De Gordo Perdedor a una Diosa del Deseo
Julio Rodr铆guez hab铆a alcanzado el punto m谩s bajo de su existencia a sus 45 a帽os. Su vida era una secuencia interminable de enga帽os. Frustrado, gordo y siempre con la sensaci贸n de que el mundo conspiraba contra 茅l, segu铆a viviendo con su madre en una casa donde la pintura se estaba cayendo a pedazos y su Madre contantemente le reclamaba y se burlaba del por ser un gordo y perdedor.
—Cuando me vas a traer nietos!!!
Era lo mismo que le gritaba todos los d铆as, cada d铆a una constante humillaci贸n y un continuo recordatorio de su pat茅tica vida.
Trabajaba como auxiliar en un almac茅n, un empleo que odiaba, pero que nunca hab铆a tenido el valor de abandonar. A eso se sumaba la reciente traici贸n de Lolita41, su 煤nica novia, aunque fuera solo virtual. Una ma帽ana, sin previo aviso, ella lo bloque贸 tras meses de mensajes, dej谩ndolo solo con su monitor y las ilusiones rotas.
Era lo mismo que le gritaba todos los d铆as, cada d铆a una constante humillaci贸n y un continuo recordatorio de su pat茅tica vida.
Trabajaba como auxiliar en un almac茅n, un empleo que odiaba, pero que nunca hab铆a tenido el valor de abandonar. A eso se sumaba la reciente traici贸n de Lolita41, su 煤nica novia, aunque fuera solo virtual. Una ma帽ana, sin previo aviso, ella lo bloque贸 tras meses de mensajes, dej谩ndolo solo con su monitor y las ilusiones rotas.
Esa tarde, regresaba a casa despu茅s de una jornada larga y sofocante. Caminaba con su postura encorvada, sus pasos resonaban pesados sobre la acera y su sudor le empapaba la camisa. Un olor acedo lo envolv铆a, aunque ya hab铆a dejado de percibirlo. Las mujeres que pasaban, prefer铆an cruzar a la otra calle al verle venir, el para su consuelo se dec铆a a s铆 mismo, "Ellas se lo pierden", era lo 煤nico que lo manten铆a de pie.
Sin querer llegar a煤n a su hogar, decidi贸 caminar sin rumbo fijo. Quiz谩s el aire pudiera aliviar la presi贸n en su pecho, o al menos distraerlo. Sin embargo, su cuerpo no estaba acostumbrado al ejercicio; en pocos minutos, jadeaba como un pez fuera del agua. Al encontrar una plaza vac铆a, se desplom贸 sobre una banca cerca de una vieja fuente de cantera, El perdedor, empapado en sudor como un cerdo, yac铆a sentado y jadeando, esforz谩ndose por respirar, desparramado sobre una banca en la solitaria plazuela Ah铆, mientras intentaba recuperar el aliento, algo inusual capt贸 su atenci贸n.
Un destello met谩lico proven铆a del agua de la fuente. Intrigado, Julio se levant贸, tambale谩ndose. Cuando lleg贸 al borde, vio una moneda peculiar, brillante bajo la luz tenue de la farola cercana. Julio movi贸 sus cachetes sudorosos a la izquierda, luego a la derecha, no hab铆a nadie en tan abandonado lugar, como pudo y casi tambale谩ndose, se arrastr贸 como gusano para tomar la moneda.
Tras asegurarse de que no hab铆a nadie m谩s, estir贸 su mano sudorosa, regordeta y peluda para tomarla.
Tras asegurarse de que no hab铆a nadie m谩s, estir贸 su mano sudorosa, regordeta y peluda para tomarla.
—quiz谩s este d铆a no sea tan malo... pero que?!Esta cosa es falsa!!—
Examin谩ndola, not贸 que no era una moneda com煤n. En un lado, una cara demon铆aca sonre铆a con burla. En el reverso, le铆a las palabras "V谩lido por un deseo".
—¿Un deseo? ¿Qu茅 clase de broma es esta?—murmur贸. Aunque esc茅ptico, el hombre se volvi贸 a quedar sin aliento por el esfuerzo de agacharse y tomar la moneda, su olor corporal era insoportable, su apariencia desagradable, se qued贸 por un momento mirando al cielo mientras se recuperaba nuevamente
—un deseo eh? jeje.. ¿Qu茅 podr铆a pedir con un deseo?—algo dentro de 茅l despert贸. Se qued贸 mirando la moneda, pensando qu茅 podr铆a pedir.
—Si yo pudiera.. —sus pensamientos fueron detenidos, cuando una hermosa chica rubia paso por su lado.. eso lo hizo recordar... A ella.. su nombre atraves贸 su mente. Neringa Kriziute..
