¡Ayuda! ¡Esta no es mi Madre!
Andy desde muy temprana edad se sintió como los pequeños barcos de papel que dejaba ir por la calle en los días lluviosos. Después del divorcio de sus padres, todo lo que había conocido se fracturó, dejándolo atrapado entre dos mundos. Su madre, Denis, decidió mudarse a otra ciudad, lejos del drama y los recuerdos de su exesposo, arrastrando a Andy consigo. A sus 10 años, él apenas comenzaba a entender lo que significaba ser un chico en un mundo que le pedía madurez, pero ahora tenía que hacerlo en un lugar donde no conocía a nadie.
La casa nueva no era mucho mejor que la anterior. Espaciosa pero fría, cada habitación parecía un recordatorio de su situación: vacía y carente de calor. Denis, de 29 años, intentaba mantener el control de todo, incluida la vida de Andy. Las reglas estrictas y los constantes recordatorios de que debía ser responsable lo sofocaban más que el aire cargado del verano en esa ciudad.
Pasaba las noches en su habitación, desplazándose por Facebook y otras redes sociales en secreto, cosa que su madre no aprobaría nunca, era inaudito para ella que su pequeña hablara, con extraños, pero el aun así lo seguía haciendo cada noche. En busca de algo, cualquier cosa, que le diera una sensación de conexión. Fue entonces cuando apareció la sugerencia de amistad: Tony Morales.
El perfil no parecía fuera de lo común. Tony tenía fotos de paisajes, alguna selfie borrosa y una biografía que apenas decía algo: "Viviendo el momento". Andy, aburrido, aceptó la solicitud. La conversación comenzó con formalidades, pero rápidamente se volvió extrañamente íntima. Tony era simpático, carismático y, sobre todo, parecía entender exactamente lo que Andy sentía.
—Mi madre está siempre encima de mí —escribió Andy una noche—. Es como si quisiera controlarlo todo, como si no tuviera una vida propia.
La respuesta de Tony llegó rápido:
—Tal vez es porque no sabe cómo relajarse. ¿Te has puesto a pensar en eso?
Andy rodó los ojos frente a la pantalla. "Relájate, claro. Como si fuera tan fácil."
—No creo que eso sea posible con ella. Es como un policía malo.
—Quizá solo necesitas ayudarla un poco —respondió Tony
—Tengo algo que podría funcionar.
La curiosidad le vino a Andy.
—¿Cómo qué?
Tony le envió un mensaje largo, detallando algo que parecía salido de una clase de química: una "poción" que, según él, podría cambiar la dinámica entre Andy y su madre. "Dásela antes de que duerma", escribió Tony. "Te prometo que las cosas serán diferentes al día siguiente."
Andy no sabía si reírse o sentirse insultado, pero la idea de algo que pudiera alterar su tensa relación con Denis era tentadora. Unos meses después, tenía todo listo, había sido muy difícil, pero su nuevo mejor amigo le había apoyado y ayudado en la recolección de cada ingrediente.
Esa noche, Denis estaba sentada en la sala, agotada después de un día de trabajo. Sus manos temblaban ligeramente mientras preparaba su té nocturno, un ritual que nunca se saltaba. Andy, observándola desde el umbral de la cocina, sintió que su corazón latía con fuerza. "Es ahora o nunca", pensó.
Con un movimiento rápido, vació la poción en la taza de té mientras Denis buscaba algo en su bolso. Apenas un segundo después, ella volvió a tomar la taza, ajena a lo que acababa de ocurrir.
— ¿Qué haces aquí, Andy? —preguntó Denis, su tono seco y autoritario—. Ya es tarde, deberías estar en tu cuarto.
Andy apretó los dientes, sintiendo la familiar ola de irritación.
—Nada, solo quería algo de agua.
—Pues llévatela y sube. Mañana tienes escuela!!.
Andy se retiró sin decir más, pero mientras subía las escaleras, un pensamiento cruzó su mente: "Espero que esta tonta poción funcione".
La mañana siguiente comenzó con un sonido que Andy no esperaba: música. No el tipo de música tranquila que su madre solía escuchar, sino algo enérgico y ruidoso, llenando la casa con ritmos modernos y salvajes. Se levantó de golpe, confundido, y bajó las escaleras solo para encontrar a su Madre Denis en la sala, moviéndose al ritmo de la música.
Al principio, pensé que todavía estaba soñando. Su madre llevaba una camiseta ajustada que nunca había visto antes y unos pantalones cortos que parecían sacados del fondo de su armario. Pero lo más extraño no era su atuendo; era su actitud. Se movía con una confianza y una energía que no le eran propias, y cuando habló, Andy casi tropezó con la alfombra.
—¡Buenos días, Andy! ¿Dormiste bien? —La voz era ronca, profunda, como si estuviera mal sincronizada en una película.
-¿Mamá? —preguntó, con un nudo en la garganta.
Denis le guiñó un ojo, una sonrisa extraña cruzando su rostro.
—Técnicamente sí… pero no exactamente.
Fue entonces cuando lo entendió. Frente a él no estaba Denis, su estricta y controladora madre. Era Tony.
