, pero la tensi贸n de la situaci贸n hac铆a que cada paso pareciera m谩s pesado. Caminaba apresurado hacia el veh铆culo, luchando por mantener la calma.
Sin embargo, la escena era cualquier cosa menos normal. A ojos de cualquiera, parec铆a exactamente lo que era: un hombre barbudo cargando a una joven mujer amarrada e inconsciente hacia un Jeep.
Y precisamente eso fue lo que vio la vecina, la se帽ora Nani, desde su ventana.
La anciana, de cabello blanco perfectamente arreglado y con un delantal que indicaba que acababa de preparar algo, dej贸 caer la taza de t茅 que ten铆a en la mano al presenciar el evento. Su rostro palideci贸 mientras se cubr铆a la boca en se帽al de asombro.
"¡Dios m铆o!" murmur贸, llev谩ndose las manos al pecho.
Kris, ajeno a que lo estaban observando, coloc贸 r谩pidamente a la mujer en el asiento trasero, asegur谩ndose de no hacer ruido, y cerr贸 la puerta del veh铆culo.
La se帽ora Nani, con las manos temblorosas, se gir贸 hacia el tel茅fono que descansaba sobre su mesa.
"S铆... ¿911?" dijo con voz temblorosa, tratando de controlar el temblor en su garganta. "Creo que acabo de presenciar un secuestro... S铆, s铆, en la calle Magnolia... ¡Apres煤rense!"
Mientras tanto, Kris encendi贸 el motor, completamente ajeno a la alarma que hab铆a desatado, y condujo con rapidez hacia su destino. La tormenta que se aproximaba no solo estaba en el cielo; ahora tambi茅n lo segu铆a una sombra de peligro.
Kris conduc铆a con las manos apretadas al volante, la mand铆bula tensa y el coraz贸n martillando en su pecho.
"Mierda, mierda, ¡no!" murmur贸 entre dientes al notar las luces azul y roja de una patrulla acerc谩ndose en la distancia.
"¡No puedo detenerme ahora!" grit贸, acelerando el motor mientras intentaba evadir la persecuci贸n.
La carretera desapareci贸 bajo las ruedas del Jeep cuando gir贸 bruscamente hacia un sendero improvisado entre los 谩rboles. El veh铆culo derrap贸, sacudi茅ndose con violencia, mientras la patrulla, incapaz de seguirle el paso, se deten铆a abruptamente. La adrenalina lo cegaba mientras el Jeep saltaba entre baches y ra铆ces en el denso bosque.
"¡Tengo que llegar antes de que sea demasiado tarde!"
En el asiento trasero, el cuerpo de Natalie, que albergaba a la anciana, comenz贸 a moverse. La fuerte sacudida del desv铆o hizo que despertara lentamente. Sus ojos parpadearon confusos mientras intentaba orientarse.
Al principio, no entend铆a d贸nde estaba, pero cuando su mirada baj贸 a las ataduras que envolv铆an su cuerpo, la realidad la golpe贸 como un ladrillazo. Los recuerdos regresaron con furia: la confrontaci贸n con Kris, el pinchazo del tranquilizante y la traici贸n que sent铆a ardiendo como fuego.
La anciana comenz贸 a retorcerse, moviendo sus extremidades como una serpiente intentando liberarse. Emit铆a sonidos guturales tras la cinta que cubr铆a su boca, pero Kris, absorto en mantener el control del Jeep sobre el terreno irregular, no se percat贸 de sus movimientos.
De pronto, sus ojos se posaron en algo: un cuchillo de caza que reposaba descuidadamente en la parte trasera. La anciana dej贸 de forcejear y respir贸 hondo, controlando sus impulsos. Calcul贸 cada movimiento con precisi贸n, gir谩ndose lentamente, estirando sus brazos atados hasta que sus dedos finalmente rozaron el mango del cuchillo.
Con un esfuerzo contorsionado, logr贸 sujetarlo, y con movimientos torpes, lo escondi贸 bajo su cuerpo para que Kris no lo viera.
Mientras tanto, Kris retomaba el control del volante tras los sacudones iniciales. Hab铆a salido del bosque y ahora avanzaba por un sendero que lo llevaba hacia el peque帽o pueblo.
El motor del Jeep rug铆a mientras Kris respiraba con dificultad, tratando de calmar sus nervios. Su mente, sin embargo, segu铆a fija en una sola cosa: llegar al destino y acabar con todo esto.
Desde atr谩s, los ojos del cuerpo de Natalie brillaron con odio y como los de una v铆bora venenosa. La anciana en su interior no se detendr铆a tan f谩cilmente. Esta batalla no hab铆a terminado.
Kris respir贸 hondo antes de abrir la puerta de la vieja casa de su madre. La noche hab铆a ca铆do completamente, y destellos lejanos de una tormenta iluminaban el cielo. El olor a tierra h煤meda llenaba el aire, preludio de la lluvia que pronto caer铆a. Mientras abr铆a la puerta, lanz贸 una mirada al cuerpo de Natalie, ahora habitado por la anciana. Los ojos de esta lo fulminaban con una furia asesina. Sin decir una palabra, Kris us贸 un costal viejo y ra铆do para cubrirle el rostro antes de entrar.
Narra la abuela
La oscuridad me envolv铆a como un sudario. Apenas distingu铆a las sombras movi茅ndose alrededor m铆o, hasta que la bolsa fue retirada bruscamente de mi rostro. La luz me ceg贸 por un momento, pero pronto mis ojos se acostumbraron. El hedor a humedad y madera podrida llen贸 mis fosas nasales, record谩ndome exactamente d贸nde estaba: en ese maldito lugar otra vez.
—Jmm… cu谩ntas caras felices —dije con una sonrisa cargada de sarcasmo.