—un deseo eh? jeje.. ¿Qu茅 podr铆a pedir con un deseo?—algo dentro de 茅l despert贸. Se qued贸 mirando la moneda, pensando qu茅 podr铆a pedir.
—Si yo pudiera.. —sus pensamientos fueron detenidos, cuando una hermosa chica rubia paso por su lado.. eso lo hizo recordar... A ella.. su nombre atraves贸 su mente. Neringa Kriziute..
—Esa mami est谩 bien rica..—
—C贸mo quisiera tenerla a ella, solo para mi, Lo deseo con toda mi alma— murmur贸, apretando la moneda entre sus dedos. La moneda brill贸 intensamente, pulsando como si tuviera vida propia. Inconsciente de esto, lanz贸 la moneda de vuelta a la fuente y se dio la vuelta para irse.
De pronto, un dolor agudo lo golpe贸 en el pecho. Su coraz贸n lat铆a desbocado, cada golpe resonando como un tambor en sus o铆dos. "¿Un ataque al coraz贸n? ¡Voy a morir!", pens贸 mientras se desplomaba al suelo. Su respiraci贸n era entrecortada, el sudor le corr铆a por la frente como un r铆o. Intent贸 pedir ayuda, pero ning煤n sonido sali贸 de su boca. Su visi贸n se nubl贸, las luces de la plaza se mezclaban en un torbellino de colores. El aire parec铆a m谩s denso, como si estuviera sumergido bajo el agua. Justo antes de perder la conciencia, escuch贸 voces que no reconoc铆a.
"Chica, chica, Neringa, ¿est谩s bien?"
"¿Neringa?", pens贸. "¿Qu茅 demonios…?"
Todo se oscureci贸.
Julio abri贸 los ojos lentamente. Estaba acostado en una cama suave, con s谩banas que ol铆an a lavanda. La luz c谩lida del amanecer se filtraba por unas cortinas blancas. No reconoc铆a el lugar. Frente a 茅l, una mujer hermosa lo miraba con preocupaci贸n.
—Gracias a Dios, ya est谩s despierta. Nos diste un buen susto—, dijo la mujer, antes de salir apresuradamente de la habitaci贸n. —Voy a avisar al m茅dico.—
Confuso, Julio intent贸 incorporarse. Una presi贸n extra帽a en su pecho lo detuvo. Mir贸 hacia abajo y lo que vio lo dej贸 sin aliento. Dos enormes senos se alzaban bajo la fina tela del camis贸n que llevaba puesto. Instintivamente, los toc贸, sintiendo la suavidad bajo sus manos ahora m谩s peque帽as y delicadas.
—¡¿Qu茅 Chingados?!—, exclam贸, aunque su voz son贸 completamente diferente: suave, femenina. Salt贸 de la cama y corri贸 hacia un espejo en la esquina del cuarto. Al mirarse, sinti贸 que el p谩nico lo ahogaba. Reflejada en el vidrio no estaba 茅l, sino la figura perfecta de Neringa Kriziute.
—¡No, no, no puede ser! Esto no es real—balbuce贸, acariciando su rostro ahora juvenil y perfecto. Su mirada descendi贸 por su nuevo cuerpo: curvas pronunciadas, piel tersa, piernas largas y elegantes. A pesar del miedo que lo invad铆a, no pudo evitar un pensamiento —estoy buen铆sima.—
Julio, ahora atrapado en el cuerpo de Neringa, se dej贸 caer al suelo. Su mente estaba al borde del colapso, pero una parte de 茅l no pod铆a ignorar la extra帽a excitaci贸n que sent铆a al experimentar esa nueva forma f铆sica. Cada movimiento, cada roce de la tela contra su piel era una sensaci贸n completamente nueva y embriagadora.
Julio pas贸 las siguientes horas explorando su situaci贸n. Tocaba su cabello largo, observaba c贸mo sus manos ahora delicadas recorr铆an su cuerpo con fascinaci贸n y miedo. Cuando se miraba al espejo, era dif铆cil no admirarse. Pronto, entendi贸 que su deseo se hab铆a cumplido, ten铆a el cuerpo de Neringa solo para el. Desde ese momento, tendr铆a que lidiar con un mundo completamente nuevo, donde las expectativas y la atenci贸n estar铆an puestas sobre 茅l... o mejor dicho, sobre ella.