Andy tragó saliva, sintiendo que el aire en la habitación se volvía más pesado con cada segundo que pasaba. No podía apartar los ojos de su madre… o mejor dicho, de lo que ahora era Tony en el cuerpo de su madre.
—To-ny… ¿qué demonios has hecho? —preguntó, su voz cargada de miedo y confusión.
Tony levantó los brazos como si estuviera celebrando un gol y soltó una carcajada.
—¡Jajaja, así es, cariño! ¡Dale un beso a mamá! —respondió mientras movía sus pechos de una forma que Denis jamás habría hecho.
Andy quedó helado. Su mente no lograba procesar lo que estaba viendo. "Esto no puede estar pasando", pensó mientras su boca formaba palabras torpes.
—¿Qué? Pero... ¿cómo? ¿Es que…?
Tony interrumpió su balbuceo poniéndose un dedo en los labios.
—Sh, sh, sh. ¿Por qué no salimos a desayunar y lo discutimos después, amigo? —dijo con una sonrisa pícara, pero su voz masculina, grave y desentonada, hacía que la escena fuera surrealista.
—Eh, pero… tengo escuela… —respondió Andy, tratando de aferrarse a cualquier cosa que lo devolviera a la normalidad.
Tony soltó otra carcajada.
—¡Ja, ja, tranquilo! Mami ya lo resolvió. —Guiño un ojo y se cruzó de brazos, dejando ver un aire de confianza que no pertenecía a Denis.
Andy sintió que el suelo se movía bajo sus pies. Una parte de él estaba aterrorizada. Otra parte, esa que había soñado con que su madre fuera menos estricta, luchaba por encontrar algo positivo en este caos. Pero el miedo era más fuerte.
—¡QUIERO DE VUELTA A MAMÁ! —gritó con todas sus fuerzas, con la esperanza de que su voz tuviera algún poder en esta locura.
Tony lo miró con una expresión extrañamente maternal, sus ojos brillando con una dulzura que casi lo convenció de que su madre había regresado. Su mano suave acarició la mejilla de Andy, un gesto que le recordó a la Denis que había conocido toda su vida. Pero cuando Tony habló, esa voz masculina lo sacó de golpe de su esperanza.
—Vamos, amigo, dame una oportunidad. —Tony alarmante de lado, su tono persuasivo pero juguetón—. Considerálo unas vacaciones. Si no te gusta tu nueva mami, te la regreso, ¿sí? ¿Qué dices?
Andy miró a Tony, incapaz de pensar con claridad. Cada fibra de su ser le gritaba que esto estaba mal, pero había algo en la forma en que Tony hablaba… algo que le hacía dudar.
—Un par de días? —preguntó finalmente, con un hilo de voz.
—Un par de días y te devuelvo a tu mami, lo prometo. —Tony cruzó los brazos y movió las caderas de una manera exagerada, como si estuviera disfrutando de su nuevo cuerpo.
Andy cerró los ojos, luchando contra la maraña de pensamientos en su mente. Finalmente suspensó.
—Oh… supongo que estará bien.
—¡Yupí! —exclamó Tony, dando un pequeño salto que hizo que el cuerpo de Denis se moviera de forma poco decorosa. Acto seguido, palmeó las manos—. Muy bien, vístete. Vamos a desayunar fuera.
Andy ascendiendo con lentitud, todavía aturdido. Mientras subía las escaleras para cambiarse, intenté convencerse de que esto no sería tan malo. Quizás Tony realmente podría ser más relajado que su madre. Quizás esto podría funcionar. Quizás…
Tony, por su parte, observó cómo Andy desaparecía por las escaleras y se le permitió una sonrisa. Su plan estaba en marcha, y con un poco de paciencia y astucia, lograría convencer a Andy de que este cambio debía ser permanente.
"Solo necesito que baje la guardia", pensó, moviendo sus caderas de nuevo mientras tarareaba la música que aún sonaba de fondo. "Y lo haré, tarde o temprano."
Andy seguía revisando su mochila, asegurándose de que no olvidara nada, cuando una voz familiar, aunque distorsionada por su tono masculino, lo interrumpió.
— ¿Todo listo? —preguntó Tony, su voz cargada de una energía juguetona que hacía que a Andy se le cayera el estómago.
Andy levantó la vista y quedó completamente congelada.
—Tony… estás… estás… —balbuceó, incapaz de apartar los ojos del cuerpo de su madre transformado en una visión impactante.
Tony llevaba aquel vestido negro ajustado que resaltaba cada curva del cuerpo de Denis. Las medias de rojo dibujaban un patrón sensual sobre sus largas piernas, y los tacones altos de aguja añadían un toque de elegancia provocativa. El escote era lo suficientemente pronunciado como para atraer miradas, y la confianza con la que Tony se movía era desconcertante.
Tony, notando la expresión atónita de Andy, se inclinó hacia él, bajando hasta quedar a su altura. Con una sonrisa pícara, plantó un beso rápido en su mejilla, dejando una marca carmesí de su labial. Luego, presionó sus labios con delicadeza usando sus dedos finos y femeninos.