Mis ojos recorrieron el cuarto, encontr谩ndome con las miradas serias y tensas de Kris y Gabriel. Sus expresiones me causaron una risa amarga, pero mi atenci贸n pronto se desvi贸 a otra figura frente a m铆: mi viejo cuerpo. Ah铆 estaba Natalie, atrapada en esa d茅bil carcasa de anciana.
—Veo que mis dos amores est谩n aqu铆 —agregu茅 con un tono venenoso, mirando primero a Kris y luego a Gabriel, disfrutando de su incomodidad. Finalmente, centr茅 mi mirada en mi hija.
—Hola, hijita. —Mi voz goteaba desd茅n y burla—. Jajajajaja.
Observ茅 c贸mo mi antigua cara se torc铆a, intentando contener l谩grimas. Sus movimientos torpes y temblorosos mostraban la impotencia que sent铆a. La pobre pendeja. Siempre llorando.
La anciana en el cuerpo de Natalie solt贸 una carcajada estridente, llena de burla y odio.
—¿De verdad creen que pueden arreglar esto? ¿Volver a la normalidad? —pregunt茅, desafi谩ndolos mientras manten铆a esa sonrisa siniestra en mi rostro.
Kris y Gabriel intercambiaron miradas tensas, pero no respondieron de inmediato. Solo Kris, con los dientes apretados y el pu帽o cerrado, dio un paso al frente.
—Te vamos a sacar de aqu铆. Por las buenas o por las malas. —Su voz era firme, pero hab铆a un matiz de rabia contenida que no pas贸 desapercibido para m铆.
Natalie, en su anciano y fr谩gil cuerpo, intent贸 decir algo, pero sus palabras eran apenas un murmullo entrecortado por el dolor y el cansancio.
Sab铆a que los estaba enloqueciendo, y eso me daba m谩s fuerza. En esta guerra, a煤n ten铆a mi 煤ltima carta bajo la manga.
Kris manten铆a el arma firme, aunque sus manos temblaban ligeramente. Su mirada estaba cargada de rabia, pero tambi茅n de una profunda tristeza.
—Antes de regresarle el cuerpo a mi hermana…
—M谩s te vale que contestes —dijo, con la voz tensa y contenida.
La mujer en el cuerpo de Natalie solt贸 una risa baja, que se transform贸 en carcajadas 谩speras y burlonas.
—¿Que te conteste Que? —Dijo entre risas—. Hazlo... ¡dispara! Y mira c贸mo todo se desmorona a煤n m谩s. Vamos, hazlo. Ser铆a un placer verte arruinarlo todo, como siempre, deja atrapada a tu hermanita en mi inservible cuerpo.
Kris apret贸 los dientes, sintiendo la impotencia crecer dentro de 茅l. La ira herv铆a, pero no pod铆a permitirse actuar sin pensar.
La anciana suspir贸 profundamente, desviando la mirada hacia la vela en la esquina de la habitaci贸n, junto a la fotograf铆a de Natalie. Era su 煤ltimo recurso, su esperanza silenciosa. Sab铆a que, si esa vela se consum铆a por completo, el cambio ser铆a permanente. Solo necesitaba ganar tiempo, unos minutos m谩s.
—Todo comenz贸 cuando qued茅 embarazada de ustedes... —comenz贸 a decir, con un tono entre amargo y resignado—. Yo no quer铆a tenerlos. Estaba en mi juventud, disfrutando de mi vida... pero una dia… cual volvia del trabajo, tu abuelo… ese… HOMBRE… me tomo a la fuerza, me SECUESTRO, ME VIOLO Y SE ROBO MI VIRGINIDAD MI PUREZA…
Hizo una pausa, su mirada oscurecida por el odio y los recuerdos que la consum铆an.
—Cuando le cont茅 a pap谩… me dijo que todo lo hab铆a provocado yo… que era un puta por haber seducido a ese hombre… ¡¡SOLO ERA UNA NI脩A!!
—Me obligaron a casarme, yo solo ten铆a 14 a帽os, y no suficiente con eso a tenerte…Por m谩s que intente matarte, por m谩s veces que intente hacer que no nacieras…
—¡¡¡ME OBLIGARON A TENERTE…!!!— Su maquillaje escurr铆a por las l谩grimas, su cara enrojecida del odio y la tristeza por un secreto que hab铆a estado oculto por a帽os.
—Entonces naciste t煤... —continu贸, dirigiendo una mirada g茅lida a Kris—. Un var贸n. Y desde ese momento supe que ser铆as igual que tu PADRE —escupi贸 la palabra con un veneno palpable—. Ego铆sta, violento, y un maldito in煤til.
Las palabras pesaban en el aire como una sentencia. Kris respiraba agitado, pero no dijo nada.
—Fue entonces cuando mi abuela me habl贸 de los collares... —prosigui贸, con un destello de nostalgia maligna en su voz—. Me dijo que pod铆a usarlos para escapar. Pero hab铆a una condici贸n... Solo funcionaban si la otra persona deseaba un cambio en su vida, no importaba c贸mo o por qu茅. Esa persona ten铆a que querer el cambio... y sentir amor por quien usara el medall贸n.
Natalie, atrapada en el cuerpo anciano, observaba horrorizada mientras escuchaba la confesi贸n.
—Pero en ese momento... —la voz de la anciana tembl贸 por un instante, y una l谩grima rod贸 por la mejilla de Natalie— yo ya hab铆a perdido el amor por todo. No me importaba nada ni nadie.
Hizo una pausa, bajando la mirada por un instante.
—Entonces naciste t煤... mi peque帽a hija —continu贸, con un tono que por un momento pareci贸 casi humano—. Dos a帽os despu茅s, supe que contigo podr铆a volver a vivir. Solo ten铆a que esperar el momento en que dejaras de ser una chiquilla...
Su voz cambi贸 de repente, cargada de furia y desprecio.