Narra Julio:
Mientras me miro en el espejo, veo una figura alta parada all铆. Mis manos est谩n en mis caderas y noto lo tonificadas que se ven, Los m煤sculos de mis brazos est谩n definidos, lo que los hace parecer fuertes pero delgados sin parecer una machorra. las tetas de esta pendeja son enormes, se siente tan rico apretarlos, trazo mis dedos sobre las l铆neas de definici贸n que lo atraviesan. Una sonrisa se dibuja en mis labios mientras admira la vista. Me acerco al espejo y examino mi rostro. Mis ojos son como los de una puta pervertida, Tienen esa mirada que todas las putas tienen
Mientras me miro en el espejo, veo una figura alta parada all铆. Mis manos est谩n en mis caderas y noto lo tonificadas que se ven, Los m煤sculos de mis brazos est谩n definidos, lo que los hace parecer fuertes pero delgados sin parecer una machorra. las tetas de esta pendeja son enormes, se siente tan rico apretarlos, trazo mis dedos sobre las l铆neas de definici贸n que lo atraviesan. Una sonrisa se dibuja en mis labios mientras admira la vista. Me acerco al espejo y examino mi rostro. Mis ojos son como los de una puta pervertida, Tienen esa mirada que todas las putas tienen
"COGEME PAPI, COGEME COMO LA PUTA QUE SOY", era divertido hacerle decir a este cuerpo que dijera lo que yo quisiera. en ese momento pienso, "cuantas verga habr谩n estado ya en este cuerpo?" Ese pensamiento hacia sentir una humedad all铆 abajo, el cuerpo de Neringa se estaba poniendo cachondo —Chingado, me volvi贸 una puta que se calienta pensando en pitos...—, sigo mirando mi nuevo rostro, mis cejas son gruesas y est谩n bien cuidadas, marcando perfectamente el rostro de esta mami. Mi nariz es recta, lo que lleva a labios carnosos, listos para mamar verga, Mi atenci贸n se desplaza entonces a ese punto.
Qu茅 delicioso es cuando tienes las hormonas al mill贸n y una mente tan pervertida que te permite gozar.
Siento una palpitaci贸n rica entre las piernas, de pronto tengo deseos de sacarme la camisa que llevo puesta y exponer mis nuevas tetas, frotarme los pezones hasta que se me pongan duritos. Qu茅 rico, siento c贸mo el calor me abraza y la tela de mi tanguita se humedece.
Al ver mi nuevo reflejo en el espejo me detengo y suspiro un par de veces, mi coraz贸n late con fuerza contra mi pecho y siento el co帽o empapado, pero su mirada, tiene una pizca de inocencia, por un momento siento que otra persona me ve. . . . , como si supiera lo que hacia, mis mejillas se ponen rojas, estaba tan caliente.
De pie frente al espejo comienzo a tocarme los senos, me quito el sost茅n. Mis senos quedan libres, son grandes y el pez贸n ya est谩 durito. Procedo a bajarme el short y froto uno de mis dedos sobre la tela de mi tanguita, justo por encima de mi nuevo cl铆toris que se comienza a poner durito.
Qu茅 rico se siente. Me desnudo por completo mientras me sigo viendo en el espejo. Un par de azotes resuenan en el cuarto y me ponen m谩s cachonda, a Neringa le gustaba esto, puta masoquista.
—Qu茅 rica est谩s, perrita —me digo mientras me clavo las u帽as en una de mis nalgas.
—Me siento muy caliente, soy una zorrita, una perrita a la que le gusta que le revienten el culo con folladas y una verga gruesa—
Ver a este cuerpo decir cosas que la verdadera jam谩s me dir铆a, me pone tan caliente, siento una sensaci贸n fantasma, me siento duro, siento aun mi verdadero pene, pero no esta all铆, en vez de eso, me siento mojadita, estoy cachonda, Hab铆a puesto tan cachondo al cuerpo de... ejem a mi Nuevo Cuerpo.
Me lleno el dedo de saliva y despu茅s la vierto en mi conchita. Estoy bastante mojada y se siente delicioso. Comenzo a gemir, me muerdo el labio y veo c贸mo mis mejillas se ponen rojas.
Mis dos hoyitos me est谩n pidiendo m谩s. Mi culito tambi茅n pide atenci贸n, pero estoy totalmente concentrada en mi co帽ito.
Sin pensarlo m谩s busco por la habitaci贸n algo, hay una urgencia poderosa por ser llenada, no era yo!, lo juro! no soy yo!, este cuerpo parece tener mente propia!, buscando encuentro un desodorante con una forma sugestiva una sonrisa se dibuja en mi.
—Esto servir谩—
Regreso y me subo a la cama, comienzo a frotar mi nueva conchita contra la tela.