— ¿Nos vamos, amigo? —dijo con un guiño.
Andy apenas podía respirar. Observaba cómo Tony se levantaba con gracia, sus caderas moviéndose de forma natural y fluida, como si llevaba tacones y un vestido ajustado fuera de algo que siempre hubiera hecho. "¿Cómo diablos caminan tan bien con esos zapatos?" Pensó, mientras intentaba recuperar la compostura.
Temblando, se apresuró a seguirlo, sus pensamientos una maraña de confusión y asombro. Subieron al auto, y Tony se sentó al volante.
—Muy bien, amigo. ¡Cinturones! La seguridad es primero, ¿no? —dijo Tony con una voz maternal que no lograba disimular su tono grave.
Andy se acercó torpemente y comenzó a abrocharse el cinturón, pero se quedó petrificado al observar cómo Tony se acomodaba el suyo. El cinturón pasó justo entre sus pechos, acentuándolos de manera que parecía completamente intencional. Tony dejó escapar un pequeño suspiro, como si disfrutara del momento.
—Ahh, todo listo —comentó despreocupadamente, encendiendo el auto.
Andy estaba demasiado aturdido para responder. El viaje fue rápido, demasiado rápido para su gusto, ya que Tony parecía disfrutar de la velocidad, manejando con una confianza que no pertenecía a su madre. Andy apenas podía sostenerse del asiento, su mente aún atrapada en el desconcierto de lo que estaba pasando.
Cuando llegaron, Andy reconoció el lugar: un restaurante buffet, elegante pero no exageradamente lujoso, aunque definitivamente más caro de lo que solían frecuentar. Tony salió del auto primero, con una seguridad que contrastaba con la tímida vacilación de Andy.
—Vamos, amigo. ¡No te quedes atrás! —exclamó Tony, sus tacones resonando contra el pavimento mientras avanzaba hacia la entrada.
Andy trató de no mirar demasiado, pero no pudo evitar notar cómo el vestido negro de Tony abrazaba cada movimiento. Se apresuró para alcanzarlo, todavía sintiéndose fuera de lugar.
Cuando entraron, Tony se dirigió directamente al anfitrión, un joven mesero que apenas levantó la vista para darles la bienvenida. Tony aplaudió ligeramente para llamar su atención.
—¡Mesa para dos, preciosa! —dijo con una voz melosa, inclinándose un poco hacia adelante para que su escote quedara en plena vista.
El mesero quedó momentáneamente atónito, su rostro tornándose rojo mientras intentaba disimular su mirada.
—C-claro, síganme, por favor —respondió rápidamente, conduciéndolos hacia una mesa junto a una ventana.
Andy caminaba detrás de Tony, sintiéndose cada vez más fuera de lugar. No podía creer cómo Tony manejaba la situación con tanta soltura, como si llevaba un vestido escotado y ser el centro de atención fuera algo natural para él.
Cuando se sentaron, Tony le lanzó una sonrisa encantadora al mesero.
—Gracias, cariño. ¿Nos traes unas cartas, por favor? —dijo mientras cruzaba las piernas lentamente, con una elegancia estudiada que hizo que el joven casi tropezara al retirarse.
Andy, incómodo, desvió la mirada. "Esto va a ser más difícil de lo que pensé", pensó mientras veía cómo Tony exploraba el menú con la misma despreocupación que si todo fuera normal.
Tony levantó la carta del menú, cubriendo su rostro parcialmente con una actitud juguetona que hacía difícil para Andy leer sus intenciones.
—Adelante, mi niño, pide lo que quieras. —La voz de Tony, aunque profunda, adquirió un tono sorprendentemente cálido y maternal que hizo que Andy se sintiera algo reconfortado, aunque seguía luchando con la incomodidad de la situación.
—¿De verdad lo que quiera? —preguntó Andy, levantando la vista con cierta timidez.
Tony bajó un poco la carta y le dedicó una sonrisa suave, casi convincente.
—Lo que quieras, mi vida —dijo, su tono lleno de afecto.
Andy no pudo evitar sonrojarse ante ese gesto, sintiéndose momentáneamente feliz a pesar de lo extraño que seguía siendo todo. "Tal vez esto no sea tan malo", pensó, y procedió a pedir algo típico para un chico de su edad: un enorme combo de HotCakes con fruta, tocino, huevos y una malteada de chocolate, algo que llenaría cualquier estómago hambriento.
Por otro lado, Tony, con una actitud refinada y despreocupada, se limitó a pedir un jugo de frutas naturales y una ensalada ligera.
Cuando el mesero llegó a tomar sus órdenes, Tony mantenía la carta en alto, cubriendo parte de su rostro y permitiéndole a Andy concentrarse en su teléfono. Sin que Andy se diera cuenta, el mesero parecía incómodo, pero también atrapado por algo. Desde detrás de la carta, Tony le susurraba algo que hacía que el joven se sonrojara profundamente.
El intercambio era sutil, pero había algo en la forma en que el mesero acariciaba el borde de la mesa que delataba cierta complicidad. Tony, con una sonrisa descarada, avanzando con la cabeza mientras el mesero tímidamente rozaba el contorno del vestido de Tony, aprovechando que la carta bloqueaba la vista.