—¡PERO TEN脥AS QUE ARRUINARLO TODO! —Grit贸, su rostro deformado por el odio—. ¡TEN脥AS QUE ANDAR DE PUTA Y SALIR EMBARAZADA DE ESE BASTARDO TUYO! ¡ARRUINASTE MIS PLANES! ¡TODOS MIS SUE脩OS!
Kris y Natalie se quedaron paralizados ante la explosi贸n de emociones. La mujer continu贸, con los ojos encendidos por una rabia visceral.
—¡Toda mi vida! —Escupi贸, mirando a ambos con desprecio—. ¡Toda mi vida se fue a la basura, para OBLIGARME a cuidar a un par de mocosos malagradecidos!
El silencio que sigui贸 fue ensordecedor. La tormenta rug铆a afuera, pero dentro de la habitaci贸n, solo se sent铆a el peso de a帽os de odio acumulado.
La tensi贸n en la habitaci贸n era sofocante. La tormenta rug铆a afuera, y cada palabra de la anciana resonaba como una sentencia. Mientras tanto, las manos de la abuela, 谩giles y temblorosas en el cuerpo de Natalie, trabajaban con el cuchillo oculto, cortando meticulosamente las ataduras.
—¡Y UNA JODIDA VEZ M脕S ME QUIEREN ARRUINAR TODO! —grit贸 con furia desmedida—. ¡V脕YANSE AL DEMONIO!
Su rostro estaba rojo de ira, sus ojos encendidos con un brillo casi demencial. Mientras tanto, Kris sujetaba el segundo medall贸n con fuerza, su mirada firme. Al otro lado de la habitaci贸n, Natalie, atrapada en el cuerpo anciano, sosten铆a el otro medall贸n con manos temblorosas, las l谩grimas corriendo libremente por sus mejillas arrugadas.
—Yo... jam谩s te ped铆 nacer... —dijo con su voz debilitada y anciana.
Las palabras golpearon a todos en la habitaci贸n, pero la abuela apenas pesta帽e贸. Su rostro se torci贸 en una sonrisa cruel mientras respond铆a con una voz cargada de desprecio
—¡Y SI HUBIERA SIDO POR M脥, JAM脕S LO HUBIERAS HECHO!
—¡SUFICIENTE! —grit贸 Kris, incapaz de contener m谩s su frustraci贸n. Levant贸 el medall贸n y se acerc贸 decidido hacia el cuerpo de Natalie—. ¡Esto se acaba ahora!
Sin embargo, cuando estaba a solo unos cent铆metros de ella, la anciana, con una astucia fren茅tica, levant贸 la cabeza y susurr贸 con voz baja y maliciosa
—No... Esto no se ha terminado.
Fue entonces cuando el estruendo de un trueno sacudi贸 la casa, y la electricidad se cort贸. La habitaci贸n qued贸 sumida en la oscuridad, iluminada solo por los destellos de los rel谩mpagos. Aprovechando el caos, la anciana en el cuerpo de Natalie se lanz贸 hacia Kris, el cuchillo en mano.
El choque fue instant谩neo. En la penumbra, Gabriel apenas pudo distinguir las figuras forcejeando. Los gritos y el sonido de una lucha desesperada se mezclaban con los rugidos de la tormenta. De repente, un rel谩mpago ilumin贸 brevemente la escena, y Gabriel vio c贸mo Kris retroced铆a, tambale谩ndose.
Un instante despu茅s, un fuerte olor a 贸xido llen贸 el aire, y el joven vio c贸mo el cuerpo de Kris ca铆a al suelo, con un charco de sangre expandi茅ndose bajo 茅l.
—¡No! —grit贸 Gabriel, su voz quebr谩ndose.
Mientras la abuela en el cuerpo de Natalie respiraba agitadamente, con una mezcla de victoria y desesperaci贸n en el rostro, luchaba fren茅ticamente por cortar las ataduras de sus pies.
La luz segu铆a parpadeando, dificultando la orientaci贸n, mientras el caos reinaba en la habitaci贸n.
La luz regres贸 por un breve instante, ba帽ando la habitaci贸n en un tenue resplandor que resaltaba el caos del momento. La lluvia golpeaba las ventanas con furia, y al fondo de la calle las luces azules y rojas de una patrulla parpadeaban, acompa帽adas por el eco lejano de sirenas.
—Oh... parece que vienen a salvarme —dijo la falsa Natalie con una voz melosa y una mirada fingida de damisela en apuros. Su sonrisa era tan venenosa como triunfante.
—con este cuerpo ser谩 tan f谩cil… hacer que los encarcelen a todos…
Sin perder tiempo, la mujer se dispuso a salir, tambale谩ndose un poco debido al reciente forcejeo. Pero antes de que pudiera cruzar la puerta, Gabriel, movido por la desesperaci贸n y el instinto, corri贸 hacia ella y la embisti贸 con todas sus fuerzas.
El impacto la hizo tambalearse y casi caer. Aprovechando ese momento de desequilibrio, el chico sac贸 el t谩ser que hab铆a recibido de Kris y lo activ贸 sin pensarlo dos veces. Una descarga el茅ctrica atraves贸 el cuerpo de la mujer, arranc谩ndole un grito de agon铆a que reson贸 en todo el sal贸n, solo interrumpido por el rugido de un trueno.
Gabriel retrocedi贸 instintivamente, horrorizado al ver el cuerpo de su madre desplomarse y retorcerse debido a la electricidad. Su respiraci贸n era agitada, su mente nublada por la culpa y el miedo.
—Mam谩... —murmur贸, pero no pod铆a hacer nada m谩s.
Desde el suelo, Kris levant贸 d茅bilmente la cabeza, sus ojos apenas abiertos, luchando contra el dolor y la p茅rdida de sangre.