Adelante y atr谩s, despacio, sintiendo la porosidad de la tela acarici谩ndome los labios de mi vagina y mi campanita.
—Au… Qu茅 delicia… ah…Ne-ringa —levanto mi vista hacia el techo y me tomo del cuello para presionarme. Mis tetas se mueven, arriba y abajo, siguen el ritmo con el que me estoy dando una deliciosa masturbada.
Detr谩s de m铆 est谩 el espejo, as铆 que cuando lo miro, veo mi culo follando con la almohada. Me inclin茅 sobre la cama y abr铆 mis nalgas con las manos solo para ver mi nuevo co帽ito cubierto por mis fluidos. Dios, estas tan caliente Neringa.
Tome el falso consolador y lo coloqu茅 sobre el agujerito de esta perra, siento c贸mo poco a poco va entrando en m铆. Quer铆a que me follara toda. Que me follara como la puta que era, porque a las putas como yo nos gusta que nos partan en dos.
Sigo movi茅ndome, llevo mis manos hacia mi culo y me doy un azote, despu茅s recojo un poco de mis mismos jugos y los unto en mi anito hasta que est谩 listo para ser follado. Me saqu茅 el consolador del co帽o, mojado todav铆a por todos mis fluidos y comenc茅 a introducirlo en mi anito.
Al principio me doli贸, pero aquella sensaci贸n solo provoc贸 ponerme m谩s y m谩s cachonda. Me dijo a mi mismo, "No eres t煤, te est谩s cogiendo a Neringa, esto no es gay, no soy gay" Cuando todo estuvo dentro, cog铆 una de las s谩banas de mi cama y la puse entre mis piernas a manera de que la Tela quedase entre los labios de mi vagina. Sujete los dos extremos y tire hacia arriba. La s谩bana presionada contra mi conchita ya la misma vez empuj贸 el consolador m谩s adentro de mi culo.
—Ah… dale mamita, dale m谩s duro…
Voy apretando la s谩bana, m谩s y m谩s dura. Me sigue rico, fuerte. Se me forman l谩grimas en los ojos y siento que estoy a punto de terminar, pero quiero m谩s. Me siento muy, muy caliente.
Me levanto y me dirijo a la ventana. Quiz谩s en otro momento no lo hubiera hecho, pero, joder, que me siento muy excitada, tanto que no me importar铆a si me vieran.
Apoyo mis tetas sobre el vidrio y comienzo a meterme los dedos en el co帽ito tan r谩pido y fuerte que gimo y grito. El consolador que sigue en mi trasero tiene ventosa, por lo que no lo pienso m谩s y lo retiro de mi culo para pegarlo en el vidrio de la ventana.
Quien quiera ver el espect谩culo, que disfrute, que miren a la Nueva Neringa Krizuite, aunque siendo sincero, a esa distancia no creo que alguien alcance a verme, pero igual me pone cachonda. Cuando el falso consolador ya no se puede caer, comienza a follarme la vagina y mis nalgas pegan una y otra vez contra el vidrio.
Mis gemidos llenan el cuarto, me aprieto las tetas y tiro de mis pezones hasta que el placer se convierte en dolor. Un delicioso dolor.
—M谩s… m谩s… m谩s… As铆… as铆… ¡Ah… ah…!
Ahora s铆 siento que estoy cerca y alcanzo el orgasmo con un estremecimiento potente. Todo me tiembla. Estoy exhausta y cubierta de sudor, pero perfectamente follada.
El deseo que hab铆a hecho con la moneda me hab铆a cambiado la vida, ya no era mas un gordo perdedor, con la mente de un hombre pervertido, y el cuerpo de una diosa sexual para hacer las m谩s morbosas y sucias fantas铆as, Julio pensaba lo que Seria su vida, ahora era una hermosa rubia cachonda, ahora Era Neringa Krizuite.
—Se me ocurre tantos planes con este cuerpecito.
EP脥LOGO
El otro lado del deseo
Glamour interrumpido
La tarde era perfecta. Neringa Kriziute, la afamada modelo e influencer, estaba en una sesi贸n fotogr谩fica junto a sus amigas, tambi茅n modelos. El estudio brillaba con luces c谩lidas que resaltaban las telas vaporosas y los colores vivos de la colecci贸n que promocionaban. La charla entre poses era ligera y animada, cargada de bromas y an茅cdotas de sus viajes. Neringa irradiaba confianza, sabiendo que todo en su vida parec铆a estar en su lugar: belleza, fama, dinero y una agenda que siempre le ofrec铆a algo emocionante.