Andy, distraído con su teléfono, no notó nada al principio, pero la demora en tomar la orden le resultó sospechosa. Finalmente levantó la vista, extrañado.
—Todo bien? —preguntó, su tono lleno de confusión.
El mesero dio un paso atrás rápidamente, acomodándose el uniforme, mientras Tony bajaba la carta con una expresión completamente inocente, como si nada hubiera pasado.
—Gracias por tomar la orden, cariño. Y apresúrate con mi ensalada, ¿sí? —dijo Tony, guiñándole un ojo y ajustando su escote para asegurarse de que el mesero no olvidara la escena.
Andy frunció el ceño, incapaz de entender todo lo que acababa de suceder, pero decidió no decir nada. "Tal vez solo estoy imaginando cosas", pensó, tratando de centrarse en su desayuno.
El resto del desayuno transcurrió de manera más tranquila. Tony, relajado y sonriente, trató de entablar una conversación casual.
—Y ¿qué tal la escuela, amigo? ¿Te has adaptado bien? —preguntó mientras cortaba delicadamente su ensalada.
Andy levantó la vista de su plato, sorprendido por la pregunta.
—Eh, pues... no es tan malo. Todavía no tengo muchos amigos, pero supongo que es cuestión de tiempo.
Tony ascendiendo, sus ojos brillando con algo que Andy no pudo identificar del todo.
—Sí, eso suele pasar. Pero eres un buen chico, seguro pronto te llevas bien con todos. ¿Qué tal tus clases? ¿Alguna vez te estás costando?
Andy se encogió de hombros, jugando con su malteada.
—Matemáticas. Nunca he sido bueno con los números.
Tony sonriendo de forma maternal, inclinándose ligeramente hacia adelante, lo suficiente para que Andy desviara la mirada por incomodidad.
—Bueno, si necesitas ayuda, aquí está tu nueva mamá para echarte una mano, ¿de acuerdo?
Andy intentó sonreír, aunque por dentro seguía sintiéndose extraño.
—Gracias, supongo...
La conversación siguió siendo ligera, con Tony mostrando un interés inusual en los detalles cotidianos de la vida de Andy. Aunque la situación seguía siendo surrealista, Andy no pudo evitar sentirse algo más relajado. Por un momento, casi olvidó lo extraño que era todo… hasta que vio a Tony cruzar las piernas con esa elegancia exagerada, como si cada gesto fuera un espectáculo planeado.
En medio de la charla, Tony dejó de cortar su ensalada y levantó una mano, interrumpiendo el flujo de la conversación con un tono despreocupado:
—Amigo, tengo que ir al baño. Tu mami tiene que descargar, ¡jajaja!
Andy, que estaba en medio de un sorbo de su malteada, casi se atraganta.
—¡Tony! —protestó, sonrojándose violentamente mientras apartaba la mirada.
Tony simplemente se echó a reír, disfrutando de su incomodidad, y se inclinó hacia él con una sonrisa juguetona.
—Ay, no te pongas así, mi niño. Es algo natural ¿no?
Andy se llevó las manos al rostro, tratando de evitar que su vergüenza fuera más evidente.
—Solo ve de una vez, por favor…
Tony le guiñó un ojo mientras se levantaba de la silla, asegurándose de alisar su vestido y ajustar el escote antes de dar un paso.
—Está bien, cariño. No me extrañes demasiado —dijo sacando ligeramente la lengua con un gesto burlón antes de desaparecer entre las mesas, sus tacones resonando con cada paso.
Andy dejó escapar un largo suspiro, llevándose las manos al cabello mientras trataba de recuperar la compostura. Miró a su alrededor, esperando que nadie hubiera escuchado el comentario de Tony, pero parecía que la mayoría de los comensales estaban demasiado ocupados con sus propios asuntos.
"Esto es una locura", pensó mientras miraba de reojo hacia la dirección en la que Tony había desaparecido. No podía dejar de preguntarse cuánto más podía empeorar este día… o qué le estaba pasando a Tony para actuar de esa manera tan despreocupada y provocadora.
Mientras tanto Tony caminaba como una modelo en una pasarela, sentía todas las miradas en el y eso lo había puesto caliente, caminaba lentamente entre las mesas, algunas vacías otras con personas que desviaba la mirada al ver semejante mujer, sexy y hermosa, con cautela. y una mirada cual gata traviesa se acerca a su nuevo amigo.
—Voy a llevarte a otro sitio
le dije al oído ni corta ni perezosa, agarre su mano y le conduje por el restaurante hacia los baños, que eran muy grandes, abrí una puerta, le empuje dentro y entre yo cerrando la puerta tras de mí.
El sonreía tímidamente y se dejaba hacer lo que yo quisiera, yo disfrutaba de mi papel de loba por un día, se apoyo en la puerta y me abalance sobre el besándole de forma apasionada, la era menor que yo, por su tímida actitud pude ver. que no tenia mucha experiencia en estas situaciones, para mi no iba a ser la primera vez que hacia algo así en un sitio público, la cuestión es que me agarro de la cintura y me tocaba el culo, amasándomelo mientras me besaba el cuello, estaba empezando a perder la iniciativa y ese no era mi plan...