—Ga...briel... toma... —logr贸 decir, y con un esfuerzo tit谩nico lanz贸 el medall贸n hacia su sobrino.
El objeto vol贸 por el aire, girando lentamente bajo el parpadeo de la luz, antes de caer en las manos temblorosas de Gabriel. El joven lo mir贸, sintiendo el peso no solo del medall贸n, sino de toda la responsabilidad que ahora reca铆a sobre sus hombros.
Gabriel se acerc贸 tembloroso al cuerpo de su madre, dispuesto a usar el medall贸n, pero antes de que pudiera reaccionar, la mujer se movi贸 con una velocidad aterradora. Sus ojos brillaban con pura rabia y su fuerza, impulsada por la desesperaci贸n, era monstruosa.
Las luces parpadeaban fren茅ticamente, sumiendo la habitaci贸n en un ciclo constante de luz y sombras. Antes de que Gabriel pudiera reaccionar, sinti贸 las manos de la mujer rodeando su cuello con una fuerza que parec铆a imposible para su madre.
Lo levant贸 del suelo, apretando con una intensidad brutal mientras sus labios se curvaban en una sonrisa macabra.
—Eres tan d茅bil como tu madre y tu maldito t铆o... —gru帽贸 entre dientes, su voz cargada de desprecio.
Gabriel se retorci贸, sus manos intentando in煤tilmente aflojar el agarre mientras el aire abandonaba sus pulmones. Su visi贸n comenzaba a nublarse, el sonido de su propia respiraci贸n sofocada llenando sus o铆dos.
De repente, una voz reson贸 con desesperaci贸n y amor puro
—¡DEJA A MI BEB脡!
Natalie se lanz贸 con toda la fuerza que su envejecido cuerpo pod铆a reunir. Sus manos temblorosas se aferraron a la espalda de la mujer, jal谩ndola con toda su voluntad. Aunque d茅bil, su ataque fue suficiente para que la falsa Natalie soltara a Gabriel, quien cay贸 al suelo, jadeando y tosiendo.
La mujer, furiosa, se gir贸 hacia su anciano cuerpo, su rostro distorsionado por la ira.
—¡TODOS USTEDES YA ME TIENEN HARTA!
Con un grito salvaje, la abuela tom贸 al cuerpo de Natalie, que apenas pod铆a mantenerse en pie, y lo levant贸 como si no pesara nada. Con un movimiento brutal, lo lanz贸 hacia las escaleras como si fuera un saco vac铆o.
El cuerpo anciano golpe贸 el filo de los escalones con un crujido desgarrador. Natalie qued贸 inm贸vil en el suelo, su cabeza sangrando lentamente mientras la vida parec铆a escaparse de ella.
En el aire pesado y opresivo del sal贸n, el tiempo pareci贸 detenerse. Solo los destellos de los rel谩mpagos iluminaban la escena, mientras Gabriel observaba con horror la sangre que comenzaba a formar un charco bajo el cuerpo de su madre en su forma anciana.
La abuela, en el cuerpo de Natalie, se detuvo un momento, respirando profundamente, mirando su obra con una mezcla de satisfacci贸n y desd茅n.
—Esto... es lo que merecen... todos ustedes... —murmur贸 con frialdad.
Cualquier intento de revertir el cambio estaba a punto de ser imposible la vela casi se consum铆a, y Gabriel sab铆a que ten铆a que hacer algo ya. En sus manos, el medall贸n brillaba tenuemente, como un recordatorio de que a煤n ten铆a una oportunidad, aunque el tiempo se agotaba r谩pidamente.
La tensi贸n en la habitaci贸n alcanz贸 su punto m谩ximo. El cuerpo de Natalie, usurpado por la anciana, ya no pod铆a sostenerse. La fuerza descomunal que hab铆a utilizado para sus 煤ltimas acciones estaba pasando factura. Jadeando, tambale谩ndose, se gir贸 para enfrentar a Gabriel, pero este no esper贸 ni un segundo m谩s.
Con todo el coraje que pudo reunir, el chico se lanz贸 hacia ella. Ambos cuerpos chocaron con fuerza, cayendo al suelo enredados como dos bestias salvajes. Forcejeaban, ara帽谩ndose y golpe谩ndose mientras Gabriel intentaba desesperadamente acercar el medall贸n a su madre.
El contacto sucedi贸 en un instante, pero lo cambi贸 todo. Un destello brillante surgi贸 entre ellos, cegador y potente, confundido f谩cilmente con el resplandor de un rel谩mpago en la tormenta. En ese mismo instante, las 煤ltimas part铆culas de cera de la vela se consumieron, dejando una columna de humo que se alz贸 hacia el techo como un esp铆ritu liberado.
El aire pareci贸 detenerse. La habitaci贸n se llen贸 de un silencio pesado, roto solo por el sonido de la lluvia y los pasos apurados que ven铆an del exterior. Fue entonces cuando, con un estruendo ensordecedor, la puerta principal fue derribada.
—¡POLIC脥A! ¡MANOS ARRIBA!
Las luces de las linternas iluminaron la escena surrealista. Gabriel, jadeando sobre el cuerpo de su madre que yac铆a inm贸vil, mientras el anciano cuerpo de Natalie permanec铆a desparramado cerca de las escaleras con un charco de sangre bajo su cabeza.
Los agentes se quedaron petrificados por un momento, intentando procesar el caos frente a ellos, una mujer joven, aparentemente inconsciente; una anciana ensangrentada; y un joven con una expresi贸n de desesperaci贸n absoluta, sosteniendo un medall贸n que brillaba tenuemente.
Como si la maldad hubiera sido arrancada del lugar, las luces de la casa parpadearon una 煤ltima vez antes de volver a la normalidad. La tormenta afuera comenz贸 a menguar lentamente, dejando que la lluvia acompa帽ara la calma tensa que hab铆a quedado.