En medio de una pausa, mientras tomaba un sorbo de agua fr铆a, un mareo inesperado la sacudi贸. Su visi贸n se torn贸 borrosa, y un pitido insistente llen贸 sus o铆dos. "¿Est谩s bien, Neringa?", pregunt贸 una de sus amigas, toc谩ndole el brazo.
“S铆, solo necesito un momento”, respondi贸, aunque su voz sonaba distante incluso para ella. Sent铆a que su pecho lat铆a con fuerza, como si algo invisible intentara abrirse paso desde adentro. Una punzada de dolor la hizo tambalearse, y antes de que pudiera pedir ayuda, todo se volvi贸 oscuro.
El fr铆o la despert贸 primero, se colaba por su ropa y se adher铆a a su piel como una capa helada. Abr铆 los ojos lentamente, pero algo estaba mal. En lugar de su lujosa habitaci贸n o el estudio fotogr谩fico, se encontraba tumbada sobre el suelo duro y 谩spero de una calle desconocida. La oscuridad envolv铆a todo, excepto la tenue luz de un poste cercano que iluminaba los restos de basura desperdigados a su alrededor.
Trat贸 de levantarse, pero un olor acedo el golpe con fuerza. Su nariz capt贸 una mezcla de sudor rancio, orina y algo m谩s que no pod铆a identificar, pero que la hac铆a querer vomitar. Confusa, baj贸 la mirada y vio unas manos que no eran las suyas: gruesas, toscas, con u帽as llenas de mugre.
—¿Qu茅… qu茅 est谩 pasando?— murmur贸, y el sonido que sali贸 de su boca no era su tono familiar melodioso. Su voz era ronca, 谩spera, cargada de un tono masculino que le hel贸 la sangre.
Se levant贸 como pudo, sus piernas temblaban bajo el peso de un cuerpo pesado, torpe, al que no estaba acostumbrada. Al mirar hacia abajo, vio una enorme barriga que sobresal铆a de una camiseta manchada, y not贸 la humedad inc贸moda en su entrepierna. El p谩nico comenz贸 a crecer en su pecho, sus manos recorrieron su cuerpo con desesperaci贸n, sintiendo piel grasa, ropa ajada y un cuello que parec铆a no tener forma definida.
—Esto no puede ser real— pens贸 mientras sus ojos buscaban algo que le diera respuestas. La noche se desvaneci贸 y un nuevo amanecer comenzaba en la ciudad que despertaba, sin rumbo fijo, Neringa camino por las solitarias calles, hasta que tropez贸 hasta una ventana rota en un edificio cercano y, al usarla como espejo, vio un rostro extra帽o: gordo , desali帽ado, con calvicie y dientes amarillentos.
—No… no puede ser…— jade贸, retrocediendo mientras el reflejo segu铆a devolvi茅ndole esa imagen grotesca. Las l谩grimas brotaron de sus ojos, pero incluso eso se sinti贸 extra帽o. Todo era extra帽o.
Neringa, atrapada en el cuerpo de Julio, vag贸 sin rumbo por las calles, sintiendo c贸mo las miradas de las primeras personas que pasaban la evitaban como si fuera invisible o, peor a煤n, una molestia. Su cuerpo estaba cansado, jadeaba con cada paso y el hambre le retorc铆a el est贸mago.
En alg煤n momento, al buscar calor, termin贸 en un peque帽o parque. Se dej贸 caer sobre un banco de madera que cruji贸 bajo su peso. La sensaci贸n de estar completamente sola y perdida la abrumaba.
—Qu茅 hice para merecer esto?—murmur贸, con la voz de Julio, 谩spera. Cerr贸 los ojos, tratando de recordar c贸mo hab铆a llegado hasta ah铆. Lo 煤ltimo que recordaba era estar rodeado de sus amigas, riendo, sinti茅ndose en la cima del mundo. Ahora estaba en un lugar desconocido, atrapada en un cuerpo que no entend铆a.
Revis贸 los bolsillos del pantal贸n apretado y viejo que llevaba, encontrando una billetera con una identificaci贸n. “Julio Rodr铆guez”, ley贸 en voz alta, viendo la foto del hombre que ahora era.
—¿Qui茅n eres t煤? ¿Por qu茅 yo?—pregunt贸 al aire, pero solo una persona sab铆a la verdad.
Hola mis amores, aqu铆 Jessica, el show de este d铆a a encargo de la Hermosa Diosa Karina Body Swap, espero que le guste, y que ustedes c贸mo yo lo disfruten tanto como yo al escribirlo, me encanta mucho saber que otros due帽os Tuvo este cuerpo antes de Robarlo, sin m谩s que decir, sigue disfrutando del Club de Jessica Body Swap.
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