Así que volví a tomar las riendas de la situación cuando acerque mis manos a su botonera y la comenzó a desabrochar.
—No tengo condones— me dijo torpemente, los chicos tontos como el eran mis favoritos, a lo que yo respondí que hoy no los íbamos a necesitar, y mientras hablábamos sus pantalones ya empezaban a deslizarse hacia el suelo, dejando a mi chico en calzoncillos. , yo continué desabrochando, ahora su camisa y besando su pecho depilado, lamiendo sus pezones y continuando mi recorrido hasta el ombligo y más allá...
Cuando llegué a los calzoncillos ya estaba de rodillas frente a el, me miraba con cara de deseo y yo sabia que debía hacerle, acaricie por encima de la tela y la note dura y palpitante, no tarde en sacarla de su prisión cuando empecé a notarle. algo nervioso de la excitación, una vez fuera me dedique unos segundos a contemplarla, me encantaba su verga, tenía el tamaño adecuado para ser un tonto nerd, rápidamente me acerque a ella aun mas...con mi lengua la empecé a tantear, por sus gemidos a el le encantaba que empezara, parecía una niña buena y así lo hice, recorriendo con la lengua todo su miembro, desde la base hasta la punta, varias veces, creando expectativa, primero por abajo, luego por los lados, esta vez con los labios húmedos, hasta que una de esas subidas acabo con su pene dentro de mi boca, me encanta el primer momento, cuando notas todas las pulsaciones.
Mi nuevo amigo dio un suspiro con este cambio de proceder, ahora seguía subiendo y bajando pero poco a poco, con parte del dentro de mi, rápidamente su cuerpo reaccionando enviando las primeras gotas de líquido seminal que junto a mi saliva iban facilitando mi trabajo. , y al parecer, a la hora de las mamadas este cuerpecito hacia mucha saliva, así es más fácil, y vaya si lo era, el movimiento de mi cabeza era más rápido y más profundo cada vez, la gente empezaba a llamar a la puerta, y mi chico se dedicaba decir el típico “esta ocupado” mientras me sobaba un pecho por debajo del sujetador.
Yo mientras, con la mano derecha continuaba mi labor y con la izquierda le acariciaba el pecho a el, su verga entraba y salía de mi dejando pequeños rastros de saliva, yo se la chupaba haciendo círculos con mi cabeza y succionando cuando llegaba a la base. , lo hacia cambiando el ritmo de velocidad, y pajeándole mientras le miraba a la cara desde abajo, continué comiéndosela y sus palabras me estaban volviendo loca, insistía en que se la comiera más rápido, preguntándome si era solo esto lo que sabia hacer, estas palabras me excitaron mas que desanimarme, por que el y yo lo sabíamos, eso no era lo único que sabia hacer.
Volví a las acometidas lentas y profundas, bañe toda su verga con mi saliva, escupiendo encima y repartiéndola con mi mano, ahora si resbalaba bien, y empecé a hacer algo que jamás pensé que conseguiría, al momento tenia sin darme cuenta casi toda su verga. dentro de mi boca, así que me anime y la introducción mas aun, tanto que me dio angustia, pero me la trague entera, algo que solo creía que pasaba en las películas, cuando la saque un hilo horrible de saliva se negaba a dejarla escapar de mi, trate de sorber esa saliva y continué dando ligeros lametones a las base de su glande, el me miro y me dijo que no aguantaba mas, que iba a explotar, a mí encanta cuando me dicen esto, le sonreí y decidí terminar lo que había comenzado, me la volvió tragar y con un movimiento rápido y continuado de mi mano le masturba, el movimiento de mi mano y el roce de mi boca no tardaron en hacerlo explotar dentro de mi, llenándome la boca de semen, con el que en un primer momento no supe que hacer.
Hasta ese día solía tirarlo pero aquel día algunas cosas cambiaron y el me dijo: -trágatelo, que me da mucho morbo, y como parecía que ese día era para el así lo hice, arrastrando aquel espeso líquido a través de mi garganta no sin algo de asco para terminar dándome cuenta que no era ni mucho menos tan asqueroso como lo imaginaba, después seguí un momento limpiándole, vistiéndonos para salir al restaurante de nuevo como si nada hubiera ocurrido.
Finaliza la narración de Tony.
—Adelántate tu cariño. dijo guillándole el ojo
Cuando la puerta se cerró, Tony salió escapar una carcajada suave, girándose de nuevo hacia el espejo. Acarició su cabello con delicadeza, admirando la forma en que este caía sobre sus hombros. "Así que estos son tus talentos ocultos Denis" pensó, experimentando una mezcla de euforia y un calor que hace tiempo no sentía. Tony se limpiaba en el espejo del baño con una sonrisa. "Esto es más divertido de lo que imaginaba", pensó mientras se miraba al espejo, ajustando su vestido y colocando un mechón rebelde detrás de la oreja. A pesar de la voz grave que aún salía de su boca, el reflejo frente a él era el de una mujer hermosa, atractiva, segura de sí misma.