Gabriel, a煤n sobre el cuerpo de su madre, cerr贸 los ojos, incapaz de saber si hab铆an llegado a tiempo. El destino de su familia, de sus cuerpos y almas, depend铆a ahora de un peque帽o instante que nadie m谩s podr铆a entender.
El cuerpo de Natalie tosi贸 ligeramente, un sonido d茅bil pero suficiente para que Gabriel se congelara. Sus ojos se abrieron lentamente, enfoc谩ndose en el rostro de su hijo.
—Mi ni帽o... —susurr贸 con una voz quebrada, pero inconfundiblemente c谩lida—. Me salvaste.
Sin esperar m谩s, rode贸 a Gabriel con sus brazos temblorosos. El chico no dijo nada, simplemente cerr贸 los ojos y correspondi贸 al abrazo.
En ese momento, los polic铆as avanzaron con cautela hacia ellos. Uno de los agentes se帽al贸 al cuerpo de Natalie con determinaci贸n.
—¡Esa es la mujer! —grit贸, atrayendo la atenci贸n de su compa帽ero.
Otro oficial, m谩s corpulento y con aire de autoridad, dio un paso adelante.
—Soy el sargento Mart铆nez. —Su voz era firme, pero no carente de humanidad—. ¿Es usted Natalie?
—S铆... —respondi贸 d茅bilmente la mujer, apenas pudiendo mantenerse sentada mientras sosten铆a a Gabriel.
El sargento asinti贸, inclin谩ndose hacia ella.
—Tenemos algunas preguntas para usted, se帽ora. Es importante que nos explique...
El sargento lo mir贸 detenidamente, evaluando la situaci贸n. Not贸 las marcas en el cuello del chico, las manchas de sangre en ambos, y el cuerpo anciano inerte cerca de las escaleras.
El sonido de las sirenas y el murmullo de los agentes llenaron el aire, pero en ese momento, lo 煤nico que importaba para ambos era que, al menos por ahora, estaban juntos y a salvo.
Los polic铆as comenzaron a revisar la escena con m谩s detalle, mientras el compa帽ero del sargento Mart铆nez se帽alaba al cuerpo del hombre tendido en el suelo, todav铆a respirando d茅bilmente.
—Este hombre a煤n est谩 respirando. Tiene varias heridas de apu帽alamiento, —dijo el oficial, agach谩ndose para inspeccionar el estado del individuo.
El sargento frunci贸 el ce帽o al examinar al hombre.
—Espera, —dijo el compa帽ero, levantando la vista,— ¡es el tipo de la denuncia!
Gabriel se tens贸 al escuchar esas palabras, dando un paso adelante, se interpuso r谩pidamente, levant谩ndose y coloc谩ndose entre su madre y el oficial.
— ¡Es mi t铆o!
Natalie mir贸 a su hijo, sorprendida por su declaraci贸n. El chico continu贸 r谩pidamente:
—La abuela... tiene problemas. Mam谩 dec铆a que ella necesitaba ayuda m茅dica. Me qued茅 en su casa porque quer铆a visitarla... pero de repente tuvo un ataque. Entonces llam茅 a mi t铆o para que fuera por mi madre y vinieran por mi, pero creo que fue demasiado para mi madre, y... tuvo que sacarla desmayada de la casa.
Los polic铆as intercambiaron miradas, procesando la historia que Gabriel hab铆a contado. El sargento frunci贸 el ce帽o, pero finalmente asinti贸.
—¿As铆 que su madre estaba tratando de ayudarla? —pregunt贸 el oficial, claramente dispuesto a seguir la l铆nea de la narrativa de Gabriel.
—S铆... —respondi贸 Gabriel, con los ojos brillando de angustia, pero siguiendo el guion que r谩pidamente se le ocurri贸—. No pude hacer nada. Fue cuando lleg贸 mi t铆o que todo se descontrol贸. La abuela... la atac贸. Es como si no la reconociera.
Natalie observ贸 a su hijo, sorprendida por la r谩pida invenci贸n de una excusa que parec铆a encajar con todo lo que los oficiales quer铆an escuchar.
Tras unas horas, con las ambulancias ya en el lugar y la polic铆a tomando notas, todo parec铆a concordar con la historia que Gabriel hab铆a planteado. El informe final reflejaba una versi贸n plausible de los eventos:
"Una anciana con demencia y paranoia atac贸 a su nieto. Este, asustado, llam贸 a su madre y a su t铆o para que lo rescataran. Cuando ambos llegaron, la anciana, al no reconocerlos, atac贸 tanto a su hijo como a su hija. Despu茅s de un forcejeo, la anciana sufri贸 un colapso y cay贸 en coma. El caso est谩 siendo tratado como un incidente familiar, con implicaciones de salud mental."
La escena fue finalmente cerrada con ese informe, dejando a todos con la sensaci贸n de que algo oscuro a煤n se escond铆a bajo la superficie. Sin embargo, por el momento, la historia contada por Gabriel y Natalie era suficiente para mantener la situaci贸n bajo control.
Los d铆as pasaron. Gabriel no fue el mismo desde aquella noche, apenas com铆a y no se comportaba como el chico alegre y travieso que una vez fue, pero Natalie se esforzaba todos los d铆as por ser la madre que nunca tuvo, la madre que su hijo necesitaba y merec铆a. Gabriel, aunque todav铆a llevaba consigo las cicatrices del pasado, parec铆a poco a poco recuperar algo del brillo en su mirada, aunque Natalie sab铆a que llevar铆a tiempo. Era paciente, porque, para ella, no hab铆a misi贸n m谩s importante.
Kris, por su parte, se recuperaba lentamente. Hab铆a sufrido una p茅rdida significativa de sangre, pero, como el mismo sol铆a bromear, hab铆a sido apu帽alado en los lugares "correctos" para sobrevivir. Sin embargo, las cicatrices en su cuerpo eran un recordatorio de lo cerca que estuvo del final.