Mientras caminaba de regreso a la mesa, sus tacones resonando sobre el suelo del restaurante, Tony no podía evitar sonreír. Ser mujer, aunque fuera temporalmente, tenía sus encantos. Y si Andy quería que todo volviera a la normalidad, tendría que convencerlo de lo contrario...
Dentro de su propia mente, Denis observaba todo como si estuviera atrapada detrás de un vidrio opaco. Era consciente de cada movimiento de su cuerpo, de cada palabra que salía de su boca, pero no tenía control. Era una prisionera en su propia piel, gritando en silencio mientras alguien más usaba su cuerpo, sus gestos, su presencia...
Algunas horas antes
"¿Qué está pasando? ¿Por qué no puedo moverme?"
Lo último que recordaba antes de perder el control era regañar a Andy por estar levantado tan tarde, y ahora, todo era una pesadilla surrealista. Desde su prisión interna, Denis había sentido cómo algo extraño y ajeno tomaba el control de su cuerpo. La voz masculina que resonaba a través de sus labios la desconcertó al principio, pero no tardó en reconocer que no estaba sola dentro de su mente.
"¿Quién eres tú? ¡Sal de mi cuerpo!" gritó en su mente, pero no obtuvo respuesta.
Desde entonces, Denis había sido obligada a observar mientras Tony, ese intruso, jugaba con su vida como si fuera un disfraz. Verlo caminar con sus tacones, mover las caderas y actuar con una confianza tan desconcertante como humillante. Denis quería arrancarlo de su cuerpo, gritarle a Andy que lo detuviera, pero todo lo que podía hacer era mirar, impotente.
Cuando se miró al espejo en el baño por primera vez, sintió una mezcla de ira y desesperación. Tony admiraba su cuerpo como si fuera un juguete nuevo, ajustándose el vestido, tocándose el cabello y experimentando con su apariencia.
"¡Esto no es un juego! ¡Ese es mi cuerpo!"
Pero el colmo llegó cuando Tony interactuó con el mesero. Denis pudo sentir cada palabra coqueta, cada movimiento calculado, cada sonrisa provocadora que Tony usaba para jugar con el joven. Era como si su cuerpo estuviera siendo utilizado para algo que ella nunca haría. Y cuando sintió la mano del mesero rozar su vestido, una oleada de vergüenza y rabia la atravesó.
"¡Basta! ¡Detente! ¡Esto no está bien!"
Pero Tony parecía inmune a sus protestas silenciosas. Incluso cuando Denis sentía que su alma ardía a la par que su cuerpo, Tony seguía actuando como si fuera la dueña de ese cuerpo, disfrutando de cada momento con una despreocupación que la enfermaba. Pudo sentir como sus bragas se humedecían en el momento en que quedo a solas con el Mesero, jamás había estado tan caliente, una parte de ella maldecía su cuerpo por reaccionar así, nunca le había hecho una mamada al Padre de Andy y ahora estaba allí, como una cualquiera en el baño de un restaurante chupándole el pene a un completo desconocido, pero la peor parte era que su cuerpo respondía a sus deseos.
Se sentía tan caliente, tenia miedo y se odiaba, pero una parte de ella lo disfrutaba, casi vomito cuando la leche espesa y caliente del joven se derramo en su garganta, tenia el asco y la sensación de vomitar, pero lo que obtuvo de su cuerpo, solo fue la reacción de una zorra que lo disfrutaba. Denis lloraba impotente, estaban rebajándola a esto, a ser una puta.
"Andy… por favor, date cuenta. Haz algo. ¡No dejes que esto continúe!"
Mientras Tony regresaba a la mesa, Denis se sintió más impotente que nunca. Era una espectadora atrapada en su propio cuerpo, viendo cómo su vida se desmoronaba y cómo ese extraño se apoderaba de todo lo que ella era.
En el fondo, Denis sabía que tenía que encontrar una manera de recuperar el control, pero mientras tanto, solo podía mirar, llena de rabia y desesperación, mientras Tony seguía disfrutando de su libertad robada.
De vuelta en la mesa con Andy, Tony con la misma confianza arrolladora que había mostrado todo el día. Se acercó a la mesa moviendo las caderas con naturalidad, como si llevar tacones y un vestido ajustado hubiera sido parte de su rutina desde siempre. Andy, por otro lado, estaba visiblemente incómodo, jugando con la pajilla de su bebida mientras fruncía el ceño.
—¿Todo bien, amigo? —preguntó Tony al sentarse, acomodándose el cabello y asegurándose de que el vestido no quedara arrugado.
Andy lo miró, claramente molesto.
—Alguien estaba en el baño contigo cuando fui hace rato… y pude escuchar.. ruidos extraños...
Tony arqueó una ceja y soltó una risa suave, agitando una mano en el aire como si espantara una mosca.
—¿De verdad? ¡Qué imaginación tienes, amigo! ¿Qué, ahora tu mami no puede ni ir al baño en paz sin que la acusen?
Andy dudó. La voz de Tony era convincente, pero algo en su mirada—ese brillo pícaro y juguetón—lo hacía sentir que no estaba contando toda la verdad.
—Es que sonaba... raro.
Tony se inclinó hacia él, colocando una mano sobre la de Andy con un gesto aparentemente maternal, aunque la forma en que sus uñas perfectamente pintadas rozaron su piel lo hizo estremecerse.
—Cariño, necesitas relajarte un poco. Vamos, ¿por qué no salimos de aquí y hacemos algo divertido? Este día es para nosotros, ¿no?
Aunque seguía sintiéndose incómodo, Andy asintió lentamente. Quizás necesitaba distraerse, olvidar por un momento todo este extraño lío.
A pesar de su desconfianza inicial, Andy terminó dejándose llevar por las actividades que Tony propuso. De vuelta en casa, y después de otro incómodo cambio de ropa, Pasaron una tarde de videojuegos, algo que le encantaba a Andy. Al principio, estaba distraído, observando los movimientos de Tony, quien competía contra él con una actitud juguetona pero dominante, meneando las caderas cada vez que ganaba y provocando con frases como:
—¿Qué pasó, master? ¿Ya te superó tu mami en esto también?
Andy no sabía si reír o ponerse más nervioso. Cada vez que Tony se inclinaba hacia la pantalla o se acomodaba en la silla, su escote parecía cobrar vida propia, y Andy hacía un esfuerzo monumental para mantener la mirada en el juego.
Por un momento, Andy olvidó lo extraño de la situación. Estaba disfrutando como hacía tiempo no lo hacía, divirtiéndose más de lo que esperaba. Por momentos, casi olvidaba que su "madre" estaba siendo controlada por alguien más.
Sin embargo, esos momentos de diversión siempre eran interrumpidos por pequeñas incomodidades. Como cuando Tony desaparecía repentinamente, ya sea para “hablar con alguien” o “ajustarse algo”. Andy se encontraba mirando a su alrededor con inquietud, sintiendo ese vacío extraño cada vez que no lo tenía cerca.
Sin embargo, Tony nunca dejaba de recordarle que algo no estaba bien. A veces era un movimiento demasiado exagerado de sus caderas al caminar, que hacía que el vestido subiera peligrosamente, dejando ver más de lo que Andy estaba preparado para ver.
Otras veces, era la forma en que Tony se inclinaba hacia él para hablar, y el escote del vestido quedaba a plena vista, obligándolo a desviar la mirada rápidamente mientras el rostro se le encendía de vergüenza.
En el parque, mientras Andy intentaba hacer un truco con su patineta, Tony se sentó en un banco cercano, cruzando las piernas con una elegancia que parecía innata. Una pareja de hombres que pasaba por ahí no pudo evitar mirarla, intercambiando comentarios que claramente eran comentarios de adultos. Tony, lejos de sentirse incómodo, les guiñó un ojo y lanzó un beso al aire.
Andy, que había visto toda la escena, apretó los puños mientras su rostro se volvía rojo de indignación.
—¡Tony! ¿Puedes dejar de... hacer esas cosas?
Tony se levantó, caminando hacia él con esa seguridad desbordante que tanto lo irritaba y desconcertaba al mismo tiempo.
—¿Qué cosas, amigo? —preguntó con fingida inocencia, ajustando su vestido al llegar junto a él.
—¡Eso! Coquetear con extraños, caminar como si estuvieras... no sé, desfilando.
Tony soltó una carcajada, poniendo una mano en la cadera.
—¡Relájate, amigo! —le dijo Tony con una sonrisa descarada al darse cuenta de su reacción—. No eres el único que puede lucir bien, ¿sabes?
Andy bufó, pero no supo cómo responder. Una parte de él quería gritarle que esto estaba mal, que quería que todo volviera a la normalidad. Pero otra parte, una más silenciosa y confusa, admitía que no había odiado del todo el día.
A medida que avanzaba el día, Andy comenzó a sentirse atrapado entre dos mundos. Por un lado, estaba disfrutando mucho. Tony, aunque diferente, se había convertido en alguien con quien podía pasar un buen rato, alguien divertido, relajado y nada que ver con su gruñona Madre. Pero por otro lado, cada vez que notaba esos detalles extraños —la voz grave, los gestos exagerados, las desapariciones—, recordaba que algo no estaba bien.
Cuando el sol comenzó a bajar, Tony lo llevó a un cine, comprando palomitas y refrescos como si todo fuera normal. Durante la película, Andy notó cómo Tony se movía constantemente en su asiento, cruzando y descruzando las piernas, jugando con su cabello y sus uñas. Aunque intentaba concentrarse en la pantalla, no podía evitar sentirse perturbado cada vez que Tony hacía algo que recordaba lo extraño y surrealista de toda la situación.
La película Transcurrió normal, la sala estaba semi vacía, solo algunas parejas y algunos grupos de amigos que probablemente habían esperado para ver otra película de superhéroes días después de su estreno, Hace ya un rato que Tony había remangado su falda. Andy no presto mucha atención cuando un chico apenas unos años mayor que el acariciaba el muslo de su Madre. Tony estaba tan cachonda, que el mismo le ayudo guiando sus ansiosas manos por sus gordos muslos, sus vapores vaginales salían despedidos como una hembra que estaba lista para tener sexo.