En cuanto a la abuela, su destino fue m谩s oscuro. Los m茅dicos concluyeron que lo mejor ser铆a ingresarla en una cl铆nica psiqui谩trica de m谩xima seguridad. Aunque permanec铆a en un profundo coma, los testimonios de lo ocurrido aquella noche dejaron claro que era demasiado peligrosa para estar en un hospital com煤n o un asilo. Su existencia qued贸 atrapada en una encrucijada entre la vida y la muerte, un reflejo del odio y la oscuridad que la hab铆an consumido.
La vida en la familia de Natalie hab铆a pasado por uno de sus momentos m谩s oscuros. Sin embargo, ella sab铆a que, aunque no pod铆a borrar lo que su madre hab铆a intentado hacer, s铆 pod铆a construir algo nuevo. Por Gabriel, por su futuro, y por ella misma, estaba decidida a empezar de nuevo, d铆a a d铆a, paso a paso.
Porque, al final, eso es lo que hace una madre: convertir el dolor en fuerza y el miedo en esperanza, sin importar cu谩nto tiempo tome.
...
Todo pas贸 tan r谩pido. Recuerdo la noche en que todo cambi贸. El t铆o Kris muriendo, la abuela en el cuerpo de mam谩 lanzando su viejo cuerpo como si no valiera nada, golpe谩ndose la cabeza contra el filo de las escaleras. Fue como ver a una marioneta rota, cayendo en c谩mara lenta. Luego, yo... simplemente me lanc茅. No recuerdo m谩s. Solo oscuridad.
Hasta que despert茅.
Una luz blanca me ceg贸. La claridad de un cuarto est茅ril, las paredes blancas y el penetrante olor a cloro invadieron mis sentidos. Todo parec铆a irreal. Trat茅 de entender d贸nde estaba, pero mi cuerpo entero dol铆a como si hubiera pasado por una trituradora.
"Mam谩... mam谩," murmur茅, confundido, mientras intentaba levantarme.
Un m茅dico apareci贸 de inmediato.
"Shh, tranquila. Vamos despacio. No entre en p谩nico. Ya vuelvo," dijo con voz calmada.
¿P谩nico? ¿Por qu茅 iba a entrar en p谩nico? Quise preguntarle, pero mi garganta estaba seca, y mi mente no pod铆a hilar ideas claras.
Intent茅 moverme, pero algo estaba mal. Me sent铆a pesado, extra帽o, como si mi cuerpo no respondiera como deb铆a. Trat茅 de ponerme de pie, pero mis piernas... no respond铆an.
Me tambale茅, y el suelo me recibi贸 de golpe. Un dolor agudo recorri贸 mi costado, pero eso no importaba. Mir茅 hacia donde deb铆a estar mi pierna, y entonces lo entend铆
Me faltaba una pierna.
El impacto de la realidad me golpe贸 como una avalancha. No ten铆a nada m谩s all谩 de mi rodilla. No pod铆a respirar, las l谩grimas ca铆an solas mientras un grito desgarrador brotaba de mi pecho.
"¡AHHH! ¡NO! ¡NO, NO, NO! ¡AYUDA! ¡MAM脕! ¡AY脷DAME!"
El personal m茅dico lleg贸 corriendo. Me levantaron con cuidado, intentando calmarme, pero sus voces eran un eco distante.
"Tranquila. Todo estar谩 bien. Respire."
Pero no. Nada estaba bien. Pod铆an intentar consolarme, pod铆an decirme que era el shock de haber perdido mi pierna. Pero eso no era lo que realmente me aterraba.
Lo supe en ese momento.
Mi peor miedo no era la pierna perdida. Era la verdad que se alzaba como un muro inquebrantable ante m铆, cuando mire en el espejo a la d茅bil y peque帽a anciana que gritaba fren茅ticamente, lo entend铆 todo.
Hab铆a terminado en el cuerpo de mi abuela.
Los primeros d铆as fueron los m谩s dif铆ciles, no quer铆a comer, el simple hecho de ir al ba帽o me hab铆a traumatizado, evitaba en lo mayor posible ver este... Horrible cuerpo que ahora era mi prisi贸n, ni siquiera pod铆a ir a ning煤n lugar por mi mismo, estaba todo el tiempo dependiendo de una silla de Ruedas o del personal m茅dico para moverme, el cuerpo... De la abuela era muy d茅bil para hacer cualquier cosa, y luego estaba esa sensaci贸n fantasma.. y el traumatizante hecho de no tener una pierna... Mi vida hab铆a acabado a mi corta edad...
¡NO SOY YO! ¡TIENEN QUE CREERME! ¡ESTE NO ES MI CUERPO!
Un Doctor calmado, anotando en su libreta
—Tranquil铆cese, se帽ora. Est谩 confundida.
—¡NO ME DIGAN SE脩ORA! Soy Gabriel... Gabriel Flores. Nac铆 el 14 de abril, tengo 13 a帽os, ¡este no es mi cuerpo!
Se lanza fuera de la cama, tambale谩ndose, y trata de aferrarse al brazo de un m茅dico, pero las enfermeras lo sostienen con firmeza.
La Enfermera con una voz fr铆a y una actitud deshumanizada
— Doctor, se est谩 poniendo agresiva.
El m茅dico asiente y da la orden de sedarlo. Gabriel forcejea, pero siente la aguja en su brazo. Sus gritos se apagan mientras el sedante hace efecto, sus ojos se cierran lentamente, y su mente comienza a apagarse.
—Por favor... ay煤denme...susurrando —antes de perder la conciencia
Los d铆as se convirtieron en semanas, y las semanas en meses. Gabriel, el ni帽o valiente que una vez enfrent贸 lo impensable para salvar a su madre, se desvanec铆a poco a poco, sofocado por un torrente de terapias y medicamentos destinados a domesticar a una anciana peligrosa. Para el mundo exterior, no era m谩s que una mujer mayor con esquizofrenia severa, alguien incapaz de discernir entre la realidad y las sombras en su mente.
Gabriel, visiblemente demacrado y m谩s d茅bil, est谩 sentado frente a una psic贸loga. Sus ojos est谩n hinchados de tanto llorar.
Gabriel intentando mantener la calma, contestaba las preguntas entre sollozos y lamentos
—Me llamo Gabriel Flores. Nac铆 el 14 de abril de 2010. Mi color favorito es el azul. Me encanta correr y jugar f煤tbol con mis amigos. Mi mam谩 me hace pastel de chocolate en mi cumplea帽os…
La psic贸loga asiente con paciencia, tomando notas.
—Es comprensible, se帽ora. Muchas veces, los traumas infantiles severos pueden crear este tipo de fantas铆as elaboradas. Es un mecanismo de defensa.
—NO SON FANTAS脥AS! Soy yo, soy Gabriel, no soy la abuela... ¡no soy la abuela!
La psic贸loga levanta la mano para calmarlo.
—Se帽ora, vamos a aumentar su medicaci贸n. Esto ayudar谩 a calmar estos episodios. Se le recetar谩n 500 unidades de Haloperidol.
Gabriel se qued贸 helado mirando a la enfermera, como un balde de agua helada por la noticia le suplico, le rogo desesperadamente
—No... por favor, ¡no! Tiene que creerme.
La enfermera lo toma del brazo y lo gu铆a hacia una silla de ruedas.
—Vamos, tranquila. Todo estar谩 bien.
Gabriel intenta resistirse, pero est谩 demasiado d茅bil para luchar.
—No… no soy yo…— en un d茅bil murmullo
La psic贸loga observa c贸mo se lo llevan mientras escribe en su libreta: "Paciente sigue mostrando delirios severos".
Pero Gabriel lo sab铆a. Sab铆a qui茅n era, o al menos lo hab铆a sabido. Con cada dosis, con cada sesi贸n, sent铆a c贸mo su propio ser se hund铆a en un oc茅ano de confusi贸n y letargo. Su mente, joven y fuerte, luchaba desesperadamente contra los qu铆micos que la suministraban, pero la batalla era desigual. No sab铆a si era Gabriel, atrapado en una pesadilla interminable, o si en verdad se estaba convirtiendo en lo que todos dec铆an que era: la anciana que lo hab铆a condenado.
En sus momentos de lucidez, que eran tan fugaces como un parpadeo, Gabriel recordaba. Recordaba su risa, sus juegos, la calidez del sol en su rostro y la voz de su madre cuando lo llamaba a cenar. Ahora, esos recuerdos eran un lastre que lo hund铆a a煤n m谩s, porque sab铆a que nunca volver铆a a ser ese ni帽o.
Gabriel, sentado en una silla de ruedas, ha perdido todo rastro de energ铆a. Su rostro es inexpresivo, sus ojos vac铆os. Est谩 en otra sesi贸n con un m茅dico.
—¿C贸mo se siente hoy, se帽ora?
—Bien, doctor. No hay voces. Me siento tranquila. — aunque por fuera su mirada era triste y apagada.
—Eso es excelente. Veo un gran avance en usted. Este es el camino a la recuperaci贸n. — dijo efusivamente con una alegre sonrisa.
Gabriel asiente lentamente. Ya no intenta explicar qui茅n es. Ha aprendido a decir lo que quieren escuchar.
Al salir de la consulta, mira por la ventana del hospital, hacia el cielo gris. Una l谩grima solitaria recorre su mejilla.
—Por favor... d茅jenme ir.
Cuando su madre lo visitaba, esas visitas eran breves y dolorosas. Natalie miraba al cuerpo fr谩gil y ajado frente a ella y ve铆a a su madre, no a su hijo. Gabriel quer铆a gritarle, llamarla, suplicarle que lo mirara bien, que lo reconociera, que lo rescatara de aquella prisi贸n viviente. Pero no pod铆a. Su lengua, pesada y torpe por los sedantes, solo lograba emitir sonidos inconexos y balbuceos que ella interpretaba como delirios de una mente quebrada.
Natalie, con una sonrisa forzada y ojos cansados, le tomaba la mano de vez en cuando.
“Todo estar谩 bien, mam谩. Descansa”
—Mam谩… hoy me tengo que ir temprano, vendr茅 a visitarte pronto lo prometo.
Dec铆a antes de marcharse, dejando tras de s铆 el eco de sus pasos y un silencio que lo consum铆a.
Gabriel la ve铆a alejarse, con l谩grimas que apenas lograban brotar en sus ojos cansados. Quer铆a correr tras ella, pero su cuerpo roto y ajeno era una jaula que lo manten铆a inm贸vil. En esos momentos, su desesperaci贸n se convert铆a en una marea que amenazaba con ahogarlo por completo. Sab铆a que ella estaba bien, que su sacrificio no hab铆a sido en vano, pero eso no era consuelo. No cuando su mundo era una sombra de lo que alguna vez fue.
Mientras tanto en casa, Natalie est谩 decorando con globos y colocando un pastel sobre la mesa. Hay una sonrisa tenue en su rostro mientras prepara el cumplea帽os de su “hijo”.
—Este a帽o ser谩 especial. Voy a hacer que Gabriel sea feliz, como siempre deb铆 hacerlo.
En el hospital, Gabriel est谩 sentado en una silla de ruedas, mirando por la ventana hacia el cielo azul. A pesar de la medicaci贸n, en alg煤n rinc贸n profundo de su ser, sabe qu茅 d铆a es.
—Hoy es mi cumplea帽os.