Luego el chico lo acarició por encima de la braga y se atrevió a meter un dedo separando el elástico. Tony se tuvo que agarrar a al asiento y morder sus labios para ahogar un orgasmo. Tony Jadeaba pesadamente, su voz masculina contrastaba con su cuerpo de Madre cachonda por un desconocido que le metía los dedos en su caliente vagina, se sentía empapada, estaba muy húmeda, los dedos entraban con facilidad y pronto empezaron a ser mas fuertes los ruidos húmedos, de no ser por una escena de explosiones, alguien pudo haber escuchado.
Tony Aguanto unos minutos, eternos, mirando a la pantalla, jadeando pesadamente, moviendo la cabeza hacia atrás, la sensación de ser dedeada por un desconocido era demasiado para el. Mientras tanto Andy se debatía entre mirar la pantalla o vigilar a Tony, había esperado esta película desde el año pasado, pero ahora que estaba aquí, no la estaba disfrutando tanto como quisiera, volvía a sentir el imperceptible movimiento de caderas de su madre y en ese momento se giro un poco para, con el rabillo del ojo, observar cómo un tipo, sin perder la mirada al frente, se las había ingeniado para meter su antebrazo derecho bajo el reposabrazos compartido y maniobrar bajo el muslo levantado del cuerpo de su Madre. Ella o mas bien, Tony pudo notar esto, e inclino Ligeramente la cabeza permaneciendo recostada sobre el hombro izquierdo de Andy, se podía sentir incomodidad en la postura del chico. Mientras Tony le Hablaba con una voz temblorosa, como si fuera a llorar.
—¡¿T-todo bien ah-ahhmigo?!
Andy se quedo helado, sabia que algo andaba mal, pero no supo que hacer, quería volver a mirar, pero su cuerpo se quedo mirando la película, completamente inmóvil, pronto dejo de prestarle atención a la pantalla, y sus sentidos se dedicaron en escuchar y sentir como Tony en el cuerpo de su Madre, se retorcía y "sollozaba" una y otra vez
A los pocos minutos, Andy volvió a sentir cómo Tony estremecía, el cuerpo de su Madre, aunque aun no lo sabia, estaba teniendo un orgasmo brusco y salvaje. Andy no pudo mas y reuniendo toda la valentía que pudo, Miro a su falsa madre, que estaba sumergida en un conjunto de movimientos de cadera, ambos compartieron una mirada cómplice, momento que Andy aprovecho para volver a mirar hacia el tipo. Éste, cruzando un momento la mirada con el y, tal vez comprendiendo lo acontecido, retiró su mano con la brusquedad necesaria para que Tony soltara un último suspiro extra.
Al poco tiempo él se levantó en dirección a la salida y Tony convenció al chico de que tal vez fuera un buen momento para abandonar la sala también, total, no sabía de qué iba la película y estaba tan cachonda que le prometió no mas orgasmos por hoy, fueran lo que fueran.
Al final del día, cuando regresaron a casa, Andy se dejó caer en el sofá con un suspiro de agotamiento. Tony, por su parte, se quitó los tacones y se estiró con un gemido exagerado, haciendo que Andy desviara la mirada rápidamente.
—¿Ves, amigo? Fue un día divertido, ¿o no? —preguntó Tony mientras se sentaba junto a él, apoyando la cabeza en su hombro de forma inesperadamente tierna.
Andy no respondió de inmediato. No podía negar que había disfrutado algunas partes, pero el constante recordatorio de que esa no era realmente su madre lo hacía sentir inquieto.
Tony levantó la cabeza y lo miró con una sonrisa.
—¿Sabes? Creo que esto nos está uniendo más, ¿no lo crees?
—¿Te das cuenta de que no has dejado de sonreír en todo el día?
Andy parpadeó, sorprendido por el comentario.
—Bueno, supongo que me lo he pasado bien.. hasta ese momento...
Tony le guiñó un ojo, dándole un suave golpecito en la nariz con un dedo perfectamente manicurado.
—Eso es lo que quería, amigo. Una mamá que te haga sonreír.
Andy frunció el ceño.
—Solo... devuélveme a mamá cuando se acabe este par de días.
Tony sonrió, pero esta vez había algo en su mirada que lo hizo sentirse incómodo.
—Claro, amigo. Un par de días... —murmuró, dejando la frase colgando en el aire, como si no tuviera ninguna intención real de cumplir esa promesa.
Mas tarde esa noche, Tony cruzó las piernas elegantemente mientras se recostaba en el sillón de la sala, con una copa de vino en la mano y una sonrisa maliciosa en los labios. Miró a Andy, quien estaba en la cocina cenando amargamente su cereal favorito, seguía en silencio, lleno de dudas y emociones encontradas, antes de hablar con esa voz grave y desconcertante que no encajaba con el rostro que llevaba.
—Bueno, amigo, ahora que sabes cómo es tener una madre así, la verdadera pregunta es: ¿de verdad quieres que todo vuelva a ser como antes?