Pero nadie lo celebra. Nadie lo recuerda. Su madre, la 煤nica que alguna vez lo sostuvo entre sus brazos, cree que la anciana que ahora es, estaba loca, esquizofr茅nica y da帽ada.
Gabriel, atrapado en el cuerpo de su abuela, cierra los ojos.
Por favor... que alguien termine con esto.
Las luces del hospital parpadean por un instante. Gabriel sigue mirando al cielo, esperando que llegue el final que lo libere
Cada noche, solo en su cama fr铆a y con la luz mortecina del pasillo filtr谩ndose por debajo de la puerta, Gabriel lloraba en silencio. Lloraba por su vida perdida, por su infancia arrancada, por los sue帽os que nunca cumplir铆a. Lloraba porque sab铆a que no habr铆a escapatoria, que no habr铆a redenci贸n. Estaba condenado a vivir el resto de sus d铆as en ese cuerpo marchito y odiado, hasta que el tiempo, o tal vez la misericordia de la muerte, finalmente lo alcanzaran.
Hab铆a perdido todo por salvar a su madre: su vida, su inocencia, su futuro. Y as铆 pasar铆a los d铆as que le quedaban, a帽orando el final que, por fin, lo liberara de la herencia de su abuela.
Cielos...estaba convencido en que la madre moriria en el cuerpo de la abuela y la aburla iria presa en el del tio dejandolo a el en el de la madre pero igual terminando siendo felices como madre e hijo, es una opciom para un minifinal alterno pero quedo brutal eh. De calidad tu contenido.
ResponderBorrarYo opino lo mismo podr铆a haber un breve final alterno, por lo menos uno donde el pobre de Gabriel no sea el que se lleve la pero parte
BorrarPd: crees llegar a hacer una continuacion o historia similar a "la nueva reina del colegio"? Es la que mas me ha gustado hasta ahora.
ResponderBorrarNooooo!!! Gabriel el no merec铆a ese final pobre chico fue mi personaje favorito tan inocente, bueno y valiente, lo dio todo para salvar a su madre, por un momento pens茅 que seria un final feliz pero de golpe sent铆 la pu帽alada cuando continu茅 leyendo hasta el final, me sorprende como Natalie despu茅s de todo lo que paso aun visita a su madre en el hospital sin saber que en realidad es su hijo eso me rompe el coraz贸n, que bueno que el t铆o kris se salvo no solo de sus heridas sino e ir a la c谩rcel por un momento pense que su final seria o muerto o ir preso, lo unico que suponemos de la abuela es que esta en el cuerpo de Gabriel le diste el final mas tragico a quien no lo merecia quien sabe que planes malvados tenga ahora la abuela sieno ahora Gabriel, esta fue una de las mejores historias que e leido aunque el final fue muy doloroso, eres una gran escritira Jessica gracias por tus historias
ResponderBorrarMe a encantado de principio a fin esta gran historia, fue mus oscura y terror铆fica todo estuvo incre铆ble los personajes, las situaciones que pasaron, la ambientaci贸n, todo, eres incre铆ble haciendo historias felicidades Jessica erres una lindura coraz贸n
ResponderBorrarIncre铆ble capitulo final para terminar esta gran historia, que final mas tr谩gico para el pobre ni帽o no me lo esperaba pens茅 que por lo menos despu茅s de todo lo que paso el tendr铆a un buen desenlace el no merec铆a ese final tan horrible, pens茅 que el t铆o o la madre se llevar铆an la pero parte, primero pens茅 que el t铆o morir铆a o ir铆a a prisi贸n y que la abuela en realidad nunca abandono el cuerpo de la hija y solo estaba fingiendo que en reilada era la hija frente al hijo y los polic铆as y la verdadera madre morir铆a en el cuerpo de la abuela y por ultimo pens茅 que la abuela en el cuerpo del tio muerto la madre en el cuerpo de la abuela muerta y el t铆o en el cuerpo de la madre junto con el sobrino ahora hijo, fueron muchas posibilidades de finales pero nos diste uno que nunca espere ni pens茅, esa no me la esperaba un gran plot twist fue genial
ResponderBorrarentonces la abuela termino en el cuerpo de nieto? pobre Gabriel, nunca pens茅 que as铆 terminar铆a esta historia me sorprendiste con ese final muy buena historia
ResponderBorrarJesica de verdad que te la rifaste con esta historia me cautivo por su narrativa y la forma en que escribiente a los personajes fue genial me hizo sentir empat铆a por la madre y el hijo y odio por la malvada abuela, muchas gracias por compartir tu talento con tus fascinantes historias
ResponderBorrarEstuvo incre铆ble esta historia me encanto con un final tan impredecible muy bueno
ResponderBorrarBuen铆sima
ResponderBorrarTe animar铆as a hacer una historia basada en Naruto?
ResponderBorrarWow amiga Incre铆ble final. Una historia digna de transformarse en una gran pel铆cula. De verdad gracias por compartir con nosotros. Estoy seguro de que le daras un rumbo totalmente espectacular a la petici贸n que te hice. Y por supuesto que esperare todo el tiempo que sea necesario, se nota much铆simo que dedicas mucho tiempo y cari帽o a cada una de tus historias, por eso lo comprendo y te agradezco much铆simo. Gracias amiga!!!馃槉
ResponderBorrarExcelente y magistral conclusi贸n, me han encantado todas tus historias, en verdad le das ese toque muy er贸tico y oscuro, no puedo esperar para leer mi petici贸n, creo que es
ResponderBorraruna de las ultimas para cerrar con broche de oro, considero que es una donde le puedes sacar much铆simo potencial er贸tico, oscuro y perverso d贸nde un criminal termine en el cuerpo de una hermosa e inocente esposa y madre, d贸nde su desafortunada familia de alguna manera tendr谩 que lidiar con todo el drama y la nueva normalidad de la "nueva ama de casa"